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Jueves, 6 de octubre de 2011
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Vamos que Venimos, iniciativa porteña de teatro adolescente

Espacio para el intercambio artístico

Veintiún elencos de jóvenes artistas de entre 13 y 19 años presentan sus trabajos en seis salas del circuito independiente. En el encuentro, que se desarrolla hasta el próximo lunes, hay talleres, conferencias y un jurado que brinda devoluciones a los elencos.

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El grupo Desalojados, de San Nicolás, presenta Historia de un desalojo en Timbre 4.

Hasta el próximo lunes, seis de las salas de teatro independientes más reconocidas del circuito porteño recibirán a 70 chicos de 13 a 19 años que participan de la tercera edición de Vamos que Venimos, la primera iniciativa de teatro adolescente de la Ciudad Autónoma. En el marco de un espacio de intercambio constante, 21 elencos de jóvenes artistas presentarán sus trabajos y participarán de diferentes actividades. La novedad de este año es la inclusión de grupos del interior y la participación de dos compañías de teatro comunitario de Brasil y Colombia. “Nuestra idea era que hubiera diversidad sociocultural. Por eso privilegiamos las propuestas que vinieran de distintas partes de la Argentina, sin descuidar que tuvieran una idea clara sobre lo que querían contar. Estamos convencidos de que el intercambio es el camino y que tender redes entre chicos de diferentes realidades sociales, económicas y culturales es fundamental”, cuenta Cecilia Ruiz, directora del VQV.

El festival consta de varias instancias, articuladas en función de un objetivo: acercarles a los chicos un medio de expresión en el cual encuentren un modo de comunicación corporal y una forma de rito cultural entre personas, a través de la palabra. Como en ediciones anteriores, habrá un jurado que hará devoluciones a los chicos y se dictarán talleres y conferencias a cargo de reconocidas personalidades del quehacer teatral. Además de las funciones, los adolescentes participarán de los Paneles de Intercambio, espacios íntimos que invitan a los elencos a contar el proceso de creación, cuáles fueron sus aciertos y conflictos y qué aprendieron de la experiencia de montar una obra y hacerla girar.

Para los chicos, el intercambio que logran las distintas fases también es fundamental: “Más allá de que tu obra se vea, lo importante es conocernos y ver el esfuerzo que hacemos. A la hora de encarar un proyecto artístico se presentan muchas paredes, por eso cuando en un espacio compartís todo, te das cuenta de que a muchos les pasa y eso te hace bien, te da fuerza”, afirma Sebastián Barbero (19), de la compañía Los Veleros, de Pergamino, en su tercera participación en VQV. Como él, Magalí Vendramini (19), del elenco Crearte Jr. –grupo organizador junto con la comisión directiva de adultos– asegura que es “un orgullo participar y ayudar a organizar, porque el esfuerzo hace que se forme un vínculo muy lindo con gente que hace teatro de mil maneras diferentes. Es un compromiso que uno elige para mostrar algo que forma parte de uno. Y es una semana en la que pensás, comés y respirás teatro”. Ambos reconocen que miran con mucho respeto los circuitos tradicionales de teatro, pero que lo que les interesa de VQV es que crea un espacio aparte que le das la posibilidad a todos de participar. “Cuando te das cuenta de muy joven de que querés hacer del teatro tu modo de vida, es más complicado aceptar las limitaciones y tener miedo de no poder vivir de esto. Por eso es tan importante este espacio”, confiesa Barbero.

Claro que hacer un festival de esta magnitud no es tarea sencilla. Los adolescentes a menudo son tildados de poco comprometidos y su costado artístico y social es dejado de lado, tapado por conductas típicas de la edad, pero que no tienen por qué ser negativas. Ruiz cuenta que cuando empezó a pensar la primera edición se puso como objetivo cambiar la imagen que la sociedad tenía de ellos, “una visión de delincuente juvenil que se instalaba junto con el debate de la baja de la imputabilidad”. Para la actriz y docente, esa idea aún perdura en el inconsciente colectivo –aunque no tanto en la agenda mediática– y es preciso mostrar la “otra cara de lo que late dentro de ellos”. Martín Salazar, integrante de Los Macocos que tendrá una jornada de taller a su cargo, coincide con la directora y afirma que hay que combatir la idea de que los adolescentes sólo pueden crear patrones estereotipados. “Estos pibes hacen obras que hablan de sus problemáticas, de la droga, del aborto, de problemas de clase y de género. Temas que los adultos muchas veces no tocan porque no ven o porque prefieren hablar de cosas que vendan más. Pero los adolescentes no tienen ningún problema en tocar temas polémicos: eso es lo más interesante de trabajar con ellos.”

Además de Salazar, dictarán talleres Darío Levin, Pepa Vivanco, Luciano Suardi, Analía Couceyro, Diego Penelas, Ana Woolf (también dará una conferencia) y Enrique Federman, que se dividirán áreas como la técnica de clown, el entrenamiento vocal e interpretativo y la antropología teatral. El jurado que dará devoluciones a los elencos (este año ya no habrá competencia entre espectáculos, como en las ediciones anteriores) estará compuesto por Alicia Zanca, Julia Calvo, José Cáceres, Cristian Drut y Norberto Gonzalo. Y completarán el staff de profesionales Agustín Alezzo, Lía Jelín, Roberto Perinelli y Ricardo Halac, que estarán a cargo de las competencias (los dos últimos hablarán sobre Teatro Abierto). “Por sobre todo, queremos inculcarles a los chicos la idea de que además de trabajar hay que formarse. Por eso intentamos acercarles a los teatristas más prestigiosos, para demostrarles que el teatro es un camino”, dice Ruiz.

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