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Sábado, 27 de agosto de 2005
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FERIA DEL LIBRO TEATRAL

Dramaturgos en el centro de la escena

En el acto inaugural, la homenajeada fue Griselda Gambaro. La autora de La malasangre admitió que “en los últimos años he tenido una mirada más misericordiosa sobre mis personajes”.

Por Hilda Cabrera
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Gambaro es autora de más de cuarenta piezas.
La intención es “colocar en la marquesina el libro de teatro”, ampliar en lo posible el panorama cultural y facilitar el encuentro de autores, intérpretes y especialistas del arte escénico con los lectores y el público. De ahí la III edición de la Feria del Libro Teatral que se realiza en el Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815). Participan importantes expositores y artistas, entre otros el escenógrafo y premiado director de arte Eugenio Zanetti. El encuentro se extenderá hasta el 4 de septiembre con actividades varias en el Salón Dorado y el foyer. Colaboran en la muestra editoriales como Atuel, Corregidor, Ediciones de la Flor, Artes del Sur, Teatro Vivo, Inteatro (del Instituto Nacional del Teatro), instituciones (Argentores, Asociación Argentina de Actores) y librerías (Avila y Fray Mocho). La Alianza Francesa expone textos y proyecta videos sobre puestas célebres (Tartuffe, de Molière, en la singular versión de Ariane Mnouchkine) y entrevistas a Bernard-Marie Koltès y Peter Brook.
La frase de colocar el libro en la marquesina partió de Julio Baccaro, titular del Cervantes, responsabilidad que comparte con la subdirectora Eva Halac. Fue este director teatral quien presentó en el acto inaugural a la homenajeada Griselda Gambaro, autora de más de cuarenta piezas y prestigiosa novelista. La creadora de Antígona furiosa, La casa sin sosiego y Es necesario entender un poco dialogó con los periodistas y críticos Olga Cosentino y Luis Mazas sobre particularidades de su teatro. Respecto de los temas que la motivan dijo partir de su propia experiencia y de “los datos que proporciona el mundo”, inquietudes que se introducen en sus obras. Admitió que ciertos temas son ya una constante en su trabajo: la búsqueda de poder, la responsabilidad individual y las problemáticas de inserción social, derivadas algunas de la inmigración (un ejemplo es su enriquecedora novela El mar que nos trajo). “En los últimos años he tenido una mirada más misericordiosa sobre mis personajes”, observó. Sin embargo, esta no fue aplicada a la obra que acaba de finalizar y espera ser estrenada: “Allí vuelvo a la dureza de mis primeros trabajos, porque el tema, la guerra, así lo requiere”, adelantó.
La reposición de La malasangre –en el Teatro Regina y a veintitrés años de su estreno, entonces también bajo la dirección de Laura Yusem– sumó reflexiones. La autora recordó que en aquel lejano 1982 “se convirtió en referencia contra la dictadura militar, que la situación es hoy diferente pero los personajes aún se sostienen, y eso es satisfactorio. Toda obra, si es buena, tiene un hoy y un después, aun cuando los momentos teatrales sean distintos”, resumió. Varios de los artistas presentes en el encuentro testimoniaron su respeto y cariño a Gambaro. La directora Laura Yusem confesó que “hablar de Griselda es hablar de la mayor parte de mi vida teatral. Ella es mi voz dramatúrgica”. Elevó a un primer plano –al igual que otros participantes– su ética, nivel intelectual y calidad afectiva: “Ante un hecho social, político e incluso personal, me pregunto qué pensará Griselda”. Puestista ligada a la autora, mencionó como grandes colaboradores a la escenógrafa Graciela Galán y al diseñador de luces Jorge Pastorino. “Con Griselda nos peleamos solamente dos veces en todos esos años de trabajo juntas, y la que lloraba era yo. Ella, nunca. Me decía que no se debía llorar.” Terminado el acto, la autora aclaró que no es necesario el llanto ante las dificultades del escenario, pero que fuera de éste es otra cosa.
Horacio Peña e Ingrid Pelicori, protagonistas de Pedir demasiado, obra que se estrenó en el Cervantes, aportaron vivencias. Peña la calificó de “ser angélico” y remarcó la belleza de su escritura comparándola con los misterios que guarda un iceberg: “Incita a investigar en lo que está sumergido”. A su turno, Pelicori rescató el siempre joven abordaje de Gambaro. “Con una enorme sintonía con la época, sus textos no envejecen.Como actores y lectores los redescubrimos día a día.” La actriz y cantante Cristina Banegas recordó que en ese mismo teatro, el director Alberto Ure dirigía El campo cuando le propuso actuar en Puesta en claro. “Fue, tal vez, mi experiencia más salvaje en teatro, y eso que hice unas cuantas barbaridades”, sostuvo. Tiempo después dirigió Sólo un aspecto y apenas dos temporadas atrás inició otro camino con La señora Macbeth, conducida por Pompeyo Audivert. “En mi larga carrera pugilística con el teatro, ésa fue la obra que ganó más premios”, señaló. Ahora tiene entre manos La persistencia, “donde Griselda recupera la dureza”. Como otros colegas, aludió a la dificultad de “intervenir” sus textos, donde no hay palabra que sobre o falte, y a su atracción por los temas que interesan a la mujer y su manera de abordarlos, tan alejada “del discurso del amo”. La actriz Alicia Zanca protagonizó un monólogo, Falta de modestia, que, según Gambaro, “se le ocurrió escribir” durante el intervalo de un encuentro teatral en Italia.
Protagonista de Lo que va dictando el sueño, Jorge Suárez propuso levantarle una estuatua, “como diría mi pequeña hija”, aclaró rápido. En ese difícil paso de la realidad al sueño, Suárez era “un viejito desamparado”, situación que lo conmueve y sobre la que –apuntó– debiéramos seguir reflexionando. Zanca, nuevamente, pero ya no para actuar, intervino comentando, entre otros asuntos, que en sus clases recurre primero a obras de Shakespeare para que sus alumnos entiendan después las de Griselda. Memoró su preocupación en Pedir demasiado (que dirigió) y en De profesión maternal (donde actuó) por “descubrir lo afectivo que esconden sus obras”. Nombró entonces a la fallecida María Rosa Gallo (también intérprete en aquella pieza, y a quien homenajeará con una reposición) y al artista plástico Juan Carlos Distéfano, marido de Griselda y presente en la platea, “personas que escriben y crean como viven –subrayó–, no disociadas de lo que hacen”.

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