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Domingo, 14 de marzo de 2004
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DEUDA
La figura de Immanuel Kant está asociada al inicio de la modernidad. Esto es, someter todo a examen racional. Con él comenzó la era de los debates y de las crisis culturales. Kant sepultó así la tradición y comenzó el proceso de ilustración que desembocó en la Revolución Francesa. Según Kant, el hombre procesa el caos exterior mediante una serie de facultades internas comunes a todos, pero como elaboramos lo que conocemos, nunca podemos saber cómo son las cosas en sí mismas: el mundo es el resultado de nuestra propia fábrica intelectual. En otros términos, construimos nuestra realidad según nuestras predisposiciones. Por eso Kant puntualizaba, por ejemplo, que Dios no es asunto que debe ser sometido a un análisis racional y el hombre debe renunciar a conocer Su auténtica naturaleza: Dios es asunto de fe, y quien intenta argumentos racionales sobre su existencia, es un fanático. Con esto, Kant alentó la tolerancia religiosa. De manera similar, el tratamiento de la deuda externa ha tenido hastaahora un eje técnico-económico. Me pregunto cuál fue la “racional” para decidir la no pesificación a los tenedores de bonos de la deuda. La respuesta es –a mi entender– porque no quisieron. Simplemente. De manera que ahora no veo por qué no tratar a la deuda externa en términos fundamentalmente políticos. Si es que aún estamos viviendo el período de ilustración iniciado por Kant, debemos alentar este debate. “Todavía falta mucho para que la totalidad de los hombres sea capaz o esté en posición de servirse bien y con seguridad del propio entendimiento sin acudir a extraña conducción”. Un clásico más actual que nunca.
Eduardo Luis De Vito
Doctor en Medicina

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