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Domingo, 18 de octubre de 2009
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No bajaron los precios de las viviendas

El negocio de los ladrillos

Por Roberto Navarro

A partir de 2002, luego de la salida de la convertibilidad y comenzada la recuperación económica, la construcción de edificios residenciales se convirtió en una buena alternativa de inversión. Los altos márgenes de ganancia que resultaban de los bajos costos en dólares impulsaron el crecimiento del sector. Pero a partir de 2007 los precios de los insumos y de la tierra comenzaron a achicar los márgenes, ya que los precios de venta no podían acompañar la suba por el límite que imponían los ingresos de los argentinos. El negocio de invertir en ladrillos quedó en desventaja con respecto a otro tipo de inversiones. La condición de reserva de valor se mantuvo, pero dejó de considerarse un buen negocio para entrar y salir. En 2008 la crisis financiera internacional y la pérdida de rentabilidad del campo por la sequía terminaron de consolidar la caída, ya que la construcción se había convertido en un sector que canalizó los excedentes económicos de otros sectores. Por otra parte, el alto crecimiento de los años anteriores había creado un stock de propiedades a la venta tan alto que, ante la caída de la demanda, no pudo seguir trasladando el aumento de los costos a los precios de venta. Lo habitual en estos procesos recesivos es que el mercado ajuste bajando los precios, pero la mayor parte de las construcciones se habían realizado con capitales propios: los propietarios no sintieron el apuro por vender que genera una inversión apalancada por créditos. Así, la inelasticidad de los precios generó que el indicador que se ajustó fue el de las ventas.

La ciudad de Buenos Aires, que había sido protagonista del boom inmobiliario, es la que más sintió el frenazo. En 2009 la superficie permisada cayó un 67,5 por ciento en la capital y es el tercer año consecutivo de caída. La caída en la superficie autorizada tiene que ver también con que los inversores se concentraron en departamentos pequeños, que son más fáciles de vender y de alquilar y que son más demandados ya que en la ciudad creció fuertemente la cantidad de personas que viven solas. Sólo nueve barrios porteños incrementaron la superficie permisada en 2009: todos son del sur. Entre ellos, Liniers, Mataderos, Parque Avellaneda y Barracas. La razón por la que en estos barrios se siguen requiriendo permisos de construcción es el plan de viviendas del gobierno nacional. La contracara son Puerto Madero y Belgrano, que en los primeros ocho meses del año no tuvieron ni un solo metro de superficie permisada.

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