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El Deutsche Bank se encuentra al borde de la quiebra por la denuncia de Eric Ben-Artzi, un analista de riesgo que trabajaba en la filial de Nueva York, y denunció a la SEC que el banco estaba inflando partidas deliberadamente, con el objetivo de lograr una modificación de la valoración de su exposición a productos derivados. La SEC multó al banco con 55 millones de dólares y premió a Ben-Artzi y a un colega suyo con una recompensa de 8,25 millones de dólares, pero la reacción del analista fue devolver el dinero y enviar un artículo al Financial Times en el que denunció que las “puertas giratorias” entre la directiva del banco y los organismos reguladores estaban sirviendo para que los ejecutivos del banco quedasen impunes. Inmediatamente, las autoridades estadounidenses calcularon de nuevo la sanción y pusieron al banco una multa de 14.000 millones de dólares.
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