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Miércoles, 8 de febrero de 2012
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Entrevista a Jean-Jacques Lemêtre, Olivia Orsini y Serge Nikolai

Laboratorio sobre los sentimientos

Los integrantes de Théâtre du Soleil, grupo fundado en París en 1964 y dirigido desde entonces por Ariane Mnouchkine, realizarán seminarios en Timbre 4. “Nosotros trabajamos contando historias, con el foco puesto en el estado del alma”, señala Orsini.

Por Cecilia Hopkins
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Jean-Jacques Lemêtre (der.) es músico de la compañía. Olivia Orsini y Serge Nikolai son actores.

Desde hoy hasta el 18 de marzo, tres figuras pertenecientes al Théâtre du Soleil, grupo fundado en París en 1964, dirigido desde entonces por Ariane Mnouchkine, realizarán seminarios de perfeccionamiento actoral en Timbre 4 (México 3554). Se trata del músico Jean-Jacques Lemêtre quien, desde 1977 es autor –y también ejecutante en vivo– de las composiciones de los espectáculos de la compañía, y de los actores Olivia Orsini y Serge Nikolai, ambos integrantes del elenco de Los náufragos de la loca esperanza, la última producción del conjunto francés que recientemente participó en el festival Santiago a Mil en la capital chilena, luego de realizar funciones en Brasil (ver recuadro). Lemêtre dictará un taller que tendrá como objetivo la sensibilización del cuerpo desde parámetros musicales. Orsini propondrá un entrenamiento destinado a desbloquear las emociones, en tanto que Nikolai dictará la segunda parte del seminario que brindó en septiembre del año pasado en el mismo espacio, con la idea de realizar el montaje de A puerta cerrada, de Jean-Paul Sartre. El mismo se estrenará en Timbre 4 el 18 de marzo y continuará en cartel los domingos, hasta fines de abril.

Si bien cada artista se centrará en un tema de su especialidad, los tres talleres se encuentran relacionados, al punto de que podría decirse que sintetizan la modalidad de trabajo que los tres comparten: la creación de una suerte de “laboratorio sobre los sentimientos”, en el cual la música tiene el rol de estimular al intérprete a descubrir en su interior una razón para ponerse en movimiento, por fuera de los modelos de conducta cotidianos. En diálogo con Página/12, los artistas explican los objetivos de su trabajo.

–Su taller se llama “El cuerpo musical en el teatro”. ¿Qué debe entenderse cuando se habla de cuerpo musical?

Jean-Jacques Lemêtre: –Tanto en el teatro como en la danza se habla del lenguaje del cuerpo. Y esto remite a la existencia de un vocabulario y una gramática. Para mí, este lenguaje se compone de tres elementos: melodía, ritmo y armonía.

–¿Cómo se trabajan esos elementos en el cuerpo?

J. J. L: –Una persona puede tener ritmo en una parte del cuerpo y melodía en otra. En el conjunto, entonces, cada uno encontrará una armonía determinada. Hacer consciente esto es como aprender a hacer cosas que hacemos naturalmente, como caminar o respirar. Es un aprendizaje que está dirigido a actores pero también a psicólogos o pedagogos.

Olivia, usted llama a su taller “Un atleta del sentimiento”. ¿Quiere aludir a Artaud, y a lo que él llamó atletismo afectivo?

Olivia Orsini: –En realidad, me inspiré en una frase que dijo Ariane Mnouchkine cuando miraba a un grupo de atletas y, refiriéndose a nosotros, sus actores, nos dijo que también éramos atletas, pero del sentimiento. Nosotros trabajamos contando historias, con el foco puesto en el estado del alma. Fue esto mismo lo que a mí me acercó al Théâtre du Soleil.

–¿En qué consiste el entrenamiento que propone?

O. O.: –Hablamos de herramientas, de desarrollar capacidades. Pero se trata de que estas cuestiones no tapen o estén por delante de la expresión emotiva del actor. A veces los actores jóvenes trabajan con sus vísceras, pero no conectan con su corazón, no escuchan las noticias que les llegan de su interior. Se trata, entonces, de llegar a un estado de calma que permita entender las señales que está mandando el cuerpo.

Serge Nikolai: –Tanto en lo corporal, como en nuestra relación con la música o el espacio, nosotros estamos en lucha con el realismo: no queremos hacer en escena lo mismo que hacemos en la vida. Queremos que el espectador se identifique con el personaje de manera indirecta, no directa.

–¿Cuál es la diferencia?

S. N.: –Si el espectador se identifica directamente, entonces aparece una distancia y un pensamiento: “esto le pasa a otros, no a mí”. Si hablamos del horror de la guerra, si nos alejamos de lo documental y en cambio buscamos una transposición poética, el espectador no va a sentirse bloqueado. Va a abrirse y va a guardar en su interior aquello que se le está brindando.

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