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Lunes, 3 de junio de 2013
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La Liga Profesional de Improvisación propone Shakespeare Inédito

Más adrenalina para un clásico

Luego de que el público decide qué personaje comienza y con qué frase, el grupo de actores dirigido por Ricardo Behrens desarrolla una obra de una hora de duración, totalmente improvisada, inspirada en el universo poético del dramaturgo inglés.

Por Paula Sabatés
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La Liga dirigida por Behrens cumple este año 25 años de existencia.

En teatro cada función es única. Pero nunca tan única como en Shakespeare Inédito. En esta obra un hombre entra a escena, dice que le fueron cedidos los derechos de una obra inédita de William Shakespeare y que a continuación el público verá el estreno mundial de la misma. Luego presenta a los personajes, que no son ni más ni menos que Othelo, Lady Macbeth, Hamlet, Julieta y Ricardo III, protagonistas, todos, de sus obras más conocidas. Lo que sigue depende de cada función. Y es que el espectáculo es el nuevo trabajo de la Liga Profesional de Improvisación (LPI) que dirige Ricardo Behrens y que este año cumple 25 años de existencia. Así, luego de que el público decida qué personaje comienza y con qué frase, el grupo de actores desarrolla una obra de una hora de duración, totalmente improvisada, inspirada en el universo poético del célebre dramaturgo inglés. El espectáculo se puede ver los sábados a las 21 en La Sede (Sarmiento 1495), espacio de trabajo de la LPI que fue recientemente habilitado como sala de teatro independiente.

Por más que sea improvisada, la obra que se genera en cada función tiene una lógica interna que cierra en sí misma y que está en concordancia con todos los signos de representación. Esto es gracias a que, además de la dramaturgia, también la dirección es en vivo. Behrens funciona como una especie de articulador de todo lo que pasa en escena: construye la dramaturgia en el momento, guía a los actores e indica los cambios de luces y de musicalización (que es también en vivo) mediante señas. Todo lo hace a un costado del escenario o bien desde él, porque a veces entra a escena para hacer esas indicaciones. “Me gusta la adrenalina que se genera en la improvisación. Uno siente un vacío tan fuerte que no queda otra que confiar ciegamente en el grupo y en su capacidad de vencer la situación. Afortunadamente al final de cada función, todo se resuelve”, cuenta Behrens a Página/12.

El resultado de esta apuesta de la LPI, en la que participan los actores Aldo Alessandrini, Gustavo Caletti, Deby Low, Gustavo Sosa y Victoria Mammolitti, es en cierto modo una respuesta al pensamiento, por parte de ciertos sectores del teatro, de que la improvisación es sólo una técnica y no un género en sí mismo. “La impro se usa generalmente como proceso creativo, como herramienta para trabajar personajes y escenas. Pero si se ajusta al extremo puede ser el producto final, puede ser lo que se le muestra al público”, asegura el director, actor y dramaturgo, que se dedica a la improvisación desde hace casi tres décadas.

–¿Se puede hablar de dramaturgia en la improvisación?

–Nosotros la consideramos como tal. Es una dramaturgia especial porque es generada en el momento y de manera colectiva, pero las historias que se forman, como en el teatro más convencional, cierran en sí mismas y no dejan cabos sueltos. En general se suele subestimar a este tipo de dramaturgia por considerarla de poca profundidad en lo que refiere a la construcción de personajes y sus relaciones. Muchas veces es cierto, pero otras no y creo que es el caso de este espectáculo, en el que hemos logrado una mayor cercanía con el teatro de texto. Vamos mucho más allá de los flashes cómicos que en general hacen a la improvisación. Podemos pasar de escenas dramáticas a otras de humor, como hacía Shakespeare, y todo siempre con su clima adecuado.

–Por la capacidad de recrear su universo, se nota que poseen un gran conocimiento sobre la obra de Shakespeare.

–Estuvimos trabajando casi un año sobre él. Investigamos todos los componentes de las distintas obras que escribió, las comedias, las tragedias, las que tienen más que ver con la fantasía, las que son más históricas. Luego de todo ese proceso decidimos ir por el lado de aquellas obras que vinculan a la familia con el poder, aquellas en la que los vínculos se mezclan con las ambiciones y las traiciones. Sobre eso construimos cada obra.

–El hecho de que los personajes por ser tan conocidos ya tengan una carga valorativa y simbólica para el público, ¿limita o ayuda a la improvisación?

–En un punto limita porque ya tienen ciertas pautas marcadas pero en general ayudan a generar mayor profundidad dramática. Al ya tener un poco trabajados a los personajes, los actores pueden partir desde otro lugar y hacer que lo que surja, no sea todo tan vacío.

–Es interesante que, además de la dramaturgia, también la dirección se haga en el momento. ¿Por qué decidió que fuera de este modo?

–Desde el funcionamiento del espectáculo me gustó la idea de que haya una mirada interna porque eso permite una mayor cohesión de la historia. Por otro lado, desde lo estético me pareció interesante la figura del director que deambula entre los actores y que se nota que no es parte de sus historias, como si fuera un fantasma que las articula. Además, con la música en vivo, la iluminación, el vestuario y la escenografía logramos una interacción de lenguajes que construyen una dramaturgia general del espectáculo que realmente funciona.

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