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Viernes, 3 de julio de 2009
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FESTIVAL NACIONAL DE TEATRO EN EL ESPACIO CULTURAL NUESTROS HIJOS, EX ESMA

“Intentamos sublimar el dolor desde la creación”

En el encuentro se presentarán seis obras teatrales. Guillermo Parodi, coordinador del festival, habla de convertir un lugar de horror, como fue la ESMA, “en un espacio generador de vida”.

Por Hilda Cabrera
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Guillermo Parodi, hijo de Teresa, tuvo a su cargo la organización de este festival gratuito en el ECuNHi.

Cuando la Asociación Madres de Plaza de Mayo le propuso a Guillermo Parodi organizar un primer Festival Nacional de Teatro en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), el actor y director dijo sí de inmediato, a pesar de su inexperiencia en el armado de festivales. Sucedió que un año atrás surgió en Madres la idea de una convocatoria a personas productoras de hechos artísticos con el propósito de convertir un lugar de horror, como fue la ESMA, en “un espacio generador de vida, de intercambio de saberes y creatividad”, según apunta hoy Parodi. Este artista –también autor de una última obra, La gota que horada paciente– opina que los mundos imaginarios que sugiere el teatro pueden ser fuente de “infinitas revoluciones” en la sensibilidad del espectador. De modo que no titubeó en tomar a su cargo la coordinación de un festival inédito que –sujeto a las restricciones ocasionadas por la gripe porcina– ofrecerá obras hasta el 18 de julio en el predio de la ex ESMA, abierto el 30 de abril de 2008 como centro destinado a las artes visuales, las letras, la música y el teatro. Se ofrecerán seis obras interpretadas por elencos de la Capital y las provincias, todas con acceso gratuito.

–¿Cómo se sobrepone al lugar y a lo que significó?

–Se trata de superar el espanto abocándose a la tarea con energía positiva, diría que con alegría, intentando sublimar el dolor desde la creación. Con este propósito se invita a los elencos y se organizan talleres, charlas, seminarios, muestras de artes plásticas, recitales y ciclos de música. Para este festival hemos realizado convenios con varias instituciones, entre otras el Fondo Nacional de las Artes y el Instituto Nacional del Teatro que nos permitió traer artistas del interior.

–En la presentación del Festival en el ECuNHi se alude a un lugar vaciado...

–Porque no quedó nada donde hubo mucho. No podemos negar que esta historia nos atraviesa a todos, aunque de distinta manera. Cada uno tiene también una opinión sobre qué hacer con este lugar. Algunos dijeron que debía ser un museo y sostenerlo y cuidarlo como tal para que no olvidáramos el pasado. Otros, como las Madres, y entre ellas la presidenta de la Asociación, Hebe de Bonafini, piensan que hay que transformarlo en un espacio de creación de vida, que en este caso es arte.

–¿Se le facilita al espectador el ingreso al lugar? Lo digo por el peso de la historia.

–El predio del ECuNHi está bien cuidado, pero como todavía no funciona en su totalidad, puede parecer poco hospitalario. Por eso nosotros hemos iluminado muy bien la calle de entrada al espacio donde se verán las obras. Además, cuando ya se está adentro, esa primera impresión, o recuerdo de lo que fue el lugar, va quedando atrás.

–¿Cuál fue el criterio de selección de las obras?

–Desde el comienzo la intención no fue referirse a lo que sucedió en la ESMA. La idea era salir de ese camino. Hubo absoluta libertad temática, aunque es cierto que “se elija lo que se elija” las obras van a tener allí un significado diferente.

–Algo que ha sucedido con las presentadas en los ciclos de Teatro por la Identidad, impulsado por Abuelas de Plaza de Mayo, por ejemplo, o las de Teatro Abierto estrenadas bajo la dictadura. Vistas fuera de esos contextos repercuten de otra manera.

–Las obras de Teatro Abierto se referían de manera metafórica a la falta de libertad y las de Teatro por la Identidad –aunque no sean explícitas– aportan a un hecho que nos sigue doliendo: el de los chicos apropiados durante la última dictadura militar. En el ECuNHi, la intención pasa por otro lado, porque vivimos en democracia, se está recuperando a los hijos de desaparecidos y porque la ESMA es hoy un lugar para la vida. Esta transformación no significa olvidar, sino, simplemente, entregar a los artistas un espacio para que se expresen, imaginen otras historias y puedan crear mundos mejores.

–¿Esos mundos mejores se relacionan de alguna manera con sus estudios de teatro?

–Pienso que sí. En teatro tuve buenos maestros, como Alejandra Boero, con la que estudié desde que yo era una criatura. Participé en casi todas las obras que se programaban en su teatro Andamio 90; en las del proyecto intergeneracional Los que vienen y en el último espectáculo en el que Alejandra subió a un escenario, Versos rebeldes, un recital donde ella leyó un poema de León Felipe. De su escuela salieron Claudio Tolcachir y otros amigos que ahora están trabajando para este festival. Aquella época fue muy valiosa porque Alejandra nos hacía amar el teatro. Quizá por eso uno se embarca en estas cosas.

–¿Hubo un cambio en la programación del festival?

–Sí, con La Omisión de la familia Coleman, que presentaremos más adelante en el ECuNHi, por afuera del festival. Cuando hablé de las obras con Raúl Brambilla, director del Instituto Nacional del Teatro, hicimos una selección teniendo en cuenta las distintas regiones del país. Por la capital tomamos Tercer Cuerpo. Después, Claudio (Tolcachir) me ofreció también La Omisión..., y la aceptamos, pero surgió una dificultad con la fecha. Por eso la vamos a poner en agosto.

–¿Qué relación hay entre su última obra y este festival?

–Casualmente, La gota que horada paciente es la historia de alguien que busca su identidad, pero entonces no imaginaba que terminaría trabajando en este espacio. La gota... fue el resultado de un taller de dramaturgia que hice con Mauricio Kartun en la EMAD (ex Escuela Municipal de Arte Dramático). Antes había escrito en colaboración con Carla Llopis y Roberto Monzo una versión de Hamlet, de William Shakespeare. La titulamos H (veneno de broma). Ahora preparo junto con Carla (Llopis), que es mi mujer, licenciada en filosofía, bailarina y coreógrafa, una obra sobre el primer peronismo: Palo y a la bolsa. Mezclamos teatro y danza, utilizamos títeres, introducimos discursos y además de investigar sobre los hechos históricos ponemos el acento en las situaciones cotidianas. Es un tránsito por aquella época, un poco al estilo de 1789, la versión de la obra de Ariane Mnouchkine que Boero dio en la década del ’90 en su teatro, donde también integré el elenco.

–¿Qué le interesa del primer peronismo?

–Sé que es un proyecto ambicioso, pero algo debe estar pasando en el entorno para que nos entusiasme. Hace tres años que empezamos a investigar sobre la historia individual y colectiva de esa época. Nos interesa saber cómo se vinculaba la gente en esos años, cuál era la moral predominante y otras cuestiones que hacen a la vida cotidiana.

* La programación del festival, que debía comenzar hoy, está supeditada a las restricciones impuestas por la epidemia de gripe A. El encuentro se desarrollará en el ECuNHi, de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Av. del Libertador 8465. Tel. 4703-5089.

([email protected]) Todas las obras se ofrecen a las 20, con entrada gratuita.

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