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Domingo, 14 de noviembre de 2010
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MIRTA BOGDASARIAN, PROTAGONISTA DE EL BOX

Aquellos fulgores pasados

La actriz encarna a La Piñata, una boxeadora retirada. La obra de Ricardo Bartís parte de una trilogía sobre el deporte, volvió de presentarse en el prestigioso Hebbel Theater de Berlín y ya retomó sus funciones en el Sportivo Teatral, Thames 1426.

Por Cecilia Hopkins
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“Esta boxeadora sería una especie de Videla en femenino”, dice Bogdasarian.

El box, obra de Ricardo Bartís y su grupo, el Sportivo Teatral, viene de hacer funciones en el prestigioso Hebbel Theater de Berlín y acaba de retomar las funciones en su sala de Thames 1426. “Este es el terreno que hay que cuidar: las giras agotan y nunca sabés qué le parece tu trabajo a alguien que no habla tu mismo idioma”, reflexiona ante Página/12 Mirta Bogdasarian, la actriz que tiene a su cargo el rol protagónico de la obra, la boxeadora María Amelia. En poco tiempo más, la obra volverá a salir de gira para formar parte del festival Santiago A Mil, en Chile, y el año próximo viajará a España. Estrenada algunos meses atrás, El box es la segunda obra de la trilogía sobre el deporte que comenzó con La pesca y que concluirá con El fútbol, espectáculo que aún no ha comenzado a ensayarse.

Como sucedía en la obra anterior, la situación básica de El box plantea la necesidad de recuperar algo que en otro tiempo tuvo brillo propio: en el primer caso, un coto de pesca que prosperaba en las aguas del arroyo Maldonado; en éste, La Piñata, evento social y deportivo que lleva el apodo de María Amelia, estrella del boxeo hoy olvidada y en franca decadencia. La acción arranca durante los preparativos de la fiesta de cumpleaños de ella, motivo por el cual se encuentra adornando la casa-gimnasio que comparte con su marido Aníbal. El hombre solía manejarle la carrera, pero ahora no acierta a encontrar las palabras para escribirle el discurso de presentación a la homenajeada. “Eso de hablar sobre algo que tuvo un fulgor en el pasado y que en la actualidad ya no brilla es un tema recurrente en Bartís, algo que acompaña a todas sus reflexiones”, apunta Bogdasarian. El director la convocó el año pasado para comenzar las conversaciones alrededor del personaje, pero sin tener demasiada idea de los sucesos que abordaría el espectáculo. Incluso, en algún momento el director pensó en realizar un unipersonal, idea que fue de-sechada finalmente “por las dificultades que planteaba el sostener dramáticamente un monólogo”. Finalmente, el elenco quedó compuesto por Pablo Caramelo, Adrián Fondari, Adrián Hirsuta, Matías Scarvaci, Jazmín Antar y Mariana de la Mata.

El estreno de El box estaba programado en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CTC) e iba a tener lugar durante los festejos del Bicentenario. A raíz de las marchas y contramarchas a destiempo que sufrió la producción del espectáculo, Bartís decidió retirar su obra de la programación y encarar el estreno en su propio teatro. “Aceptamos la propuesta del Colón, formateamos el proyecto tomando en cuenta que iba a haber una orquesta y otro tratamiento espacial al que hoy tiene el espectáculo, pero luego ocurrió la fractura”, resume Bogdasarian y continúa: “Salimos fortalecidos, porque trabajamos según nuestro propio ritmo: el Colón tiene otros tiempos y, además, estaban muy atrasados por el tema de la reapertura”. Sin embargo, ella considera que, de haber sido estrenada allí, la obra hubiese tenido un gran impacto: “Festejar el cumpleaños de María Amelia junto con el Bicentenario y que suene cumbia en el Colón hubiese sido una simpática invasión, una estimulante falta de respeto”.

