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Miércoles, 3 de enero de 2007
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AGUSTIN ALEZZO, JULIO CHAVEZ Y LAS IDEAS DETRAS DE “YO SOY MI PROPIA MUJER”, OBRA GANADORA DEL PULLITZER 2004

“Hasta la forma de vestir es un acto de supervivencia”

“Lo político y sexual son dos aspectos centrales de la historia”, dice el dúo, que debuta este sábado en el Multiteatro. Así, la obra de Doug Wright “habla de la necesidad de mantener la identidad, de sobrevivir, pero también cuenta una historia de amor”.

Por Cecilia Hopkins
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La obra presenta, a modo de telón de fondo, los cambios producidos entre la Segunda Guerra y la caída del Muro.

Entre 1928 y 2002 vivió Charlotte von Mahlsdorf, un travesti berlinés que supo sobrevivir al nazismo y al régimen stalinista del Este alemán coleccionando antigüedades –más tarde fundó un museo que hasta hoy puede ser visitado en Berlín– y atendiendo un bar, famoso entre la gente de costumbres alternativas. Escrita por el norteamericano Doug Wright en base a las experiencias de Charlotte, pieza ganadora del premio Pullitzer 2004, Yo soy mi propia mujer subirá a escena este sábado en el Multiteatro (Corrientes y Talcahuano), bajo la dirección de Agustín Alezzo y la interpretación de Julio Chávez. En la obra estrenada en Broadway, el propio autor aparece como personaje, describiendo las diversas etapas de creación del texto. Narra así su entusiasmo y virtual enamoramiento por la figura de Charlotte, detalla sus entrevistas con ella y las investigaciones que llevó a cabo para conocer sus estrategias de supervivencia. También describe sus estados de ánimo al descubrir ciertas aristas de la vida de su protagonista que rechaza moralmente, en función de referirse a un supuesto pasado colaboracionista con los Stasi, miembros de la policía secreta alemana, circunstancias que lo fuerzan a suspender temporariamente la escritura de la obra.

Fue el mismo Chávez quien convocó a Alezzo para que lo dirigiera, una vez conocido el material. La pieza original propone una importante variedad de personajes para ser interpretados por un solo actor, pero la puesta local realizará la narración de todos los sucesos principalmente desde la figura del escritor y de su entrevistada: “Los personajes son muchos, pero con Julio huimos de la tentación de interpretarlos a todos, porque quisimos que el propio autor contara la historia y que desde él se fuera corporizando Charlotte”, cuenta el director, junto a Chávez, en una entrevista con Página/12. La obra presenta, a modo de telón de fondo, los cambios políticos y sociales producidos entre la Segunda Guerra y la caída del Muro. “Lo político y lo sexual son dos aspectos centrales de la historia, porque Charlotte transitó su vida entre dos regímenes muy fuertes y eso está muy presente”, advierte Alezzo.

–La obra de Wright habla de la autodeterminación sexual, unida a la necesidad de sobrevivir...

Agustín Alezzo: –Sí, la obra habla de la necesidad de mantener la identidad, de sobrevivir, pero también cuenta una historia de amor. La relación que se entabla entre Doug, el autor, y Charlotte comienza con la curiosidad que lo lleva a él a buscarla a ella pero luego se va transformando. Cuando él sabe que ella pudo haber sido una delatora de las actividades de la gente que la frecuentaba, eso le produce rechazo. Pero finalmente el autor no la juzga.

Julio Chávez: –Si debo pensar en qué se diferencia Charlotte del resto de las personas, no hablaría de su travestismo. Tal vez todos, en definitiva, construimos una personalidad para sobrevivir. Tal vez, nuestras inclinaciones y gustos, las palabras que seleccionamos para hablar y hasta nuestra forma de vestir son también un acto de supervivencia. Todos queremos pertenecer a un determinado grupo que hemos elegido, y por eso actuamos así. Claro que este personaje es un caso sumamente expresivo de este hecho, pero aún así no creo que ella se diferencie sino que se asemeja mucho a todos, porque pone muy de manifiesto algo que es muy propio de lo humano.

–¿Existe algo más bajo la narración de estos sucesos?

