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Martes, 24 de noviembre de 2015
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II Festival Nacional de Teatro sobre la Violencia de Género

Luz escénica para vencer a la oscuridad

Desde el jueves hasta el domingo se podrá ver en El Vitral espectáculos nacionales, de Uruguay y de Italia. Las jornadas se iniciarán con una mesa de discusión y cerrarán con otro debate.

Por Sebastián Ackerman
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Jackelin tiene un límite, una de las obras que se representarán.

“El primer objetivo, y el más importante, es instalar la temática en los medios y demostrar que además puede abordarse desde el arte. Es una manera de seguir socializando y sensibilizando sobre la problemática”, afirman a Página/12 Sandra González Altea y Cecilia Milsztein, organizadoras del Segundo Festival Nacional de Teatro sobre la Violencia de Género, que incluye espectáculos nacionales, de Uruguay y de Italia. Coinciden en que el teatro es otra herramienta para visibilizar la problemática, que no es sólo física, sino también simbólica, psicológica, institucional, e Ivania Cox, coautora de la obra Blanca Blue, piensa que “el arte debe hacerlo a través de cierta belleza, porque aún lo más oscuro se puede mostrar con belleza. Entonces, hasta cierto punto tiene una idea de esperanza”, adelantan sobre lo que podrá verse desde este jueves hasta el domingo en El Vitral (Rodríguez Peña 344).

Las cuatro jornadas tendrán una estructura similar: se iniciará con una mesa de discusión, luego se presentará una obra y se cerrará con un debate. A diferencia del primer festival, en esta edición se seleccionaron sólo 14 obras para poder realizar el debate posterior a cada presentación. Además, todos los días habrá una performance que también oficiará a modo de cierre del festival el domingo, con una intervención callejera, para llevar el arte sobre la violencia de género al espacio público. “En el primer festival habilitamos una pared del Joaquín V. González (donde se realizó) para que la gente dejara en post-it comentarios sobre las obras. Esos comentarios se publicaron en las memorias del primer festival”, cuenta González Altea, y explica: “Esta vez, decidimos hacer algunas obras menos para respetar el espacio del debate”, dice la organizadora.

La expectativa con la que llevan adelante este segundo encuentro es consolidar un espacio desde el cual luchar contra la violencia de género abordándola desde la empatía que puede generarse desde el arte en general, y el teatro en particular. “Ese es el proceso de catarsis que tiene el teatro, una identificación que genera con el espectador”, analiza González Altea, y sigue: “El teatro permite trabajar estas conductas que vemos en escena y que tal vez el otro las pueda revisar y llegar a visualizar como violencia. Es un paso muy importante”, destaca. Cox, por su parte, sostiene que “el patriarcado nos aleja a las mujeres de nuestras almas”, y ejemplifica: “Yo de chica decía que no era feminista porque me gustaban los hombres, el maquillaje, depilarme... Te aleja de tus propias armas, creés que te llena de odio”, analiza. “Y tal vez, desde el teatro y aunque no sea una comedia (aunque un par de sonrisas amargas te saca) te hace más fácil ver sin tanta bajada de línea.”

–¿Qué permite visualizar el abordaje que se hace de la violencia de género desde el teatro?

Cecilia Milsztein: –El arte no sólo desde el teatro, sino desde sus distintas vertientes puede mostrar sentimientos y situaciones que quizá con palabras no se puedan transmitir. Te permite ver el proceso también, porque no es solamente “hablemos sobre violencia de género”, “veamos la cachetada”... Es ver el proceso. Ver que la violencia física es la conclusión de un montón de pasos previos hasta llegar a eso y concientizar sobre que si no me deja trabajar, o no me deja estudiar lo que quiero, o no puedo vestirme como me gustaría también es violencia.

Ivania Cox: –Yo no escribí Blanca blue pensando en que iba a hacer una obra sobre violencia de género. Escribí una obra de los temas que me duelen, que me tocan, con los que tengo que ver y que tienen que ver con mi identidad. Fue el momento en que decidí poder llamarme a mí misma feminista, cosa que no me permitía porque para mi generación feminista es alguien que odia a las mujeres, muy violenta, una visión muy rígida. Pude darme cuenta de que el feminismo no es uno solo, y además va cambiando, yo también lo construyo. El arte tiene el don de poner luz a algo muy oscuro. Y compartirlo, comunicarlo. De la violencia hay que hablar antes de los golpes. Los golpes es a lo que se llega al final, pero toda la violencia anterior, psicológica, simbólica, verbal, de eso hay que hablar más.

