En el marco de una pol铆tica de desarrollo basada en la industrializaci贸n y la diversificaci贸n productiva, le cabe al Estado un papel central en la generaci贸n de un sistema financiero al servicio de esa estrategia. La historia de los pa铆ses que se industrializaron a lo largo del siglo XX brinda sobradas evidencias de que las estructuras financieras no se adecuan por s铆 solas a las necesidades del proceso de desarrollo y que la falta de financiamiento de largo plazo puede constituirse como uno de los principales obst谩culos para esos procesos.
La necesidad de proveer de financiamiento de largo plazo, ausente en gran medida en las decisiones crediticias de la banca comercial o m煤ltiple, estuvo presente en todos los procesos de industrializaci贸n y no fue solucionada, libr谩ndola a las fuerzas del mercado. En este sentido, los bancos nacionales de desarrollo, como instituciones bancarias p煤blicas con suficiente capacidad para influir en la magnitud y composici贸n del proceso inversor, tienen como objetivo primordial brindar financiamiento para proyectos productivos de larga maduraci贸n que resulten clave en el proceso de crecimiento y desarrollo nacional.
Actualmente no existe en la Argentina una instituci贸n que re煤na estrictamente las caracter铆sticas de un banco de desarrollo, aunque es cierto que algunas de sus funciones pueden reconocerse en determinadas l铆neas de cr茅dito existentes. Tal es el caso de herramientas como el Fondo del Bicentenario o la l铆nea 400 del Banco Naci贸n, que han tenido resultados significativos.
Sin embargo, y m谩s all谩 de que se encuentran vigentes importantes instrumentos en esta direcci贸n, es una necesidad imperiosa contar con una entidad que articule estos instrumentos y que los encuadre dentro de un plan de desarrollo que apunte a superar algunos de los obst谩culos que hist贸ricamente han interrumpido los procesos de crecimiento de la econom铆a dom茅stica.
En este sentido, los bancos de desarrollo poseen caracter铆sticas que los diferencian del resto de las entidades financieras y que los convierten en instituciones m谩s adecuadas para cumplir con esos objetivos. En primer lugar, al no recibir dep贸sitos, estas entidades no enfrentan riesgo sist茅mico. En segundo lugar, la capitalizaci贸n de un banco de desarrollo es, en 煤ltima instancia, un problema fiscal, pero no un problema del mercado de capitales. Las limitaciones de financiamiento que se les pueden presentar a estas instituciones no est谩n asociadas a las evaluaciones privadas de sus perspectivas de rentabilidad, ni a su vulnerabilidad por el riesgo crediticio que enfrentan. En tercer lugar, la l贸gica operacional de un banco de desarrollo es distinta a la de un banco comercial, ya que sus decisiones crediticias y el perfil de sus activos no dependen aut贸nomamente de la administraci贸n del banco sino de sus estatutos y de los lineamientos de la pol铆tica econ贸mica.
Por estos motivos, un banco nacional de desarrollo queda fuera de la 贸rbita de las reglas y evaluaciones que se aplican al sistema financiero en general, teniendo as铆 la posibilidad de actuar al servicio de la consolidaci贸n de un proceso de industrializaci贸n y desarrollo.
En consecuencia, el desempe帽o de este tipo de entidades debe juzgarse por su capacidad para profundizar la diversificaci贸n productiva, reducir la heterogeneidad estructural, incrementar la generaci贸n de empleo, entre otros factores.
Estos cambios estructurales no se ver谩n necesariamente reflejados en la rentabilidad de la instituci贸n en el mediano plazo y, por tanto, el primer paso para pensar en las capacidades de un banco de desarrollo es alejarse de la l贸gica de an谩lisis de las entidades financieras privadas, que en la actualidad se aplica tambi茅n a bancos comerciales p煤blicos. En este aspecto radica la posibilidad de su existencia y el aprovechamiento de sus potencialidades
* Docente UBA, investigador Idehesi y Cenda.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.