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Lunes, 9 de julio de 2007
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JUAN PALOMINO Y RAUL RIZZO

“El olvido es parte de nuestra historia”

Los actores interpretan La tentación, de Pacho O’Donnell, en el teatro Payró.

Por Hilda Cabrera
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Raúl Rizzo y Juan Palomino proponen en la escena un diálogo entre Dorrego y lord Ponsonby.

¿Por qué no apostar a un teatro de ideas y a la creación de mundos imaginarios que relacionen a personalidades de la historia? Los actores Juan Palomino y Raúl Rizzo opinan que este presente invita a revisar oscuros momentos del pasado. Y se atreven componiendo personajes en pugna en una obra de Pacho O’Donnell, cuya acción se ubica a comienzos de siglo XIX. Así, en La tentación, uno es Dorrego, entonces gobernador de Buenos Aires contrario a negociar la paz con el Imperio de Brasil en la disputa por la Banda Oriental, y otro es lord Ponsonby, el enviado británico que pretende inducirlo a firmar la paz y resguardar así los acuerdos comerciales de la corona con Pedro I de Brasil. La presión sobre Dorrego es calificada de “primer golpe de Estado de la historia argentina” y su fusilamiento de “primer gran asesinato político”. De ideario americanista, “cercano al de los generales Simón Bolívar y José de San Martín”, Dorrego ha sido –destacan los actores– el último revolucionario de Mayo asesinado, como Bernardo de Monteagudo y Mariano Moreno. “Uno de sus proyectos se relaciona con lo que hoy se quiere: pensar a América como un bloque y reforzar los vínculos con los países que la integran”, apunta Rizzo. Por su lado, Palomino resume: “Dorrego era consecuente con sus ideas; rechazaba sobornos y comodidades, y sobre sus dudas decía que, aunque vigorosas, nunca lograban vencer sus certezas, especie de parásitos resistentes a todo tratamiento. Un discurso que puede parecer ingenuo a la clase política actual, tan poco consecuente”.

–¿Qué aporta la teatralización de episodios históricos?

J. P.: –Yo redescubrí a Dorrego. El teatro me parece un medio fantástico para dar vida a personajes que han respondido a su país. Para mí este discurso no es anacrónico: revaloriza cuestiones siempre vigentes que se relacionan con los mecanismos de la reflexión y la calidad de los sentimientos.

–¿Hubo algún desacuerdo con lo escrito por O’Donnell?

J. P.: –Pacho es historiador, psicoanalista, escritor, y sabe lo que hace. Lo que me producía cierta inquietud era la forma en que podía ser transmitida la información. Es un mérito del director Santiago Doria haber resuelto este aspecto. El lenguaje es muy directo y él lo convierte en texto dramático. Si bien este episodio es recreado desde la ficción, uno siente que debe fidelidad al personaje, a su pensamiento, y llegar a la verdad escénica y no ser sólo “un actor que hace de”.

–¿Opinar desde la interpretación?

J. P.: –Sí. Observo a Raúl haciendo de lord Ponsonby, y lo veo tan convencido... Pensar que años atrás personificó a Juan Lavalle, uno de los responsables de la muerte de Dorrego, en Historia de una estatua (obra de Carlos Somigliana sobre la estatua de Lavalle levantada frente al Palacio de Justicia). Eran épocas de decisiones tajantes. Unos respondían a lo que se llamaba civilización y otros eran acusados de defender a la “barbarie”.

–En La tentación Dorrego parece tener buen concepto de Lavalle. ¿Se lo exculpa?

R. R.: –Para él era un patriota: había combatido en las campañas de San Martín y de Bolívar. Pensaba, sí, que Alvear, un aristócrata, lo traicionaría. Estos políticos (no Alvear) ponían el cuerpo. La lucha por la independencia estaba muy presente. Ellos no eran como Salvador María del Carril, Julián de Agüero o Bernardino Rivadavia, que había sido nombrado presidente de las Provincias del Río de la Plata en 1826 y era unitario opositor a Dorrego. Del gobierno de Rivadavia nos quedó claro que no hacía falta invadir un país para dominarlo: bastaba con endeudarlo.

–Y contar con aliados internos...

R. R.: –Que se enriquecían con esos negocios. El episodio que rescata la obra es bisagra en la historia. Se mencionan tres encuentros reales entre Dorrego y Ponsonby. Pacho eligió uno final para darle sentido poético y dramático. Es cierto que Ponsonby fue uno de los ideólogos del asesinato, porque si Dorrego no cedía, él quedaba afuera. Este personaje tenía influencia en la política del sur, y su obligación era acrecentar el poder británico, ayudado por los Del Carril, los Agüero, Varela...

–¿Es posible hallar hoy personalidades equivalentes en algún punto a Dorrego?

R. R.: –Hay algo que me llama la atención en algunos personajes de nuestra historia, actitudes como las de Dorrego y el general Juan José Valle, fusilado en la Penitenciaría Nacional en avenida Las Heras. Eran gente generosa y emocionan con sus cartas. En estos días se está hablando de Manuel Belgrano por el robo del reloj que le había entregado al médico que lo asistió hasta su muerte, y recordé que Belgrano había destinado en 1813 lo que le adeudaban por combatiente a una escuela de Jujuy que recién se inauguró hace tres años. El olvido es parte de nuestra historia, y Dorrego es un olvidado.

* La tentación, dirigida por Santiago Doria, cuenta con escenografía y vestuario de René Diviú e iluminación de Roberto Traferri. Las funciones se ofrecen en el Teatro Payró, San Martín 766, los viernes a las 21.30; sábados a las 22 y domingos a las 20.30.</p>

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