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Sábado, 6 de junio de 2015
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MARIO DIAMENT ESTRENA FRANZ & ALBERT, SU FLAMANTE OBRA

Juego de diferencias entre dos genios

El dramaturgo imaginó un encuentro entre Einstein y Kafka. “Tenían visiones opuestas. Einstein era un optimista. Kafka, en cambio, era pesimista y torturado”, dice. Dirige Daniel Marcove en El Tinglado.

Por Cecilia Hopkins
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Diament propone un ejercicio de imaginación proyectado sobre un clima de época.

Escrita por Mario Diament, la obra Franz & Albert tomó forma luego de que el dramaturgo y periodista realizara una investigación histórica. La pieza es, según propia definición, un ejercicio de imaginación proyectado sobre un clima de época. El objetivo fue imaginar un encuentro entre el físico alemán Albert Einstein y el escritor checo Franz Kafka. “Me fascina investigar una situación –afirma Diament en la entrevista con Página/12– y traté de imaginar las circunstancias de este encuentro y los posibles temas abordados”. Es que Diament, leyendo la biografía de Einstein escrita por Walter Isaacson, reparó en que en 1911, poco después de llegar a Praga para hacerse cargo de una cátedra en la Universidad Karl-Ferdinand, el físico solía frecuentar el salón literario de Berta Fanta, donde se reunía la intelectualidad praguense. Como Kafka también concurría a esas reuniones, Diament advirtió en que sin duda debieron haberse conocido, certeza que le sugirió la escritura de una obra que, cuando termina, según conjetura el dramaturgo, provoca “la sensación de haber asistido a un momento único en la historia, y a una conversación excepcional”. La obra subirá a escena hoy bajo la dirección de Daniel Marcove en El Tinglado (Mario Bravo 948) con la actuación de Miguel Sorrentino y Julián Marcove. La extensa charla que desarrolla la pieza se entabla en el balcón del edificio de la Farmacia Unicornio, propiedad del marido de la señora Fanta, situado frente a la plaza de la Ciudad Vieja –lugar donde hoy se detienen todos los city tours de Praga– muy próximo a la iglesia de San Nicolás y al famoso reloj astronómico, otros hitos obligados del recorrido turístico. “Kafka tenía entonces 28 años y aún no había publicado nada”, detalla el dramaturgo, “mientras que Einstein, que tenía 32, ya había publicado su Teoría Especial de la Relatividad y su nombre comenzaba a sonar en los círculos académicos”.

–¿Cómo presenta a ambos personajes?

–Como a dos tipos que tenían visiones opuestas de la vida. Einstein era un optimista, lleno de energía y pasión. Era socialista, además. Kafka, en cambio, era pesimista y torturado. También tenían posiciones diferentes frente al judaísmo: Franz era partidario del sionismo y Albert, muy crítico en relación a este tema.

–¿Fue sencillo escribir esta obra?

–No, me costó muchísimo escribirla. La mayor dificultad era que se trataba de una conversación que, aunque evolucionaba hacia una variedad de temas, me parecía que tenía el obstáculo de que no ocurría nada.

–¿Qué visión tienen los personajes de su época?

–Einstein piensa que va a comenzar una guerra devastadora por el impacto del desarrollo tecnológico. Y Kafka tiene una gran preocupación por el antisemitismo.

–Parece que en 1911 ambos preanunciaban lo que sería la Segunda Guerra...

–Es que estaban en el despunte del siglo XX y lo que imaginaban era lo que sería el proceso que comenzaría con la Primera Guerra. Hablan de política, de filosofía y de religión. Y no coinciden en casi nada.

–¿Terminan peleados?

–Bueno, hay un ligero enfrentamiento, porque comienzan a hartarse de sus diferencias. Mientras que Einstein habla acerca de la maravilla del universo, de la deuda que existe con lo realizado anteriormente, Kafka sostiene que el hombre está solo con su sufrimiento. Franz es obsesivo y su forma de reflexionar sobre las cosas es dramática y a la vez, inocente. En cambio, Einstein tiene un sutil sentido del humor y sus reflexiones son ácidas.

–¿Hablan acerca de la Teoría de la Relatividad?

–Sí, Einstein le explica las posibilidades de su ecuación y Kafka le echa en cara que hable de tanta destrucción sin que se le mueva un pelo. Pero él se defiende diciendo que solamente descubrió una cualidad de la naturaleza y que, así como una piedra sirve para construir, también se puede matar con ella. De todas formas, a Einstein le parece más espantosa la máquina de la justicia que imagina Kafka, la que luego describirá en su cuento “En la colonia penitenciaria”.

–A pesar de vivir en Miami hace tantos años, los directores que ponen sus obras no dejan de consultarlo...

–Viajo siempre que puedo y contesto todas las consultas que me hacen. La función de un autor en los ensayos es descubrirle al director ciertas sutilezas referidas a los procesos de pensamiento interior de los personajes. Yo siempre les digo a los directores que yo soy el mejor espectador que pueden tener. Por eso me gusta tomar parte del proceso de ensayo.

–Tiene escritas muchas obras con personajes históricos: San Martín y Bolívar, Lou Salomé y Nietzsche, Martin Heidegger y Hannah Arendt. ¿Qué encuentra en los personajes de este tipo?

–Los personajes históricos tienen, para mí, la misma función que los mitos para los griegos: a través de ellos se puede hablar, sin hacer juicios morales, de ciertas ideas, y se puede reflexionar sobre cosas que, como en esta obra, pienso y siento, aún poniéndome en las antípodas, como están estos dos personajes.

* Franz & Albert, en El Tinglado (Mario Bravo 948), sábados 22.30 hs. y los domingos a las 20.30.

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