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Martes, 30 de julio de 2013
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Asuntos pendientes, de y con Eduardo “Tato” Pavlovsky

Oscuros secretos de la memoria

Del relato del violento Aurelio se infieren aspectos de una historia social y política convulsionada y comportamientos de una sociedad sórdida: venta de niños, pobreza extrema, asesinato, gatillo fácil e incesto acaban siendo aceptados como males incurables.

Por Hilda Cabrera
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Asuntos pendientes es una obra para nada complaciente, que provoca sin escandalizar.

Aurelio va y viene atravesando el tiempo, y su humor acompasa ese vaivén. Reitera expresiones denigratorias, delata su asco cuando discrimina y se mete en la piel de otro, o es literalmente otro en los breves cuadros que conforman Asuntos pendientes. Esto no significa que carezca de sensibilidad. “No llores –le dice a Ella, su mujer–, ¿no ves que soy sensible?” Y adopta el tono tierno que guardan para sí los tipos más violentos. “Somos dos desgraciados”, se conduele. Alineado en el bando de los que sienten un profundo desprecio por los “negros de mierda”, sabe cómo darle un aire socarrón a la inocencia, de la que se apropia para mostrar un sentimentalismo que no posee. La fuerte presencia escénica de Eduardo “Tato” Pavlovsky, su particular actuación y la de sus compañeros de elenco –Susy Evans, en el papel de Ella, y Eduardo Misch, el Pibe– confluyen en situaciones que atrapan por su contenido y por la precisión y cuidado en el detalle que aporta Elvira Onetto desde la dirección. La apuesta es bucear en los oscuros secretos que guardan los episodios de la memoria y los de un áspero presente; lo que supone una tarea para el espectador atento a una obra en la que “el pensamiento como las ideas no tienen fronteras”.

Porque todo, o casi todo, fluye de la mente de Aurelio, y es a partir de su imaginario que surgen las preguntas. ¿Quién mata al pibe de 12 años que quiso asaltar a Ella en la ruta? La mujer cuenta que fue su hermano Gerónimo, y lloriquea. Pero Gerónimo puede ser Aurelio, y ante la sospecha nace la confusión sobre las identidades. En la mente del personaje, el pasado y el presente se anudan y un raro humor circula por la obra. La cuestión es reinventar lo que se siente, la violencia, por ejemplo, que se reinventa como “el día a día”. “Mataste cuatro pibes en una semana”, se dice. Pero el crimen carece de importancia para quien equipara la práctica del gatillo fácil con el “suicidio asistido”. Y es en ese clima propicio al desbande de los códigos que el Pibe, el hijo comprado en un pueblo de provincia cuando era bebé, debe agradecer la crianza que recibió de sus padres adoptivos. Por ellos, devino exitoso productor de películas porno.

Pavlovsky, autor y actor, no desdeña las álgidas cuestiones de este tiempo. Las expone y desarrolla a modo de piezas de un rompecabezas por donde circula el rencor de un Aurelio omnipresente. Su personaje es uno y otro, se mantiene expectante y desorienta cuando afirma, como si fuera el mejor de los padres, que ha formado una linda familia junto a Ella y el Pibe. De su relato se infieren aspectos de una historia social y política convulsionada y comportamientos de una sociedad sórdida. Por eso la venta de niños y la pobreza extrema, el asesinato, “el suicidio asistido” por gatillo fácil y el incesto acaban siendo aceptados como males incurables. Aunque es necesario aclarar que para la familia de Aurelio el incesto no es un drama. En la fantasía o la realidad de este personaje es motivo de unión. A ninguno se le ocurriría, como a Edipo, arrancarse los ojos, pues aquí la madre es refugio de un Pibe domesticado que pasó a ser aprendiz de pornógrafo y después, personaje agradecido a su habilidoso padre.

Lacerante por momentos, la obra plantea interrogantes, y entre éstos el sentido de la compulsiva divagación de Aurelio, nacida acaso del sentimiento de culpa o del terror a la propia muerte, al definitivo “hasta aquí llegué”. Un apunte que perturba tanto como la desacralización de ciertas actitudes que en la ficción y fuera de ésta se reconocen cotidianas; o la multiplicación de los absurdos, en ocasiones tan presentes y verdaderos. Situaciones que delatan la dificultad de narrar las experiencias como un todo, sean fantaseadas o tengan una base real dramática o cómica.

La ironía atrae y es inevitable en un trabajo como Asuntos..., donde no hay quien confronte con el pensamiento de Aurelio, aun cuando su punzante discurso no sea monolítico, porque este personaje no es un dictador sino el resultado de una sociedad violenta y violentada. Y es desde ese plano que la obra, nada complaciente, provoca sin escandalizar; y desde donde surge la crítica ante el feroz abandono de los débiles y el retrato de la incapacidad para asumir y resolver los dramas personales y sociales.

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ASUNTOS PENDIENTES
De Eduardo “Tato” Pavlovsky

Elenco: Susy Evans, Paula Marrón, Eduardo Misch y Eduardo “Tato” Pavlovsky.
Iluminación: Pedro Zambrelli y Eduardo Misch.
Música original y diseño sonoro: Manuel Llosa.
Voz en off: Mirta Bogdasarian.
Fotografía: Andrés Barragán.
Gestión y producción escénica: salvavidasteatral.blogspot.com
Realización escenográfica: Cecilia Fontnine.
Asistente de dirección: Paula Marrón.
Dirección: Elvira Onetto.
Lugar: Centro Cultural de la Cooperación, Sala Solidaridad, Av. Corrientes 1543, los viernes a las 20.

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