–También la obra plantea una reflexión alrededor del arte. Uno puede pensar ¿qué posibilidades tiene un artista de plasmar una vivencia, una impresión, un registro de vida en forma definitiva, cristalizar la experiencia del otro, para bien o para mal? ¿Se puede saber cómo es la vida de otro, se puede revelar una verdad al respecto? Porque tal vez la realidad sea como la planteó Pirandello: no existe una sola verdad, sino que la realidad es diferente en función de las miradas que hay sobre ella.

–¿Por qué decidieron cambiar la propuesta de la obra, en relación a la cantidad de personajes a interpretar?

A. A.: –Esta obra invita al actor a realizar un ejercicio de virtuosismo. Pero nosotros elegimos profundizar en la relación humana de los dos personajes principales. Ese fue el punto que acentuamos. A Charlotte la corporiza Doug, a partir de su narración.

J. C.: –Doug descubre que tiene intereses que no sabía que tenía, cosas de sí mismo que le surgen a partir de su deseo de entenderla a ella, de saber quién es. Doug comparte con el espectador una experiencia vivida por él. El terreno donde se realiza la experiencia es Charlotte, un personaje poderoso que aprendió a sobrevivir, a defenderse con astucia.

–¿Por qué creen que la figura del travesti despierta en la actualidad tanta curiosidad?

A. A.: –Me parece que el travestismo tiene que ver con el modo revulsivo de vivir esta época, en la que todo parece estar en otro lugar. Pero en relación a esta obra, la apariencia del travesti no es el punto central de la pieza. Julio está sin maquillaje y lo interpreta desde el juego corporal, gestual.

J. C.: –Creo que hoy todo está travestido y esto puede verse en la televisión, en la forma de plantear el humor y el entretenimiento, la publicidad, hasta la política. El travestismo no es más que una autorización contemporánea que, en lo profundo, no toca ni revoluciona nada. Charlotte se reiría de ese travestismo. Alemania fue siempre un país de excesos y ha generado una pulsión muy fuerte hacia la libertad y hacia el freno también. En lo sexual, el movimiento feminista fue muy poderoso. Y hacia fines del siglo XIX se produjo una atmósfera que, entre otras posibilidades, incluyó el travestismo.

–Se observa en la obra una intención por parte del autor de homologar el nazismo y el stalinismo. ¿Qué piensan al respecto?

J. C.: –Desde el punto de vista de Charlotte, ambos regímenes fueron iguales: ella cuenta que los Stasi, cuando entraron a su casa, le llevaron todo, como sucedió bajo el régimen nazi.

A. A.: –Vestida de mujer, Charlotte tuvo que salvar el pellejo como pudo y, en su experiencia, ambos regímenes fueron parecidos. Una de las cosas que la obra nos plantea es que todos los seres humanos hacen no todo lo mejor que deberían sino sólo lo que pueden, aun cuando no es lo que deberían hacer. El autor tiene una mirada piadosa hacia las víctimas.

–¿Pero cuál es su punto de vista personal?

A. A.: –Yo tengo una mirada de la vida volcada al socialismo, y sin embargo creo que el régimen de Stalin no tuvo mucho que envidiarle al nazismo. En ese momento, todos los países que estaban bajo la órbita soviética persiguieron a quienes no estaban con ellos y mostraron un costado de enorme crueldad. Es lo que se plantea aquí. Y cuando se hace mención al surgimiento del neonazismo, la obra también muestra cómo la historia se repite.

J. C.: –Aunque es muy posible que en ambos regímenes se hayan producido hechos similares, yo estoy seguro de que desde las ideas no fueron lo mismo. Pero cuando existe un acto de barbarie, es verdad que ahí se hace muy difícil establecer diferencias.

–¿Cuál es su percepción del teatro de este momento?

J. C.: –Hay fenómenos sumamente vivos, muchos de los cuales no puedo ver por falta de tiempo. Ahora soy mucho más generoso que antes, porque ya no me importa si me gusta o no lo que veo: para mí lo fundamental es ver que aparezca la expresión del creador.

A. A.: –Yo veo teatro muy bueno en salas chicas. Me interesa lo que hacen Elena Tritek, Ricardo Bartis, Claudio Tolcachir, Inés Saavedra. Cuando la renovación proviene de una necesidad real del creador, lo que sale es producto de su necesidad. El parámetro de interés para mí es ése: que se presente la necesidad real del artista. No me interesa lo que surge cuando se busca sólo ser original.

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