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Domingo, 13 de diciembre de 2015
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El precio de todas las cosas

Por Claudio Scaletta
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El valor del d贸lar es una variable distributiva porque de 茅l dependen los precios de (casi) todas las cosas. Empezando por buena parte de los componentes de la canasta b谩sica, los alimentos, pero tambi茅n de todas las canastas de consumo, los servicios, buena parte de los insumos industriales, muchos bienes de capital y la energ铆a. Por esta composici贸n cualquier devaluaci贸n es inflacionaria y, por extensi贸n, recesiva.

Si el precio del d贸lar aumenta inmediatamente lo hacen todos los productos con componentes importados y todos los exportables, desde la harina a las carnes, dato fuertemente percibido por los consumidores en las 煤ltimas semanas. Existen mecanismos econ贸micos para morigerar estos traslados a precios, el m谩s conocido son las retenciones a las exportaciones, las que adicionalmente permiten que el fisco capture parte de los beneficios de una devaluaci贸n. Otro mecanismo son los subsidios. Pero la nueva administraci贸n anunci贸 que las retenciones ser铆an eliminadas para todos los productos agropecuarios, salvo para el 煤nico que no tiene incidencia en el consumo interno: la soja. Tambi茅n anunci贸 que eliminar铆a m谩s o menos r谩pidamente los subsidios. En suma, las expectativas que se generaron no fueron s贸lo de devaluaci贸n, sino de una devaluaci贸n sin barreras de contenci贸n.

Durante la campa帽a electoral, sin embargo, los economistas de la Alianza PRO se mostraron confiados en que un fuerte shock devaluatorio, el 鈥渟inceramiento鈥 prometido, podr铆a tener un bajo traslado a precios. Las argumentaciones fueron ex贸ticas, desde que los traslados ya se hab铆an producido, al renacer de la confianza generada por el nuevo gobierno. Los hechos transcurridos entre el 23 de noviembre y el 10 de diciembre fueron un ba帽o de realidad: los aumentos comenzaron frente a la sola expectativa de un d贸lar m谩s alto, lo que demostr贸 la limitaci贸n de las explicaciones.

El primer resultado de las fuertes remarcaciones fue inesperado: calmar el animal spirit liberalizador de la troupe de economistas ortodoxos de la nueva Alianza gobernante. El ecuatoriano Jaime Dur谩n Barba fue el primero en advertir las consecuencias de un shock inicial destacando lo presuntamente evidente: en una reuni贸n de la Fundaci贸n Pensar alert贸 que 鈥渆l que ajusta al principio no se saca la etiqueta de hijo de puta de la frente鈥.

Como lo grafica su 茅xito electoral, el macrismo demostr贸 ser una fuerza muy organizada y con una conducci贸n centralizada, casi el espejo virtuoso del comportamiento del FpV durante la 煤ltima campa帽a, lo que se tradujo en el acatamiento de sus economistas a la se帽al del m谩ximo gur煤. La palabra shock desapareci贸 del discurso junto con la s煤per devaluaci贸n instant谩nea impl铆cita en el inmediato levantamiento de las restricciones cambiarias. Seg煤n detall贸 el nuevo ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, el llamado 鈥渃epo鈥 s贸lo se levantar谩 cuando 鈥渆st茅n dadas las condiciones鈥, es decir cuando se consigan reforzar las Reservas del BCRA mediante cr茅ditos internacionales, extensi贸n del swap con China, liquidaci贸n de divisas de exportadores de granos y nuevos incentivos para el blanqueo de capitales. Se trata exactamente de la misma sumatoria de medidas de las que habl贸, por ejemplo, Miguel Bein, el principal asesor econ贸mico de Daniel Scioli. Una retracci贸n similar se produjo respecto del tema tarifas. Ya no se habla de una eliminaci贸n indiscriminada de subsidios sino, otra vez, de un ajuste m谩s equilibrado tratando de evitar el impacto sobre los sectores de menores recursos. Algo parecido a lo que se帽alaban los economistas del sciolismo.

Estos reacomodamientos en el discurso ya casi de estilo no quieren decir que, efectivamente, la Alianza PRO no planee provocar una fuerte devaluaci贸n, con un d贸lar en torno a los 15 pesos, sino solamente que intentar谩 evitar el shock, pero sobre todo, que entendi贸 el riesgo de una eventual espiralizaci贸n inflacionaria y el consecuente etiquetado en la frente.

Volviendo al car谩cter 鈥渄istributivo鈥 del precio del d贸lar, un d贸lar barato induce una distribuci贸n que favorece a los asalariados. Que los trabajadores consuman m谩s es bueno para la econom铆a, porque aumenta la demanda. Si la demanda crece, tambi茅n lo hace el Producto. El problema es que cada punto de crecimiento del PIB demanda una masa determinada de d贸lares para financiar la importaci贸n asociada de insumos y bienes. Si no hay sustituci贸n de importaciones o aumento de las exportaciones aparece la escasez relativa de d贸lares, lo que presiona al alza su precio. Mantener un d贸lar barato supone tener respaldo para la cotizaci贸n: no hay continuidad en la redistribuci贸n progresiva del ingreso sin desarrollo.

Luego est谩 la econom铆a pol铆tica, las clases sociales que se benefician o perjudican con los distintos niveles de la cotizaci贸n del d贸lar. Un d贸lar barato equivale a salarios altos, m谩s aun en un contexto de bajo desempleo. Subir el d贸lar significa bajar salarios. Efectivamente los exportadores ganan m谩s cuando hay una devaluaci贸n, pero no porque vendan m谩s, sino porque bajan sus costos. No existe informaci贸n estad铆stica que relacione mejora del tipo de cambio con aumento de las cantidades exportadas. En consecuencia, la devaluaci贸n no resuelve los problemas de balanza de pagos ni de provisi贸n de divisas para crecer. S贸lo frena las importaciones, pero no por su encarecimiento, sino porque la demanda interna se contrae debido a la ca铆da del salario real.

Devaluar sin reservas suficientes puede provocar una disparada de precios que la neutralice dando lugar a nuevas devaluaciones. Tener reservas suficientes significa en cambio que el Banco Central puede sostener la cotizaci贸n que decida 鈥減ol铆ticamente鈥. Es en el nivel de esta cotizaci贸n donde reside la principal diferencia entre las visiones del gobierno saliente y el entrante.

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