Esta segunda edición se realiza en paralelo con la Casa Ensamble de Bogotá, luego de que participaran de la primera edición y se entusiasmaran con difundir la iniciativa también en su país. González Altea anuncia que “nuestro objetivo es conectarnos todas las personas que estamos trabajando la temática de la violencia de género. Ahora, ellos lo organizaron en la misma fecha que lo hacemos nosotros, por lo cual estamos en una especie de festival con dos sedes, en esta idea de seguir divulgando lo que estamos haciendo y tratando de generar un movimiento latinoamericano. Ojalá podamos llegar”, se entusiasma, aunque lamenta que desde la comisión organizadora hayan tenido que poner plata de su bolsillo en el primer festival porque no llegaron a cubrir los gastos. “Sólo hemos recibido una subvención de ProTeatro y el Instituto Nacional del Teatro nos premió con el Florencio Sánchez por la 1º edición, y el año pasado le pedimos al Centro Cultural San Martín que nos permitieran utilizar sus salas. Hubo muchas reuniones pero nunca respondieron el expediente”, detalla.

–¿Puede decirse que hay un teatro de género?

I. C.: –No sé si existe como una expresión artística específica, como si por ser mujer hago teatro de género. Yo creo que no, como no hay literatura femenina; hay mujeres que escriben. Yo escribo sobre género porque escribo sobre los temas que me duelen y que me interesan. Por eso escribo de género y de política. Son los dos temas que van a estar siempre en mi obra, que tienen que ver con las relaciones de poder en las relaciones humanas. Y además son temas que permiten atrapar esa tensión dramática necesaria en una pieza teatral. Creo que hay mujeres que escriben, y los temas que salen son estos. Si alguna vez se acaba la violencia de género, escribiremos sobre otras cosas...

S. G. A.: –Cuando una mujer se identifica como feminista, todo lo que escriba va a estar atravesado por eso. Hay mujeres que tienen una identidad asumida y empiezan a trabajar para cambiar las injusticias y a denunciarlas para construir otra sociedad, y habrá mujeres que aborden temáticas que se refieran a las mujeres pero que no estén atravesadas por una perspectiva de género. Cuando se habla de un teatro de género, o del festival que hacemos, son espacios que algunas mujeres estamos construyendo para hablar sí o sí de esto. No es sólo por ser mujer que se hace teatro de género, porque para mí lo que Susana Giménez representa no tiene nada que ver con lo que queremos construir las mujeres.

I. C.: –O de autores de mucho renombre y que son machistas, como (August) Strimberg o (Henrik) Ibsen, que está bueno ver sus obras pero desde otro punto de vista. Y hasta pasar esas obras por un filtro de género y representarlas desde otro lugar. El tema es permitirse la discusión de lo que está asumido y poder debatir a autores que parecen intocables, como otros conceptos en nuestra sociedad que nos bajan a las mujeres: “si no te pega no es violencia”; “te grita pero es bueno”; “lo hace porque te quiere”; “lo hiciste poner mal”. Eso está instalado tanto en los hombres como en las mujeres. Tenemos que empezar a desarmar esas cosas.

* Programación, información y reserva de entradas en festeatrosobreviolenciadegenero.blogspot.com.ar

Después del Ni Una Menos

Para las organizadoras y artistas que participan del festival, que junto a diferentes movimientos colectivos luchan contra la violencia de género y por los derechos de las mujeres desde hace mucho tiempo, la realización de la marcha Ni Una Menos fue un hecho histórico, que vivieron de maneras diferentes. Cox es docente y cuenta que le resultó “muy fuerte” que “surgiera de chicos entre 10 y 14 años la necesidad de hablar del tema. Cuando yo era chica no se hablaba sobre este tema en la escuela”, recuerda, y González Atea confiesa que “como militante feminista fue absolutamente emocionante. Estaba con las lágrimas saltadas. ¡Por fin la sociedad se está pronunciando sobre lo que nos está pasando!”. Luego, agrega que un gran logro es “poder identificar otros tipos de violencia como la económica o la simbólica, por ejemplo”.

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