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Jueves, 10 de julio de 2014
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Nadie mejora, de Andrés Binetti y Mariano Saba, en Teatro Anfitrión

Una semana en asistencia al suicida

La obra sigue a los empleados de un call center que atienden los llamados de personas que amenazan con quitarse la vida, pero resulta que la desolación está a ambos lados de la línea. Las actuaciones están a la altura de la destacada dupla de dramaturgos.

Por Paula Sabatés
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La historia mostrada en Nadie mejora se desarrolla en siete días.

Nadie mejora no se parece en nada al trabajo anterior de sus autores, Andrés Binetti y Mariano Saba, salvo por una cosa: su solvencia. La pieza que se presenta los jueves en el Teatro Anfitrión habla de un tema radicalmente distinto del de la Trilogía Argentina Amateur, que los dramaturgos presentaron completa el año pasado y que, a través de tres obras, reflexionaba sobre el vínculo entre distintos grupos de creación artística y ciertos hitos de la historia política de la Argentina. Este trabajo –más cómico y menos solemne, si se quiere– aborda otro mundo: el de los vínculos y la soledad. Pero, como sus predecesoras, demuestra que la dupla creadora (que recientemente también presentó la obra Levantar fierro) es de lo más destacado de la dramaturgia actual.

La obra, dirigida por el mismo Binetti, transcurre en las oficinas del Centro de Atención al Suicida, el CAS, una especie de call center donde siete empleados (una de ellas recién incorporada por acomodo) pasan su tiempo atendiendo llamados de personas que amenazan con quitarse la vida. No son psicólogos ni especialistas. Hacen un curso de capacitación donde aprenden cuestiones más bien técnicas y protocolares para manejarse ante cada llamado (“Si le das a Control R te escuchan, si pones Control V dejás en espera por si necesitás consultar algo [...] Si tenés que hacer algún llamado mientras estás en línea apretás Control Alt. P, primero Control y después Alt., porque si no se corta”, explicará Miriam, la coordinadora, a Leslie, la chica nueva).

La historia mostrada se desarrolla en siete días. Cada día muestra una “breve instantánea del mundo contemporáneo”, tal como explican los autores, “que enfrentan a la realidad con sus variantes: el suicidio, el desamor, la angustia, el simulacro”. Así, lo interesante de la pieza es que mediante esas escenas (peleas de pareja, disputas por dinero, conformación de subgrupos, acusaciones varias, etc.), y un sutil trabajo con las personalidades de cada personaje, la obra se corre del lugar común y hace que los desolados no resulten los que llaman al CAS, sino los que lo atienden, o en todo caso ambos. Esto se ve sobre todo hacia el final de la obra –en las escenas correspondientes al sábado y el domingo–, donde la escenografía cambia, los cubículos pasan a ser los monoambientes de los sujetos, y se los ve por primera vez en un momento privado de sus vidas, lejos de la oficina, tratando de sobrevivir, como pueden, a la soledad.

Además de profundidad en la trama y los personajes, la obra explora recursos escénicos que son interesantes. El más destacado de ellos quizá sea el uso de lo audiovisual. Además de los empleados y de una chica que amenaza con matarse y aparece en escena (la única de los que llaman que lo hace), hay otro personaje que es el de una periodista que se dispone a mostrar en su programa televisivo cómo es la vida en el CAS. Así, videocámara en mano (ella es a la vez quien filma y presenta el programa), va entrevistando a los empleados del lugar. Paralelamente, un televisor que está colocado a la derecha del escenario muestra las imágenes que ella captura en vivo. El recurso, que se extiende por un largo rato, es interesante porque lleva al espectador a sorprenderse de sí mismo, de cómo la pantalla, las imágenes “irreales”, captan a veces más su atención que el acontecimiento concreto, “real”.

También las actuaciones son muy buenas. Los actores (Pascual Carcavallo, Tomás Coxe, Sofía Fernandez, Natalia Godano, Mariu Jarazo, María Miguens, Tomás Pippo, Fatima Juan Rubi y Lucía Tirone) son todos muy jóvenes y además de actuar se destacan por sus habilidades vocales, ya que ellos mismos son quienes hacen parte de la música de la obra cantando a capella versiones de distintas canciones populares (“Agua”, de Los Piojos, o la tradicional “El carnavalito”, entre otras). En ese sentido, Binetti vuelve a demostrar su habilidad en la dirección de actores, sobre todo en elencos numerosos, algo poco frecuente en las puestas de hoy y que ya se había dado en Al servicio de la comunidad, una de las obras que conformaban la Trilogía Argentina Amateur.

8-NADIE MEJORA

De Andrés Binetti,

Mariano Saba.

Actúan: Pascual Carcavallo, Tomás Coxe, Sofía Fernandez, Natalia Godano, Mariu Jarazo, María Miguens, Tomás Pippo, Fatima Juan Rubi, Lucía Tirone

Diseño de vestuario: Fiorella Gianini, Lourdes Lavrut.

Diseño de escenografía: Magali Acha, Andrés Binetti.

Diseño sonoro: Micaela Fariña, María Eugenia Jarazo.

Fotografía y diseño gráfico: María Sol Santomauro.

Asesoramiento coreográfico: Noelia Mitelli.

Asesoramiento Vocal: Micaela Fariña.

Dirección: Andrés Binetti.

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