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Miércoles, 21 de abril de 2010
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La estrella de Sevilla, en el Teatro Nacional Cervantes

Versos que no mueren

En su versión de la obra atribuida a Lope de Vega, la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España propicia planteos en torno del amor, la conquista y el honor.

Por Hilda Cabrera
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La obra se puede ver desde hoy hasta el próximo domingo.

¿Por qué no imaginar a un rey turbado y sumido en contradicciones por haber equivocado el método de seducción de una dama? Sucede que el joven rey de Castilla, Sancho IV el Bravo, no tiene el camino fácil en Sevilla. Ocupado en lograr su placer antes que gobernar en beneficio de la ciudad, se verá enfrentado al gobierno local que lo había recibido entre alabanzas. Su pasión por la hermosa Estrella Tavera propicia planteos en torno del amor, la conquista y el honor, tema central para los dramaturgos del Siglo de Oro español y privilegio para el público que disfrutaba del ingenio puesto en unos versos que aludían al cumplimiento de lo prometido, el recato en cuestiones de amor y la obediencia al rey. Adhesión que no colocaba al honor en un nivel superior. Finalmente, la casta militar y la nobleza ignoraban los derechos de la clase baja, cuyas traiciones eran castigadas con la horca, como lo demuestra esta obra. No era así con los poderosos que sabían cómo mutar traiciones por reacomodamientos. Esta versión libre de La estrella de Sevilla va en esa línea: la interpelación de los ediles al rey acaba en un nuevo pacto. Y en esto reside parte de la “actualidad” que se le adosó a esta pieza de comienzos de 1600, atribuida –con reticencias– a Lope de Vega.

El director Eduardo Vasco –a cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España (CNTC) desde 2004– ha presentado en anteriores temporadas en Buenos Aires Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina; El castigo sin venganza, de Lope de Vega, y la singular Amar después de la muerte, de Pedro Calderón de la Barca, cuya acción transcurre en tiempos del levantamiento morisco de 1568 en la Alpujarra granadina. Nacido en Madrid, pero formado en Alcalá de Henares, Vasco –también actor, régisseur y músico– fundó la compañía Noviembre Teatro y llevó a escena obras de autores clásicos y contemporáneos. Como director de la CNTC ha destacado con versiones que acercan los clásicos españoles al presente. Un ejemplo extremo fue el montaje de El castigo sin venganza, una historia de amor y adulterio de la Italia de los siglos XV y XVI trasladada a la Italia de Mussolini. En esta pieza de 1631, inspirada en una novela de Mateo Bandello, el honor era el gran tema, como lo es en La Estrella..., intriga situada en la Sevilla del siglo XIII, donde los poderosos fabulan enredos sin la comicidad de los bufones.

En esta puesta de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (creada por Adolfo Marsillach en 1986), la escenografía y el vestuario no responden al siglo XIII, sino al presente. Unos paneles recortan el escenario a la manera de una caja abierta a la platea y otros elementos en armonía de líneas y colores cumplen diferentes funciones: se los utiliza a modo de columna, tarima, cama o ataúd. Sorprende –en el inicio del espectáculo– ver cómo avanzan los personajes desde el fondo del escenario con la artificiosa seguridad de los modelos publicitarios que –trajeados como yuppies– prometen solucionar domésticas desdichas si contratamos sus servicios. Una impresión que felizmente acaba al comprobar que esos atildados personajes son interpretados por actrices y actores sólidos y experimentados que saben cómo guiar la atención del espectador hacia unos versos que atrapan. Lo demuestran en papeles de lucimiento Daniel Albaladejo, como el rey Don Sancho el Bravo; Arturo Querejeta (Busto Tavera), Jaime Soler (Sancho Ortiz de las Roelas), Muriel Sánchez (Estrella Tavera) y Paco Vila (Clarindo).

La música es protagonista desde la apertura con la interpretación de Isaac Pulet, en violín barroco, y la creación de atmósferas a través del diseño sonoro de Vasco, quien ha seleccionado temas de Ege Bamyasi y Tago Mago, álbumes de Can, banda alemana del movimiento Kraut Rock; y fragmentos de “El trino del diablo”, del violinista y compositor italiano Giuseppe Tartini. Entre otros pasajes interesantes se imponen aquellos versos que plasman una cosmovisión rebelde y melancólica (“Toda esta vida es jugar/una baraja imperfecta,/mal repartida, y sujeta/a desdichas y pesares”), y la secuencia en que Clarindo, el personaje cómico, “el gracioso” de los espectáculos de la época, arma un particular enredo solidarizándose con la locura momentánea de Sancho Ortiz –el enamorado de Estrella Tavera, manipulado por el rey y autor del crimen de Busto Tavera, su amigo y hermano de la codiciada Estrella–, imaginando un descenso al infierno, donde dice ver un castillo con “mil gobernantes mintiendo” y “una legión de banqueros”, pero no descubre allí abogados. No los quieren recibir “porque acá no inventen pleitos”, razona.

8-LA ESTRELLA DE SEVILLA

Obra atribuida a Lope de Vega

Por la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España

Elenco: Daniel Albaladejo, José Vicente Ramos, José Ramón Iglesias, Francisco Roja s, Mon Ceballos, Jesús Calvo, Arturo Querejeta, Jaime Soler, Muriel Sánchez, Paco Vila, Eva Trancón, Fernando Sendino, Jesús Hierónides, Angel Ramón Jiménez e Isaac M. Pulet (violín barroco).

Asesor de verso: Vicente Fuentes.

Iluminación: Miguel Angel Camacho.

Escenografía: Carolina González.

Vestuario: Lorenzo Caprile.

Versión y dirección: Eduardo Vasco.

Lugar: Sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. Espectáculo en gira. Funciones desde hoy hasta el domingo 25 (despedida), Horario: a las 20. Entrada: 30 pesos. Tel. 4816-4224.

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