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Sábado, 31 de diciembre de 2005
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Producto Bruto

Sobre la base estadística que surge de la información de las últimas enciclopedias publicadas, de los datos de embajadas de diversos países, Internet y otras publicaciones, la Argentina, en términos del PBI (bienes y servicios producidos en términos anuales), se ubica en el 51º lugar. El país tiene su basamento en productos agropecuarios –sin valor agregado–, resultando éstos alrededor de un 75 por ciento de las exportaciones, y cuyos valores internacionalmente los imponen los importadores (países desarrollados). Faltan sólo cinco años para cumplir los 200 años (1810), donde se produce el primer intento de conformar un país independiente, y la estructura exportable continúa, prácticamente, en el mismo encuadre. De esto se deduce de manera concluyente y categórica que la Argentina debe asignar mayores partidas presupuestarias a la educación, la cultura, la investigación a costa de lo que fuere, y entre ello reducir el improductivo e inútil gasto en el militarismo, en la jubilación de privilegio de políticos, militares, que posibilite otorgar miles de becas para que los hijos de familias pobres concreten el secundario (en el país el 64 por ciento de los mayores no lo realizó). Y también estudios universitarios o terciarios ya que como humanos –sin discriminación– tienen el pleno derecho de tener elevada preparación técnica y científica por su bien y, por plena extensión, por la del país. Esto como estrategia consagrada para el logro de su capacitación como país, lo que representa su base esencial para lo económico y social interno, con su derivación en lo exportable, sea en la industria, la producción científica, la representatividad de la alta tecnología. También se contribuirá así a reducir la desocupación y subocupación. Este innovante y concluyente cambio de nuestra estructura productiva se debe hacer contra viento y marea, y en este nuevo marco funcional también aumentar sustancialmente la partida presupuestaria para el Conicet. Lo precitado, en términos comparativos, se verifica en muchos países del Primer Mundo, con absoluta prioridad a la industria y otros aspectos de avanzada tecnológica. Por ejemplo, Suecia, con una población de unos 10 millones de habitantes, logra un PBI por habitante superior al de la Argentina en alrededor de un 200 por ciento, exportando un 40 por ciento de su PBI, pero más del 80 por ciento del mismo corresponde a productos industriales. Logrando de esa forma un elevadísimo nivel en lo económico y social de su población, sin villas miseria, desnutrición y otras infinitas negatividades como ocurre en la Argentina. En este año se cumplen 216 años desde que la Revolución Francesa consagró los principios de libertad, igualdad y fraternidad. En este lapso de más de dos siglos, la libertad se transformó en gran parte en libertinaje, donde unos pocos se enriquecieron desmesuradamente a costa de las mayorías populares, provocando pobreza e indigencia, donde según el humorista Quino: “Nadie amasa una fortuna sin hacer harina a los demás”. La igualdad ha consagrado en el mundo la inaguantable desigualdad económica y social. Y la fraternidad, véase su resultado en la intolerable pobreza e indigencia que acontece en el continente africano y Sudamérica.

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