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Martes, 4 de diciembre de 2012
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Las multitudes, lo nuevo de Federico Le贸n en Buenos Aires

Marea humana en movimiento perpetuo

El monumental trabajo de 120 actores de diferentes edades, estrenado antes en La Plata, deslumbra en el San Mart铆n por su concepci贸n formal y por su tema, atemporal y universal: distintos grupos de personas van en busca del encuentro amoroso.

Por Carolina Prieto
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Las multitudes puede verse en la Sala AB del Centro Cultural San Mart铆n hasta el 14 de diciembre.

La 煤ltima creaci贸n del dramaturgo y director Federico Le贸n finalmente lleg贸 a un escenario porte帽o. Coproducido por el Centro de Creaci贸n y Experimentaci贸n del Teatro Argentino de La Plata, la fundaci贸n alemana Siemens Stiftung y el festival Berliner Festspiele (con la colaboraci贸n del Instituto de Intercambio Cultural Ensamble al Sur), Las multitudes, un monumental trabajo de 120 actores de diferentes edades 鈥揹esde ni帽os hasta octogenarios鈥, se estren贸 en julio pasado en La Plata, viene de presentarse en Berl铆n y desembarc贸 en la Sala AB del Centro Cultural San Mart铆n, donde permanecer谩 hasta el 14 de diciembre. Y as铆 se concreta la posibilidad de descubrir una obra que respira amor no s贸lo por el tema dominante (distintos grupos de personas en busca del encuentro amoroso), sino tambi茅n por su concepci贸n formal y por los movimientos que se desarrollan en escena.

El espacio amplio de la AB no tiene escenario; es una gran caja negra con gradas donde se sienta el p煤blico: una multitud an贸nima que observar谩 durante una hora a la multitud de actores. Tampoco hay escenograf铆a 鈥搒alvo la escena del recital que incluye una tarima鈥, pero s铆 una iluminaci贸n m铆nima y delicada que respeta la oscuridad ambiente, y un vestuario blanco. Y ah铆, en ese espacio despojado que podr铆a ser un bosque en plena oscuridad, sucede la ficci贸n, iluminada por la luz tenue de las linternas que usan los personajes, agrupados por sexo y edad. Est谩n los adolescentes, los j贸venes, los ancianos, los adultos y los ni帽os en sus variantes femenina y masculina.

La acci贸n arranca en forma directa: las adolescentes est谩n enamoradas de un grupo de j贸venes m煤sicos, un poco mayores que ellas, que a su vez est谩n enganchados con otro grupo de chicas. Y el grupo de adolescentes varones busca, algo desesperado, reencontrarse con las adolescentes. Se suman dos grupos m谩s: los ancianos, que van a ayudar a los adolescentes en su conquista; y las ancianas, que respaldan y contienen a las adolescentes. Estos dos grupos de mayores a su vez est谩n distanciados por un enojo del pasado: ellas est谩n ofendidas; ellos quieren recuperar el romance a toda costa. Cada grupo tiene un l铆der, un personaje que se destaca y lleva la voz cantante. Sucede entonces algo parecido al contagio: lo que desea el l铆der del grupo es lo que desean los dem谩s integrantes, como si ese agrupamiento de personas fuera en realidad un solo individuo. Y las reacciones entre los grupos suelen ser tambi茅n generalizadas y abruptas: todos se besan desesperados, todos se pelean hasta tener que ser separados. La obra despliega conjuntos humanos que entran y salen casi siempre en forma unida, por los laterales del espacio esc茅nico. Algunos lo hacen con lentitud, otros corriendo; algunos en forma precisa, otros dispersa. Todo est谩 a la vista, sin dobleces. Es un relato claro y simple como la ropa que llevan puesta, ba帽ado de una m煤sica que lo vuelve m谩s disfrutable a煤n. Como la escena del recital que dan los j贸venes, que re煤ne a todos los personajes y que termina en una danza comunitaria. La banda toca una melod铆a con aires pop y canta: 鈥淏usc谩ndote me perd铆 / Si me pierdo te puedo encontrar鈥, antes de que la multitud (porque se suman tambi茅n los adultos y los ni帽os) se una en un baile que deviene electr贸nico.

