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Sábado, 29 de septiembre de 2012
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GUILLERMO SELCI Y SUS TECNICAS, IDEAS Y RECURSOS PARA ARMAR TU MONOLOGO HUMORISTICO

“Seinfeld no es referente del stand up”

El monologuista, que se presenta los sábados en The Cavern, señala que a pesar de la literatura que ya existe al respecto, hay aspectos que siguen sin tocarse. “La idea de mi libro no es decir ‘mirá todo lo que sé’, sino dar una especie de charla técnica.”

Por Javier Aguirre
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“En los ’90 se empezó a trabajar sobre el formato, empezaron los cursos y nos hemos reproducido como conejos.”

¿Cualquiera puede standupear? Aceptada la premisa de que el género stand up lleva años radicado en Buenos Aires, como bien puede palparse en los espectáculos permanentes en el Paseo La Plaza o en las participaciones de monologuistas en toda clase de programas de TV, el siguiente estadio de ese auge puede pasar por la autocontemplación. O en todo caso, por el estímulo a la autogestión. Esa idea brota de Stand up-técnicas, ideas y recursos para armar tu monólogo humorístico, el flamante libro del standupista Guillermo Selci que, en primer lugar, apuntala y ampara a todo aquel que incurra en el “hazlo tú mismo” a la hora de salir al escenario a ejercer de eso que en las películas estadounidenses llaman “comediante”. Que, además, trasciende la problemática del material y el público, para dar pistas concretas sobre cómo ganarse la vida sin más armas que un micrófono y un guión, lo que resulta un llamado a autogestionar el propio espectáculo. Y que, finalmente, sugiere que los aprendizajes del mundo del monólogo bien pueden aplicarse a otras esferas de la existencia –el comercio, las relaciones públicas, la vida política, la empresa...–, también conectadas con el difícil arte de boquear en público.

Con una década de carrera y con presencia cada sábado en The Cavern en su espectáculo Distintos, Selci niega que su tratado aspire a la docencia. “La idea no es decir ‘mirá todo lo que sé’, sino dar una especie de charla técnica”, explica a Página/12. “Se trata de un chabón que te la cuenta desde los camarines, antes de salir al escenario, como si estuviera en ese espacio de charla permanente que son los backstages, donde los cómicos debaten qué conviene según cómo está el público, intercambian las primeras devoluciones, debaten si es momento de meter más energía, comparten cómo viene la mano con determinada mesa o se alertan porque está lloviendo y mojarse predispone mal a los que están haciendo cola en la calle.”

–¿Diría que Stand up... es un libro de consejos, de atajos...?

–No es un libro que te marca el camino, sino que te da una baranda en la que poder apoyarte y el aviso de que en algún momento vas a necesitar soltarte. No podés ser un robot de cómico. Mi idea es que el libro te haga ganar tiempo. No sólo porque se lee muy rápido, sino porque te ayuda a ordenarte, a no bloquearte. Y, a diferencia de los textos yanquis que hay sobre el tema, yo no me centro únicamente en las técnicas de escribir, sino que también incluí otros problemas reales, concretos, que aparecen en el stand up: los eventos, los casamientos, la improvisación, el presentador, el trabajo con el público, cómo vivir de esto, cómo cobrar... Son puntas que no están muy dichas.

–¿Cómo funciona la invitación a leer, tratándose de una disciplina tan ligada a la oralidad?

–Los cómicos, hay que decirlo, tenemos mucho tiempo libre. Y sin embargo, a los que estamos en esto nos cuesta leer. Por eso el libro lo estructuré con muchos títulos, textos cortos, es un libro hablado, lo que fue toda una pelea con los correctores. Hacerlo fácil de leer, casi charlado, que el lector se pueda enganchar desde cualquier lugar, como un espectáculo.

–¿Se dirige específicamente a un público de humoristas y de aspirantes a serlo?

–Busca un público lo más amplio posible: los que ya están en camino, los que quieren refrescar, los que se mandaron sin hacer ningún curso, los que necesitan pulir, los que no consiguen laburo. Hay muchas puntas. No sólo para quien quiere hacer una vida en la comedia. Diría, además, que busca ayudar a cualquiera que intente meter humor en su discurso, atrapar, concitar la atención, es un libro de técnica, de cómo meter humor al hablar.

–Con las ideas de autogestión, de under, de fechas compartidas entre distintos artistas, ¿es posible trazar un paralelo entre la escena stand up y la escena rock?

–Bueno, está la primera línea y está el Bululú, el show de sótano. Yo estoy en los intermedios, los shows para 100 personas. Sí es rock and roll cuando viajás, los hoteles, etcétera. Lo de los grupos de comediantes se da más que nada acá, no sé, será una cosa medio italiana de “armar una familia” e ir todos juntos.

–¿El llamado “boom” del stand up existe? ¿Puede esperarse, cual mesías, la llegada de un Seinfeld argentino?

–En los Estados Unidos el “boom” fue en los ’80. Acá se dio la continuación de algo que ya existía desde Enrique Pinti, Antonio Gasalla, Carlos Perciavalle o Juan Verdaguer, el monólogo humorístico. Es lo mismo, son matices. En los ’90 se empezó a trabajar sobre el formato, empezaron los cursos específicos y nos hemos reproducido como conejos. En el stand up no hay personaje ni ficción. Pero cada país tiene su historia, no hay que replicar. Para mí, Seinfeld no es referente del stand up, sino de la sitcom. Hizo una sitcom que hablaba de la vida de un comediante, era una ficción sobre el stand up. Pero las escenas en las que habla en un escenario son ante un público pago, es ficción. Si buscás stand up de Seinfeld en YouTube vas a ver que no hay tanto... Lo que él hace es genial, y ha fomentado mucho al stand up, pero es un malentendido histórico.

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