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Jueves, 2 de febrero de 2012
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Agustín Alezzo habla del reestreno de El círculo

La cuadratura de El Círculo

El director analiza los motivos que llevaron al éxito de la obra de Donald Margulies, que “atrae especialmente al público joven porque trata el conflicto entre padre e hijo”. Tras noventa funciones durante el año pasado, mañana regresa a El Duende.

Por Cecilia Hopkins
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“La obra no habla con melancolía del pasado, sino todo lo contrario”, advierte Alezzo.

Luego de realizar casi noventa funciones desde su estreno, El círculo, obra del norteamericano Donald Margulies, retornará a la sala El Duende bajo la dirección de Agustín Alezzo, responsable también de haberle cambiado a la pieza su nombre original, Brooklyn Boy: “Los títulos de las obras tienen que quedar en el oído –había afirmado en su momento el director–, por eso es que siempre los cambio: para mí es muy importante que, además de sonar bien, encierren el sentido de la obra”. El círculo, en este caso, alude al viaje al pasado que emprende el protagonista, un novelista de fama, trayecto que se ve obligado a realizar apenas pisa Brooklyn, lugar donde transcurrió su niñez y juventud, para visitar a su padre enfermo. “Es una obra que, tal vez porque enfoca el conflicto entre padre e hijo, ha interesado mucho al público joven”, afirma el director ante Página/12. A partir de mañana, entonces, la obra volverá a ofrecerse con el mismo elenco que la estrenó: Lizardo Laphitz, Néstor Duco, Bernardo Forteza, Cecilia Chiarandini, Carolina Alliani, Cristina Dramisino y Francisco Prim. La escenografía y el vestuario son de Marta Albertinazzi, el diseño de iluminación pertenece a Gonzalo Calcagno y el diseño sonoro, a Diego Vainer.

Escrita en 2004, en El círculo Margulies se explaya sobre las complicaciones que puede acarrear el éxito. Al menos esto es lo que le ocurre al protagonista de la pieza, el novelista Eric Weiss, quien se enfrenta a los más diversos e inesperados sucesos al momento de vender los derechos de autor de su obra para su versión fílmica. Juntamente con estos contratiempos, la enfermedad de su padre lo obliga a realizar un tour de force por el antiguo barrio judío donde fue criado. “La pieza de Margulies es quizá un juego de doble fondo en el que se entretejen momento a momento la realidad y la ficción”, reflexiona Alezzo. “Tras la muerte de su padre, Eric Weiss inicia un lento y doloroso periplo por su pasado, encerrándose en el círculo íntimo de recuerdos, plasmados teatralmente a través de una puesta que conserva una unidad espacial y temporal. El sentido de la puesta privilegia el espacio dulce y melancólico –y a la vez poético– de nuestro pequeño círculo de intimidad, aquel en el que podemos ser nosotros mismos.”

–Además del título, ¿realizó cambios en el texto original?

–Las escenas que Margulies escribió están todas tal cual, pero decidí ponerlas en otro orden. Es un autor que construye situaciones muy intensas, con un desarrollo perfecto, diálogos maravillosos y unos personajes muy definidos y contrastados. Pero la progresión dramática me resultaba muy convencional, muy tradicional, por eso quise cambiarla.

–¿Cómo quedó la historia, entonces?

–La di vuelta y comencé por el final. De esta manera, da la impresión de que todo ocurre en la mente del protagonista. Lo hice buscando una forma diferente de contar. También quise cambiar el realismo que busca el autor con una escenografía sintética, que sugiere diferentes espacios sin ser realista.

–¿Es una obra que habla del transcurrir del tiempo?

–El tema se podría decir que, en esencia, es lo siguiente: uno tiene derecho a tomar sus propias determinaciones en la vida; lo que no puede hacer de ningún modo es olvidar sus orígenes.

–¿Se refiere a la cultura judía?

–Sí, claro. El protagonista ha huido de Brooklyn porque eligió desencontrarse con su origen. En realidad, también está huyendo de su padre, un hombre que ha pasado toda su vida trabajando como empleado en una zapatería. Siempre con el rencor de haber competido con el hijo por el amor de su esposa muerta.

–¿Qué clase de rivalidad era ésa?

–Su mujer era muy lectora, tenía muchas inquietudes intelectuales, y fue ella quien impulsó al hijo a ir a la universidad, quien lo alentó para que escribiera. El padre es un hombre muy humilde, que nunca pudo recuperarse de esa situación de aspereza.

–¿Hay melancolía en este ra-cconto?

–La obra no habla con melancolía del pasado, sino todo lo contrario. En esta obra de recuerdos hay mucho humor judío, satírico y punzante, un humor que pega en el blanco. A mí me gusta mucho. Creo que el verdadero humor es aquel que comienza con uno mismo. El reírse de los otros es una avivada de mal gusto.

–¿La obra también habla del éxito?

–Sí, de las terribles consecuencias que puede acarrear. El protagonista viene de publicar su tercer libro, que se ha convertido en un best seller. Está en un momento muy difícil de su vida, separándose y despidiéndose del padre con el cual mantuvo una relación pésima.

* El círculo, de Donald Margulies. Teatro El Duende (Aráoz 1469). Funciones: viernes y sábados a las 21.30, domingos a las 19.

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