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Sábado, 12 de mayo de 2012
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ANA MARIA CASO ESTRENO ¿QUE FUE DE BETTY LEMON? EN EL TEATRO DEL ABASTO

El fantasma de la vejez

La actriz interpreta a una anciana discapacitada, viuda de un socialista distinguido. La obra fue escrita por Arnold Wesker durante el gobierno de Thachter.

Por Cecilia Hopkins
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Veinte años atrás, la actriz Inda Ledesma le regaló a su colega Ana María Casó las que eran por entonces las últimas obras del británico Arnold Wesker, con una recomendación: “Algún día la vas a hacer”. Se refería a la pieza ¿Qué fue de Betty Lemon?, la misma que Casó acaba de estrenar en el Teatro del Abasto (Humahuaca 3549), bajo la dirección de Edgardo Millán. “Estoy en edad de afrontar el fantasma de la vejez”, afirma con sonriente convicción la actriz, en la entrevista con Página/12. A 57 años de iniciada su carrera actoral, Casó interpreta a una anciana discapacitada que, a pesar de ser la viuda de un socialista distinguido con el título de Caballero, vive con muy escasos recursos. Sin embargo, pese a su enfermedad y aislamiento, Betty mantiene el buen humor a fuerza de repasar una y otra vez los recuerdos de una vida signada por la militancia en el socialismo. “De ser uno de los ‘jóvenes iracundos’, Wesker se volvió explícitamente político –explica Casó–. Si bien en sus obras siempre hay personajes femeninos interesantes, del ’83 al ’93 solamente escribió obras para actrices.”

“Al hacer este personaje asumí riesgos emocionales, porque yo siempre tuve alguna causa para la militancia”, afirma la actriz antes de definirse como una mujer de izquierda, independiente, que supo tener actuación gremial en la Asociación Argentina de Actores, donde fundó la Comisión de Derechos Humanos. También activa en cuestiones de género, junto a la actriz uruguaya Teresa Trujillo, Casó fue miembro fundador del grupo Encuentro Mujer y Teatro de Buenos Aires. Respecto de su carrera, la actriz afirma: “Con la misma seriedad y compromiso hice teatro en carpas, en bibliotecas, al aire libre, en grandes teatros o en casas”. En efecto, desde sus comienzos en Los independientes, con Onofre Lovero, Casó incursionó en todos los géneros, incluido el de la revista. Luego de haber integrado el elenco de Ceremonia secreta, puesta de Oscar Barney Finn sobre la novela de Marco Denevi estrenada el año pasado, Casó decidió autogestionar el estreno de este unipersonal, junto a Millán.

Escrita en 1986 y estrenada ese mismo año en el Rond Point de París por Judit Magre, ¿Qué fue de Betty Lemon? se presentó en Londres al año siguiente, bajo la dirección del propio autor. No existe aún la edición castellana de este texto desencantado y burlón (el libro que Ledesma le regaló a Casó estaba en italiano). En pleno thatcherismo, cuando la primera ministra aún no había sido reelecta por tercera vez, Betty se pregunta por qué la han elegido para premiarla con el título de “discapacitada del año”. En los pocos momentos en que pierde los estribos, Betty se pregunta por qué olvidan premiar a los “discapacitados” que han llevado a la ruina ética y económica a su país. No obstante el rechazo que siente por el insólito galardón que le adjudican, la mujer ensaya posibles discursos de agradecimiento, mechando aquí y allá recuerdos de su vida.

–¿En qué aspectos se siente más cerca de Betty?

–Hay gente que rechaza reconocerse en el espejo que muestran los años. Yo, en cambio, no veo a Betty como un reflejo de la decadencia, sino que la entiendo en su lucha. Ella es una mujer perseverante que no traiciona sus ideas: está convencida de que existe la posibilidad de crear un mundo solidario, un mundo mejor.

–Llaman la atención los métodos que encuentra el personaje para acompañarse en su soledad.

–Sí; como Betty está sola en su casa, busca formas para entretenerse: canta, baila, monologa y así pasa por todos los estados de ánimo. El texto recorre su pensamiento. Es muy interesante porque hasta hay en la obra un rasgo surrealista. Pero mejor no hablar de esto, para no develar lo que pueda sorprender al espectador.

–Esta obra fue escrita durante el gobierno de Margaret Thachter y, sin dudas, la acción transcurre en ese mismo momento. Se comprende el tono desencantado e irónico de una militante socialista...

–Hubo mucha discordia entre los integrantes de ese partido que, según investigamos, fue el primer partido socialista del mundo, fundado durante la Revolución Industrial y refundado luego, en 1904. En tiempos de Thachter, muchos hocicaron en sus ideales.

–Ese parece haber sido el caso de James, el marido de Betty. ¿Funciona en la obra como una contracara de la protagonista?

–Ella lo amó profundamente, pero no le perdona que haya tenido una conducta maleable. Porque hubo muchos socialistas que aceptaron imposiciones del neoliberalismo. A él lo echan del Parlamento porque le descubren sus amoríos, en una muestra de la hipocresía reinante. Esto lastima a Betty, pero hay otros cachetazos que, uno tras otro, le va dando la realidad. Especialmente quienes hemos vivido algunos años, no podemos menos que sentirnos cómplices de ella: hemos pasado tantas desilusiones que cada vez nos cuesta más creer.

* Teatro del Abasto, Humahuaca 3549, sábados a las 21, domingos a las 20.30.

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