MĂşsica, teatro, acrobacia, danza, clown, todo junto, pero tambiĂ©n otra cosa. La compañĂa israelĂ Mayumana ya mostrĂł lo suyo al pĂşblico argentino en dos visitas en las que, en Buenos Aires, llenaron veinte Gran Rex. Este año van por más: luego de presentarse en CĂłrdoba y Rosario, comenzarán sus shows en ese teatro mañana, con funciones agregadas hasta el 3 de septiembre. El show, que acerca su propuesta a la de compañĂas como la neoyorquina Stomp o los locales El Choque, hace pie en el ritmo y el humor. Esta vez, la propuesta básica será la misma, pero distinta: “Siempre van cambiando los integrantes, y ahora el elenco se renovĂł prácticamente en su totalidad. Se busca ir dando lugar a gente nueva, que aporte otra energĂa. Por eso el show va tomando otros matices, constantemente trabajamos en renovar los nĂşmeros”, explica Walter Zaga, integrante argentino de Mayumana.
Mayumana tiene cerca de cuarenta integrantes, de los cuales diez están sobre el escenario en cada espectáculo. Como sucede con algunas compañĂas, el grupo se desdobla y asĂ, en este momento, hay otro Mayumana presentándose en BĂ©lgica. Los bailarines, acrĂłbatas y mĂşsicos que lo integran provienen de unos veinte paĂses diferentes. Walter Zaga llegĂł a Mayumana en el ’99, tras pasar varias audiciones. Luego de seis meses de preparaciĂłn, que incluyeron entrenamientos diversos (“hay que aprender el show, incorporar un lenguaje nuevo al cuerpo y a la mente, eso lleva su tiempo”, explica Zaga) ingresĂł al elenco estable. El entrenamiento es constante e incluye horas de práctica antes de cada show, pilates o yoga dos veces por semana, una o dos clases de percusiĂłn semanales más las clases de danza africana, hip hop, funky y flamenco, entre otras. Si en un principio todo el espectáculo cabĂa en un camiĂłn, junto con los decorados y el escenario, siete años atrás se creĂł la Casa Mayumana en Jaffa, una ciudad pegada a Tel Aviv. AllĂ se centralizan las actividades de la compañĂa, con un teatro, oficinas y un estudio de danza y ensayo.
–La guerra debe haber cambiado el dĂa a dĂa de esta casa.
–En realidad no, porque estamos todo el tiempo viajando. De hecho, hay gente que se incorporĂł en audiciones que se hacen afuera en cada temporada, por ejemplo en Madrid. Esa gente ni conoce ni está al tanto de la situaciĂłn que se vive en Israel, y cuando termina una gira vuelve a su casa. Además, Tel Aviv es una ciudad que tiene una vida aparte, cuando yo vivĂa allá la vida continuaba, todos seguĂamos trabajando y haciendo cosas, a pesar de todo.
–Es decir que la rutina del grupo no se modificó.
–En la medida en que estamos alejados, no. A mĂ me pasa lo mismo que cuando vivĂa allá y acá estaba todo el lĂo del corralito. Lo sufrĂs, porque es tu gente, pero en tu rutina diaria la realidad es otra. Tratás de apoyar a tu familia y tus amigos, sabiendo que lo que podĂ©s hacer es poco y nada: seguir transmitiendo un buen mensaje, darle algo bueno al pĂşblico más allá de su lugar de origen.
–¿QuĂ© fue lo que más lo sorprendiĂł al llegar a la compañĂa?
–La energĂa increĂble que se transmite, con elementos tan sencillos. Hay nĂşmeros que son tan simples que uno dice: ¡cĂłmo no se me ocurriĂł a mĂ! Esos, para mĂ, son los mejores. Como el de los cuatro chicos sentados en una mesa, que van haciendo el mismo ritmo con golpes y despuĂ©s improvisan uno cada uno. Cuando vi esa escena fue como un resumen del espĂritu de Mayumana, y de cĂłmo desde lo más simple se puede llegar a algo muy elaborado.
–¿CĂłmo definirĂa ese espĂritu?
–Es algo que no se puede explicar, te llega directamente, es corporal. El espectáculo tiene algo de un nivel de alegrĂa diferente, por momentos nos sentimos chicos ingenuos que juegan con lo que tienen a mano y con eso logran algo creativo y divertido. Llegar a transmitir esa alegrĂa, de esa forma tan simple, lleva mucho trabajo.
–¿Perciben diferencias en la forma en que son recibidos por públicos de diferentes lugares del mundo?
–Mucha, y eso es lo que más nos entusiasma. El espectáculo es el mismo y la gente reacciona de forma totalmente distinta. Es muy claro que pĂşblicos de paĂses como BĂ©lgica, Holanda o Alemania tienen otra capacidad de recepciĂłn y otra forma de comunicarse. Por momentos son muy respetuosos, a veces guardan silencio todo el show, y cuando termina el teatro se viene abajo, reciĂ©n ahĂ demuestran lo mucho que les gustĂł. En España, Brasil o Argentina la cosa es diferente: la gente se rĂe o aplaude cuando quiere, reacciona de una manera más natural, participa mucho. Eso nos ayuda, definitivamente el espectáculo sube, se vuelve más energĂ©tico, con otro nivel de furia y de fuerza.
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