Actriz de larga trayectoria (entre sus trabajos se destaca Doble concierto, junto a Norman Briski, y Sólo brumas, con Eduardo Pavlovsky), Bogdasarian cuenta que antes de pasar al trabajo concreto de la improvisación en la sala de ensayo no hubo demasiadas conversaciones con el director. Sin embargo, comenzaron las improvisaciones con toda la información necesaria como para trabajar el texto en el mismo proceso de ensayo: “Bartís tiene muy en cuenta la política –afirma la actriz– y la obra nos servía de excusa para volver sobre líneas de pensamiento que circulan en el país, tanto de la derecha como de la izquierda”. Así, María Amelia comenzó a delinearse como personaje teniendo en cuenta pensamientos ligados a la última dictadura: “Pensamos que esta boxeadora podría ser una especie de Videla en femenino. Después apareció la posibilidad de que remitiera a Cecilia Pando: eso nos servía para entender que ella se siente con derecho a reclamar algo que tuvo y que hoy se le niega. Era como si ella le dijese a la gente que la seguía y apoyaba: ‘Si me acompañaron en su momento y me vivaron, ¿por qué dejaron de hacerlo?’. Como si ellos hubiesen sido los traidores”, explica.

La actriz aclara que hay frases de María Amelia que no puede dejar de rechazar. Sin embargo, como ocurre con otros personajes de las obras de Bartís, en la singular boxeadora que interpreta menudean las ideas contradictorias. Porque muchas de sus frases podrían ser atribuidas a la militancia de izquierda, así como no son pocas las situaciones que la obra plantea que aluden a la necesidad de conquistar “fulgor, destreza, intensidad; lo que escasea” y de “refundarse y no tirar la toalla”. La Piñata está vestida de celeste, asume discursos contradictorios y está en crisis desde hace rato. No obstante eso, Bogdasarian no quiere hablar sobre la interpretación simbólica de su personaje porque “sería una forma de minorizarlo”. Ella prefiere que los espectadores entren en un “intercambio menos intelectual y que se les ponga en juego algo personal”, según dice. Durante la obra, los propios actores interpretan la música que enciende la fiesta de cumpleaños de La Piñata. “La cumbia tiene algo muy conmovedor y es muy argentina”, opina la actriz. “Tiene algo triste y alegre, es potente y también melancólica, como también lo es el cuarteto. Será porque en su esencia tiene algo de nuestra identidad”, resume.

–¿Le es familiar el mundo del boxeo?

–Tenía muy poca información, fue un mundo a descubrir. Cuando comencé a ensayar esta obra fui a ver box en vivo, a La Tigresa Acuña, cuando defendió su título. También descubrí la historia de Mohamad Alí (un personaje que está muy presente en la puesta de El box, incluso desde lo visual), un hombre que se rebautizó, se puso en contra de su gobierno, rechazó la guerra de Vietnam y casi pierde la licencia para pelear.

–El marido de María Amelia cita al Facundo de Sarmiento y dice estar leyendo a Alberdi. ¿Qué clase de discurso intenta escribir?

–Una de las líneas de pensamiento nos llevó a decidir que haya sido el marido quien le dio a ella un discurso determinado. María Amelia es una fuerza irrefrenable, sin ideología, irreverente, pura acción. En cambio, él parece alojado en lo intelectual: roba discursos para armar la presentación, pero ella se enoja porque piensa que esos fragmentos suenan confusos. “Vos relatá las piñas”, le pide.

–¿Cree que en Europa entienden lo que ocurre en El box?

–A pesar de que se presenta con traducción, es una obra muy local, con chistes de doble sentido y con muchas referencias a lugares de Buenos Aires. Sin embargo, el público europeo es entusiasta. Claro que cuando hay hispanoparlantes se siente que la brecha entre ellos y nosotros se achica.

–¿Por qué cree que interesa tanto el teatro de Bartís en Europa?

–Por algo quieren vernos... tal vez sea porque encuentran fulgor e intensidad. El espectador que va ahora al Sportivo Teatral no va con las concesiones con las que iba el de antes. Ahora es otro público, gente que viene porque Bartís es un consagrado. La obra es hostil y agresiva, y muchas mujeres (creo que especialmente las que están entre los 40 y 60) se sienten afectadas con la historia de María Amelia, iniciada sexualmente prácticamente con una violación.

–¿Qué frases de su personaje le cuesta decir?

–“Sin dolor no hay progreso” es una frase de gimnasio que, si se la saca de contexto, se vuelve tremenda. Lo mismo pasa con “un poco de dolor organiza”. Por otra parte, la función siguiente a la muerte de Néstor Kirchner fue difícil no sentir que algunas frases se cargaban de otro sentido. Como cuando se dice que “los muertos iluminan el camino de la patria” y se habla de resistir y volver a empezar.

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