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Domingo, 12 de junio de 2011
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Reparto desigual del ingreso dentro del mundo del capital

Distribución entre pymes y grandes empresas

Por Emilio Katz *

Existe plena coincidencia en que las micro, pequeñas y medianas empresas tienen una fuerte propensión para generar y capacitar empleo. Desde el punto de vista cuantitativo, 1,6 millones de emprendimientos intentan en el mercado responder a la demanda de bienes. Su oferta atomizada les resta capacidad de fijar precios que estén por encima de los que fija el mercado, a diferencia de los grandes formadores de precios que con su poder monopólico son, en definitiva, los responsables directos del proceso inflacionario y sus principales beneficiarios. Además, las pymes nacen con mínimas inversiones de capital y han demostrado empíricamente que son altamente prolíficas en su capacidad de reproducirse. Mantienen una íntima relación con el desarrollo del mercado interno, lo cual se verifica en la manera en que crecen cuando mejora la distribución del ingreso.

La puja entre el poder adquisitivo del salario y la tasa de ganancia empresarial constituye el marco donde se dirime el grado de equidad distributiva. En esa disputa, el Estado tiene un rol fundamental como árbitro y puede inclinar la balanza para una u otra parte. El grado de intervención Estatal en la economía divide las banderas ideológicas. El neoliberalismo apuesta a deslegitimar su intervención, buscando con ello preservar sus privilegios. Los años 1954 y 1974 marcaron los picos más altos en la participación de los asalariados en la distribución del ingreso y significaron momentos de fuerte expansión económica a partir del desarrollo del mercado interno. Esa situación repercutió favorablemente en el crecimiento de las pymes. Ambos momentos fueron interrumpidos abruptamente por dictaduras militares.

La práctica concreta nos permite afirmar que nuestro destino está indisolublemente ligado al nivel de empleo, el poder adquisitivo del salario, las políticas sociales que mejoran las condiciones de vida de un número importante de personas y al mismo tiempo potencian la demanda. En suma: toda mejora en la distribución del ingreso repercute favorablemente en nuestra actividad.

Desde los años ’50 se le fue asignando una cualidad virtuosa a la ecuación distributiva de repartir la torta en dos partes iguales. El 50 por ciento del ingreso para los trabajadores y el otro 50 para los capitalistas. No negamos la virtuosidad de tal distribución. Sin embargo, la mitad de la torta que se supone sería para los capitalistas merece ser analizada en su composición, porque si se la ingiere sin mirar lo que tiene adentro, se corre el riesgo de alterar todo el virtuosismo de la ecuación general que tan buenos resultados produjo en el pasado. Un rasgo esencial de la globalización es la creciente concentración económica. Hoy existen en nuestro país 1,6 millones de establecimientos de micro, pequeñas y medianas empresas. Y solo 750 grandes empresas y unas 100 se llevan la parte del león. Para que el 50 y el 50 sirva como un factor dinamizador de un modelo de desarrollo es absolutamente necesario desagregar las proporciones de la segunda parte. No existe una mano invisible que distribuya proporcionalmente el ingreso entre los empresarios. Solo la mano del Estado puede generar políticas capaces de dinamizar la generación de empleo, su capacitación, la inversión productiva, el crédito. Es importante lo que se vino haciendo en este sentido. Es mucho más lo que falta por hacer

* Dirigente de Apyme y de Caibyn.

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