Y en esta marea humana en movimiento el humor campea siempre: por la manera sincera en que las necesidades se expresan y por el ingenio tan simple como gracioso de algunos personajes. En este sentido, los recursos sugeridos por los ancianos para que los adolescentes atraigan a las chicas son m铆nimos y tiernos, como imitar el movimiento de pelvis que ellas hacen cuando suena la m煤sica de los j贸venes. A la ayuda de los m谩s grandes se suma otra: la de un personajito que se mueve siempre solo y que, a diferencia de los dem谩s, lleva puesto un saco azul. Es un ni帽o de unos 7 u 8 a帽os: la tiene muy clara y sabe lo que los adolescentes tienen que hacer para acercarse a las chicas. Lo interpreta Juli谩n Zucker, actor de una soltura envidiable; 茅l trama la estrategia para que el l铆der de los adolescentes se encuentre a solas con la l铆der adolescente: un plan como salido de una historia shakespeareana. Sabe que todas las mujeres se van a unir en una ronda nocturna y decide disfrazarse. Con peluca y vestido, se suma a ese encuentro con aires de ritual en el que todas bailan suavemente en ronda, con los pies descalzos. Se sale antes de la ronda y se lleva las zapatillas de la chica en cuesti贸n. A cambio dej贸 las suyas, iguales pero m谩s peque帽as. As铆 que la joven no puede calzarse y ah铆 es cuando el adolescente se le acerca para hablar. Y siguiendo con esa corriente de contagio, no s贸lo la pareja adolescente se une, todos finalmente se encuentran, liman asperezas y terminan bailando juntos una vez m谩s.

Le贸n sacudi贸 la escena local en 1997 con Cachetazo de campo, un trabajo apabullante sobre la relaci贸n madre-hija. Desde ese momento sus obras generan mucha expectativa, sean teatrales (Mil quinientos metros sobre el nivel de Jack, El adolescente, Yo en el futuro) o cinematogr谩ficas (Todo juntos, Estrellas, Entrenamiento elemental para actores). Ahora vuelve a sorprender con un espect谩culo que se disfruta de principio a fin con una sonrisa dibujada en la cara. Lo logra por varios motivos. Por un lado, la contundencia del tema. 驴Qu茅 hay m谩s esencial y universal que el amor y la necesidad del encuentro? Y por las ideas que la obra desarrolla en torno de ello: en grupo se pueden concretar ciertos deseos, el otro (sea un anciano o un ni帽o) puede ayudar, y tambi茅n la idea de una comunidad unida con sus diferencias. En tiempos de tensiones y violencias m煤ltiples, de fragmentaci贸n, aislamiento y conexi贸n exacerbada con la tecnolog铆a, ver en escena a hombres funcionando juntos reconforta mucho y remite a un tiempo lejano. Como si el espect谩culo tuviera algo de cuento o f谩bula arcaica, un aspecto acentuado por la puesta en escena, tan cuidada como bella. Tan aparentemente simple, pero sin dudas con mucho trabajo detr谩s. Las im谩genes logradas son minimalistas 鈥揳 pesar de ser much铆simos en escena鈥 y cautivantes: la oscuridad, la luz de las linternas, los cuerpos en sombras, la ropa blanquecina y los movimientos organizados como si se tratara de un organismo vivo. Tambi茅n el impacto de los momentos en que aparecen los 120 int茅rpretes juntos: como el del recital (con el p煤blico presenciando esa escena en un juego de espejos) o el del baile explosivo del final. Y, como yapa, el disfrute de contemplar esa masa de cuerpos que van desde cinco hasta casi noventa a帽os, con sus diferentes posibilidades de ritmos, tonos de voz, posturas y movimientos. Las distintas formas de la belleza.

* Las multitudes, de jueves a domingos a las 21 en la Sala AB del Centro Cultural San Mart铆n (Sarmiento 1551).

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