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Jueves, 16 de abril de 2015
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Eduardo “Tato” Pavlovsky fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires

El reconocimiento a una trayectoria

La iniciativa había sido aprobada por unanimidad en la Legislatura. “Si sigo haciendo teatro es porque no puedo dejar de hacerlo”, dijo el homenajeado, que pidió tres minutos de aplausos para Eduardo Galeano. Norman Briski fue uno de los participantes del encuentro.

Por Paula Sabatés
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“Lo último que uno pierde son las ganas de luchar por lo que quiere”, sentenció Pavlovsky.

Rodeado de amigos, familiares y seguidores de su trabajo de tantos años, anoche Eduardo “Tato” Pavlovsky recibió, en el Salón Montevideo de la Legislatura porteña, el diploma formal de algo que ya es hace tiempo: Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. A ochenta años de haber nacido en la capital argentina, el médico, psicoanalista, actor, dramaturgo y director teatral que acaba de reestrenar su obra Asuntos pendientes se convirtió así en otro de los grandes artistas de teatro en recibir ese galardón, el máximo que otorga la casa. Los teatristas Daniel Loisi y Norman Briski (su entrañable amigo), el médico Alberto Sava y el diputado Alejandro Bodart, impulsor de la iniciativa plasmada en la Ley 5257, fueron los oradores de la jornada, que tuvo mucho humor y emoción.

El primero en hablar fue Sava, mimo, psicólogo social y fundador del Frente de Artistas del Borda: “En contracara con lo que venía sucediendo, cuando se rindieron honores a personajes que fueron más bien cachetazos a la cultura, la Legislatura se dignifica con este más que merecido reconocimiento a Pavlovsky, una de las figuras fundamentales de la escena argentina”, comenzó el profesional de la salud, que hizo un breve repaso por la vida y la obra de su colega, y también leyó alguna de sus más célebres frases. “Tiene la tenacidad militante, tenacidad que emana de las utopías. Brindó nuevas posibilidades de creación, nuevos textos y siempre contagia e invita a experimentar. Tato es una pasión argentina”, celebró.

Lo de Briski –orador que le siguió a Sava y brindó la cuota de humor que tuvo la noche– es difícil de trascribir. De entrada aclaró el director, actor y dramaturgo que evitaría ser solemne. “Somos hermanos gemelos”, comenzó, y dejó en claro desde qué lugar leería su discurso. “Tato es Fidel Castro, Samuel Beckett, Perón, Marlon Brando, el Che y nada más. No los imita, es todos ellos con sus sonetos”, deslizó con picardía. Todo lo que leyó a continuación (un largo y sentido texto de tinte poético en el que mezcló anécdotas, frases de su amigo y apreciaciones personales) lo hizo “actuando”: alzó el pecho y sacó la voz como cuando se sube al escenario, y sedujo al público con su interpretación de esas palabras escritas desde el alma. “Amigo alto, hermano gemelo mayor, Ciudadano Ilustre, yo te saludo públicamente porque como vos no hay nadie que me haya enseñado tanto”, cerró emocionando al homenajeado, que le regaló un abrazo que duró unos minutos.

A Briski le siguió Loisi, director de una puesta actual (está en cartel por cuarta temporada) de El señor Galíndez, una de las más grandes obras de Pavlovsky, que se hizo tristemente célebre en 1974. Pieza fundamental del teatro político, durante una de sus representaciones en el Teatro Payró, los militares hicieron explotar una bomba, signo de la potencia del mensaje del dramaturgo, que en ese texto refleja la imagen de un torturador inmerso en lo cotidiano. “Sos un amigo aunque vos no lo sepas porque nos vimos dos veces en la vida y ésta es la tercera”, le dijo Loisi al dramaturgo. “Lo sos como muchos otros autores, pero vos de una forma especial, porque estás siempre presente y siempre aparecen nuevas cosas en tu obra que nos modifican a los teatristas”, completó.

Antes de que el homenajeado dijera lo propio, el legislador Bodart explicó el porqué de su propuesta, que fue aprobada por unanimidad. “Haber logrado que se vote esto me va a quedar en la memoria siempre. Ha sido un honor haber sido un vehículo para que se haga justicia. Si hay una persona que se merece ser Ciudadano Ilustre es Tato Pavlovsky”, sentenció, a la vez que destacó la actitud “no neutral” del dramaturgo.

Una vez que finalizaron los homenajes y el diputado le entregó el diploma, el propio Pavlovsky tomó la palabra. Fue breve: “Si sigo haciendo teatro es porque no puedo dejar de hacerlo. Lo último que uno pierde son las ganas de luchar por lo que quiere”, sentenció. Luego hizo referencia a Galeano: para él pidió tres minutos de aplausos, que fueron casi tan sentidos como los que él mismo recibió minutos después. “El teatro no es solamente teatro. El que lo hace busca elementos para entender quién es, qué hizo y qué va a hacer”, dijo. “Celebro el entusiasmo de la juventud y también digo otra cosa: que el teatro no se va a morir mientras haya viejos que estén pensando en estrenar”, finalizó el dramaturgo, más ilustre que nunca.

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