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Sábado, 10 de febrero de 2007
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UNA OBRA DE PIRANDELLO

“Ahora el folletín está en la calle”

Betty Gambartes y Juana Hidalgo hablan de ¡Así es!... Si así te parece, que se estrena hoy.

Por Hilda Cabrera
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Gambartes dirige e Hidalgo actúa en esta puesta que irá los sábados y domingos en Andamio 90.

“Aquí hay una desgracia que, como ven, debe quedar escondida, porque sólo así puede valer el remedio que le ha dado la piedad.” La señora Ponza defiende su derecho a la privacidad ante la arremetida de quienes buscan saber algo más sobre la dolorosa experiencia que comparte con su madre (un parentesco en duda) y con su marido, designado nuevo funcionario en una comunidad de provincia, cuyos habitantes aturden con preguntas a la familia que llegó hasta ahí, escapando de su pueblo destruido por un terremoto. El rechazo a la intromisión es uno de los temas de ¡Así es!... Si así te parece, obra del dramaturgo y novelista siciliano Luigi Pirandello (1867-1936) que se estrena hoy en Andamio 90, en versión y dirección de Betty Gambartes y Alejandro Giles. Calificada de farsa filosófica, pertenece al primer período de este autor de piezas de corte regionalista (algunas escritas en dialecto siciliano) y otras de gran aliento, en las que desarrolló ideas relativistas sobre la verdad y la mentira, lo aparente y lo real, el disfraz y el mito de la locura. Asuntos que se reiteran en sus obras, entre otras Enrique IV; Esta noche se improvisa; Vestir a los desnudos (Vestire gli ignudi); La vida que te di; O de uno o de ninguno y la inconclusa Los gigantes de la montaña, de 1936, que llevó a escena Giorgio Strehler en 1947.

¡Así es!... (Cosi è, se vi pare, en el original), escrita en 1917, suma apuntes sobre la identidad y la imposibilidad de escapar del propio yo. Problemáticas de toda época. Esto opinan Gambartes y Juana Hidalgo, quien interpreta a Frola, madre de la misteriosa Ponza. La directora de Arráncame la vida y Discepolín y yo destaca en esta obra aspectos característicos del thriller y el grotesco. Otro tanto apunta Hidalgo, quien fuera exquisita intérprete de Los días felices, de Samuel Beckett, dirigida por Alfredo Alcón; Ya nadie recuerda a Frederic Chopin, de Roberto Cossa, según una puesta de Omar Grasso; y Mi querida, versión de Griselda Gambaro sobre el cuento Almita, de Anton Chejov, con dirección de Rubén Szuchmacher.

El conflicto que se expone es doloroso, aun cuando se haya elegido el camino de la farsa. Lo cierto es que esa avidez de los otros por saber quién es quién altera al punto de desnudar prejuicios y torpezas del grupo. Se trata de una comunidad inhabilitada para conciliar pareceres, algo que –según Gambartes– se superó en la dirección: “Esta obra nos gustaba tanto a Alejandro (Giles) y a mí que no la podíamos soltar. Llegamos entonces a un acuerdo y nos decidimos por la puesta conjunta”. Como en otros montajes, la directora recurrió a Diego Vila para musicalizar. “Diego tiene experiencia en el teatro de prosa, donde la música puede convertirse fácilmente en melaza”, sostiene.

La vigencia de Pirandello no se discute, y no sólo por Seis personajes en busca de autor, de 1921. La directora y la actriz opinan que ¡Así es!... es una diatriba en contra de las posturas autoritarias. “Nuestra vida sería más grata si pudiéramos ejercitar los conceptos que el autor rescata. Nos convertiríamos en personas menos intransigentes frente a las debilidades ajenas.” Gambartes equipara el gusto por la intromisión reflejado en la obra con el morbo que se cultiva hoy en los medios de comunicación: “Todos creen tener derecho a opinar sobre crímenes y violaciones. Esta situación inspiró la puesta y el público queda incluido, como si lo que sucede se estuviera desarrollando adentro de una casa”. En ¡Así es!... la piedad se manifiesta en Frola. La conforma que existan respeto y pudor. Y el pudor resguarda al funcionario Ponza y a Frola: “Ellos defienden sus verdades, diferentes para cada uno pero aceptadas por los dos, porque esas verdades les han permitido rearmar la propia historia y sostenerse en la vida”.

Dentro de esa “apertura mental” que proponen las obras de Pirandello, Hidalgo subraya la compasión. Respecto de este autor, recuerda haber participado en una adaptación de Seis personajes ... para la tevé: “Fueron sólo cuatro días de trabajo. Como actriz, apenas rocé a Pirandello”. Pero lo leyó desde siempre. Cuando Gambartes la convocó, la primera reacción fue rechazar el trabajo: “Había hecho dos temporadas con Mi querida, en el teatro Elkafka, y actuado en dos películas (una es Vísperas, de Daniela Goggi). Tengo problemas de salud y no me sentía con fuerzas para encarar otro proyecto”. Triunfó la directora, y un episodio doméstico la convenció. Conservaba una edición del libro en uno de los estantes de su biblioteca. Quiso leerlo, pero le costaba moverse por la enfermedad (le diagnosticaron una polineuritis). Se ayudó entonces con una espumadera para sacarlo de su lugar. El libro cayó, y ahí mismo inició la lectura. Quedó maravillada. Ahora se siente como nueva junto al elenco que conforman actores y actrices provenientes de muy diferentes ámbitos teatrales. Gambartes destaca esa multiplicidad y reconoce que el personaje de Laudisi (compuesto por Jean Pierre Reguerraz) es el alter ego del autor: “Laudisi es el que molesta con sus observaciones; el que se da cuenta de que están queriendo despedazar a Frola y los suyos”.

“Este trabajo con el elenco me traslada a mis primeras épocas del teatro independiente –apunta Hidalgo–. Hace unos días, la actriz Elena Tasisto me dijo que yo debía vivir sobre el escenario, que es bueno para mí. Y es cierto. En la calle, camino con un cuidado exagerado, porque siento que mis piernas se aflojan. En el escenario, en cambio, soy otra. Esa cosa lúdica que tiene el teatro me resulta milagrosa.” A su vez la directora opina que el teatro es un lugar de comunicación muy sensible y que por eso es posible exorcizar allí la vida. Esto se potencia en ¡Así es!..., donde Gambartes descubre elementos de un género en boga: el melodrama. “Antes teníamos el folletín en la ficción y ahora lo tenemos en la calle. La exacerbación de los sentimientos es un síntoma de la época. Las víctimas lloran sin ningún pudor ante las cámaras de televisión, y encima, los periodistas les piden que analicen su desgracia.”

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