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Domingo, 15 de junio de 2014
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Restricción externa y fin de ciclo

No hay dos sin tres

Por Carlos Andujar *

Por mucho que se escriba sobre el tema, la restricción externa y sus consecuencias en los niveles de crecimiento, empleo, mercado cambiario e inflación, sigue siendo el principal problema macroeconómico que el actual proyecto político debe enfrentar de cara al último año y medio de gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

El problema es fácil de describir. El crecimiento de la economía que trae empleo y reducción de la pobreza al mismo tiempo genera una necesidad de divisas superior a las que se obtienen por las exportaciones. Esto sucede fundamentalmente debido a que la estructura productiva del país está fuertemente condicionada por su histórica matriz agroexportadora. Esta nunca fue reemplazada, golpes de Estado mediante, por una industrial, a pesar del claro proyecto industrialista de mediados del siglo pasado. De este modo, la producción nacional depende de los insumos importados para funcionar. Según datos de la Cepal, para el período 2010-2011 por cada punto de crecimiento de la economía las importaciones crecieron 3,7 veces, destacándose el aumento de vehículos, combustibles y piezas y accesorios de bienes de capital. Para el 2015 se sumará a la restricción externa vencimientos de deuda exigible en divisas. Deuda externa que en el largo plazo no representa los problemas financieros que sí genera en el corto.

En la solución al problema de la restricción externa no hay grandes divergencias para los economistas en el largo plazo: autoabastecimiento energético, sustitución de importaciones, desendeudamiento y construcción de una matriz tecnológica e industrial. Estos son los pilares de la mayoría de los objetivos propuestos. Sin embargo, en el corto plazo, donde el kirchnerismo se juega mucho más que el resultado de las elecciones del 2015 dado que pone su propia esencia en cuestión, los acuerdos no son unánimes. El economista Claudio Scaletta, basándose en los escenarios pendulares descriptos por Marcelo Diamand, afirma que el ajuste parece inevitable y las alternativas inmediatas pueden ser sólo dos. Un reacomodamiento moderado realizado por la actual administración, con búsqueda del financiamiento externo que permita impulsar la demanda, o llevar el modelo al límite, dejando que el freno de la economía agote las reservas y dejando el terreno libre para que la administración post 2015 pueda legitimar un ajuste ortodoxo clásico, con culpas “al populismo y la heterodoxia”, acuerdo con organismos internacionales, deuda al viejo estilo, fuerte devaluación y baja de salarios.

La primera alternativa –afirma– supone adelantarse al peor de los escenarios, buscar mecanismos financieros para reforzar las reservas y alentar racionalmente el ingreso de capitales y la Inversión Extranjera Directa. Y concluye: no es un escenario deseado, es un escenario posible.

Si bien los escenarios descriptos son posibles y, en alguna medida esperables, no son los únicos. ¿Cómo es posible que un grupo de empresas exportadoras decida no liquidar divisas cuando el país, es decir, todos los argentinos, necesita que lo haga? Es necesario tomar el control de esa actividad estratégica a través de la creación de una institución que tiene dignos antecedentes en el IAPI y la Junta Nacional de Granos. Urge la necesidad de una reforma de la Ley de Entidades Financieras que otorgue al Banco Central, a través de sencillos mecanismos de encajes, el direccionamiento del ahorro público para el crédito público, que financie la lenta pero imprescindible tarea de sustituir importaciones. Gravar la renta financiera y la renta minera permitirá al Estado obtener fondos para apuntalar el crecimiento, el empleo y sostener las políticas sociales. El ingreso de capitales y la inversión extranjera, de modo subsidiario, debe condicionarse a los criterios de generación de empleo, transferencia de tecnología y la restricción de remisión de utilidades.

El kirchnerismo ha sabido salirse, en reiteradas oportunidades, de lo que se “esperaba” de él. La estatización de las AFJP, la Asignación Universal por Hijo y el control estatal de YPF son muestras de ello. ¿Podrá hacerlo una vez más?

* Docente UNLZ. Facultad de Ciencias Sociales.

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