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Sábado, 27 de junio de 2015
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PLATEE, DE JEAN-PHILIPPE RAMEAU, HOY Y MAÑANA EN LA USINA DEL ARTE

La obra que la corte creyó indecente

La puesta contemporánea estrenada poco antes de la Revolución Francesa combina música barroca, dos orquestas, coro, solistas y un cuerpo de bailarines con una trama irreverente. Aquí se presentará en una coproducción argentino-chilena.

Por Carolina Prieto
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Platée, la comedia-ballet de Jean-Philippe Rameau, en una nueva puesta.

Música barroca, dos orquestas, coro, solistas y un cuerpo de bailarines en una puesta contemporánea para una trama teñida de sátira e irreverencia. Todos estos ingredientes se combinan en Platée, la comedia-ballet del compositor Jean-Philippe Rameau, estrenada pocos años antes de la Revolución Francesa en Versalles, cuyo debut sudamericano acaba de producirse en Chile, y que llega hoy y mañana, con entrada libre y gratuita, a la Usina del Arte (Agustín Caffarena 1, La Boca, a las 18). Los responsables de esta coproducción son la Compañía de las Luces que dirige el músico argentino Marcelo Birman (compuesta por orquesta, coro y ballet), la Orquesta Nuevo Mundo de la ciudad chilena de Rancagua, además de cantantes líricos de ambos países y bailarines en un montaje con puesta en escena de Pablo Maritano y coreografía de Carlos Trunsky, dos reconocidos artistas locales.

“Las dos orquestas tienen mucho en común: son independientes, se especializan en música barroca y con intérpretes jóvenes. Hace años que Pablo (Maritano) quería abordarla y pudimos lograrlo con producción conjunta del Teatro Regional de Rancagua y la Usina del Arte”, cuenta Birman, a cargo de la dirección musical del espectáculo. “Es una obra que la corte francesa consideró indecente en su momento por varios motivos. El protagónico femenino encarado por un hombre con un registro de tenor agudo, que era el que la lírica francesa reservaba para los grandes héroes; un argumento que se burla de la institución del matrimonio; un tratamiento musical de una complejidad a nivel del ritmo, de la métrica, de la melodía y de la armónica que para entonces eran de avanzada y resultaban casi incomprensibles. Es una música mucho más cercana a un lenguaje contemporáneo que al tradicional”, detalla Birman.

La pieza se estrenó en Versalles en 1745 para celebrar las bodas del hijo del rey con la infanta de España. Como en un juego de espejos, la obra se centra también en un casamiento: el de Platée, una ninfa muy creída, irreverente y fea (se dice que la candidata española del delfín era muy poco agraciada), víctima del dios Júpiter, quien le hace creer que está enamorado de ella y orquesta un casamiento ficticio para burlarse, divertirse y castigar también los celos de Juno. Mercurio, Momo, La Locura y un grupo de sátiros se unen al complot, recurren a metamorfosis varias y equívocos para manipular a la ninfa. “Los dioses aparecen muy cercanos a personajes de la noche en plena fiesta. Hay borracheras, sueños, desastres de la naturaleza, Júpiter convertido en burro y en búho. Es una ópera-bullying: todos se burlan de Platée. Creo que esta obra fue un tanto olvidada porque no se comprendió su sentido sarcástico y quedó fuera del mapa de la ópera seria”, opina Birman. Maritano descubrió Platée cuando era chico y el impacto fue inmediato. “Simplemente no lo podía creer. Me resulta irresistible la combinación de teatro extremo, delirante, y música de una variedad y riqueza inauditas. Creo que el repertorio de los siglos XVII y XVIII nos hablan mucho más directamente que cualquier obra romántica. Su lucidez y sentido del humor son inmediatos y directos. Su acidez no perdió ni un ápice de vigencia. Platée es revolucionaria, en el sentido más punk del término, dispuesta a irrumpir en nuestro mundo de exclusión y buenas costumbres, a demostrarnos que la farsa somos nosotros”.

La puesta tiene setenta intérpretes en escena, entre músicos, cantantes y bailarines, se presentará en francés con subtítulos y dura tres horas con intervalo incluído. En Chile se hizo en un teatro a la italiana, pero en el caso de la Usina, que no tiene foso para orquesta, todos los artistas se subirán al escenario, por lo cual el montaje sufrirá cambios. “Intentar trasladar la puesta original a una sala de conciertos implicaría violentar al espectáculo, quedarnos sin las virtudes del montaje original y sin las posibilidades que presenta la Usina. Decidimos privilegiar el trabajo del elenco, tanto solistas, bailarines y coro, y ofrecer un concierto escénico para aprovechar las virtudes del espacio, como si fuese tomado por los personajes de la ópera”, destaca Maritano. Los bailarines surgieron de una convocatoria de la Bienal Arte Joven de Buenos Aires. El coreógrafo Carlos Trunsky está muy entusiasmado con los resultados: “El elenco acompaña la diversidad de personalidades para conformar la amalgama de contrastes que requiere un ensamble. Estoy satisfecho: percibo cuerpos vivos que dejan ver la obra en toda su riqueza. Y construimos las danzas como un amasijo de ideas y estilos, desde la danza barroca, la tradición clásica, la pantomima, las expresiones contemporáneas y lo propio de cada bailarín sumando una buena dosis de cachengue como condimento sudamericano”.

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