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Lunes, 27 de mayo de 2013
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Susana Torres Molina estrenó un nuevo espectáculo teatral

“Me interesan los vínculos en general”

La directora y dramaturga dio a conocer Privacidad, obra premiada en 2004, centrada en los vaivenes de la relación entablada por un matrimonio de clase media. “Esta pareja es consumista al extremo: ellos son consumidos y, a la vez, consumen a los otros”, sostiene.

Por Cecilia Hopkins
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La puesta de Torres Molina puede verse en la sala El Tinglado.

“Me da vértigo pensar que fui testigo y protagonista de la cultura desde el Di Tella hasta hoy”, asegura la directora Susana Torres Molina, en tren de rememorar las reuniones que mantenía con actores, músicos y artistas plásticos en el Bar Moderno y la Galería del Este hacia fines de los ‘60, siendo apenas una adolescente. Un recuerdo que ella contrasta con la realidad actual, en la cual el teatrista, según percibe, está desconectado con los artistas de otras áreas. A esa primera época de descubrimiento de corrientes estéticas y erupción creativa le siguió un período de estudio sistemático de la actuación junto a Beatriz Matar. Fue allí donde fue perfilándose la Torres Molina dramaturga: entre las muchas escenas que escribió para realizar ejercicios junto a sus compañeros surgió Extraño juguete, su primera obra, que sería dirigida por Lito Cruz y protagonizada por Eduardo “Tato” Pavlovsky, su pareja de entonces. Luego del exilio europeo, ya de vuelta con la democracia, Torres Molina fue dejando la actuación para concentrarse en la escritura teatral y la dirección. “Me siento una pionera en esto de haber dirigido mis propias obras, algo que hoy es muy común”, cuenta en la entrevista con Página/12, “y me gusta hablar de esto porque a veces siento que todo parece haberse creado recientemente cuando no es así”, considera.

Torres Molina acaba de dar a conocer otro de sus textos. Se trata de Privacidad, obra escrita y premiada en 2004, centrada en los vaivenes de la relación que entabla un matrimonio de clase media. La llegada de una mujer (interpretada por Silvia Dietrich) dinamiza el desmoronamiento afectivo de la pareja que componen Cynthia Attie y Emiliano Díaz y atiza otras cuestiones. “Me interesan los vínculos en general”, afirma la autora y directora. “Todas mis obras hablan del ser humano en relación con sus padres, sus parejas o sus hijos, porque creo que es en esas circunstancias cuando las personas se reflejan por completo”, explica. Privacidad tiene lazos en común con Derrame, otro texto de Torres Molina escrito por la misma época que éste: “Tal vez sea el que más se relaciona con esta obra, ya que los integrantes de dos parejas también dejan a las claras su insatisfacción en tanto que depositan sus carencias en el otro”, compara la dramaturga.

–La esposa va aislándose del marido vía Internet. ¿Qué piensa del chateo?

–Al escribir la obra pensé que las grandes emociones parece que se consiguen hoy a través de la virtualidad: esta búsqueda de adrenalina, novedad y aventura, en las grandes ciudades pasa por lo virtual. Es por eso que en Privacidad, el chateo y los celulares están muy presentes.

–¿Cómo es su relación con lo virtual?

–Tengo una relación funcional con Internet; leo y contesto mails y en el Facebook sólo pongo lo relacionado con mi profesión. Rechazo la exposición y el exhibicionismo, es mi forma de resistencia. Tampoco leo libros por Internet, sino que los sigo comprando.

–¿Qué dice esta obra acerca del consumo?

–Esta pareja es consumista al extremo: ellos son consumidos y, a la vez, consumen a los otros. Es por eso que hay bebidas y comestibles por todas partes. Los cuerpos también se consumen y, por lo tanto, se eligen, se prueban, se fagocitan y, frecuentemente, se descartan.

–¿Y de la rutina?

–El hábito transforma al otro en un objeto al que no se presta atención. De modo que quedan dos opciones: o se introduce a alguien nuevo o se recupera cierto asombro en la mirada hacia el otro, algo muy difícil de lograr. Creo que no hay mayor barbitúrico en las relaciones que el descansar en los a priori. Si alguien piensa que lo sabe todo del otro, entonces es imposible que exista una verdadera conexión, una escucha interesada de lo que el otro dice.

–Privacidad tiene un humor diferente a otras piezas suyas.

–Tiene réplicas veloces, corrosivas e irónicas. Tal vez recuerda a Woody Allen. A través de ese humor intento una crítica a la liviandad de los vínculos, al llamado amor líquido.

–¿Cuáles cree que son los imperativos de esta época?

–El recauchutaje del cuerpo y las pastillas son los mayores amortiguadores. Las pastillas sirven para amortiguar el dolor, así que se va más al psiquiatra que al psicoanalista, porque es más rápido.

–¿Cómo es su ritmo de trabajo?

–Aprendí con la experiencia que es bueno hacer de la lentitud un estilo de vida y no estar en muchas cosas a la vez. Si no, es inevitable que uno reproduzca pensamientos o soluciones que ya le dieron resultado anteriormente y no produzca nada diferente a lo ya hecho.

* Privacidad, El Tinglado, Mario Bravo 948, viernes a las 22.30.

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