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Miércoles, 9 de noviembre de 2005
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TSO PRESENTA SU NUEVO ESPECTACULO EN EL RECOLETA

Cuando la piedad es un arte

A pesar de su estética y forma de expresión, similares a La Fura dels Baus, el Teatro Sanitario de Operaciones busca diferenciarse, inspirándose en la escultura de Miguel Angel.

Por Cecilia Hopkins
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Piedad se ofrece de jueves a domingo en la sala Villa Villa del C. C. Recoleta.
Formado en 1996, el Teatro Sanitario de Operaciones (TSO) sigue de cerca la estética que los catalanes de La Fura dels Baus crearon en sus performances de principios de los ’80: interacción con el público, acrobacia en altura y una temática relacionada con “la humanidad en su estado más primario y visceral: la miseria, la opresión, la lucha por el poder”, en palabras de Alex Ollé, uno de sus fundadores. No obstante, los ocho integrantes del grupo porteño afirman haber concretado una relectura de las técnicas utilizadas por el equipo español. La mayor parte de sus integrantes se conocieron en un seminario conducido, precisamente, por dos intérpretes del mítico grupo en una de sus visitas a Buenos Aires. En una entrevista con Página/12, el director Quique López y la escenógrafa y directora de arte del grupo Jacqueline Miller aclaran que, en aquella oportunidad comprendieron la conveniencia de trabajar colectivamente, siempre a partir de las capacidades de cada uno. Apenas terminó el taller, el proto TSO comenzó a armar performances para prologar la actuación de diversas bandas de rock. Poco después, el grupo se presentó –ya con su nombre actual– como telonero de la Fura en ocasión del estreno del espectáculo Manes. Pero la oportunidad de un cabal lucimiento la tuvo durante la primera edición del Festival Internacional de Buenos Aires: fue cuando realizó una intervención urbana en el puente del Riachuelo. “Quisimos tomar el símbolo del río en referencia a los desaparecidos, por eso pensamos en ensamblar el cuerpo de un gran muñeco, emplazarlo públicamente e iluminarlo”, resume Miller.
Su último espectáculo (su nombre es Piedad y se presenta en la sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta, de jueves a domingos) se inspira, en cambio, en la escultura homónima de Miguel Angel, aunque también hace referencia a la obra de Salvador Dalí (Corpus Hipercúbicus) que muestra una cruz estructurada a partir de cubos. Los espectadores deambulan libremente por la sala hasta que algunos personajes toman el espacio y proponen juegos con sábanas y proyectiles de papel, otros escalan muros o van sostenidos por arneses y redes. Hay música en vivo y un video en pantalla gigante, con citas cinematográficas de Pasolini y Kubrick, entre otros. A su modo, la historia que cuenta el espectáculo es la de un ser humillado por otro hasta su aniquilamiento.
–¿A qué obedece el nombre Teatro Sanitario de Operaciones?
Jacqueline Miller: –El nombre del grupo fue encontrado al azar y luego le fuimos encontrando un sentido: sanitario tiene que ver con sanear, con rescatar lo sano. Porque nosotros no queremos ser indiferentes a la realidad, sino tender en la medida posible a cambiar en algo nuestra vida cotidiana.
Quique López: –Parece que la miseria, la violencia y el asesinato se han vuelto casi naturales y nos parece bueno que se reflexione sobre esto.
–¿No creen que Piedad muestra una estética muy asociada a los años ’80 que marcó a grupos como La Organización Negra?
Q. L.: –Sabemos que este teatro de imagen o de riesgo ya está publicitariamente aceptado. Por eso, nosotros no queremos lograr sólo imágenes bellas, sino vincularlas a una significación precisa.
J. M.: –En los ’80, el no querer contar una historia en una obra era una toma de posición. Pero hoy estamos en otra época y nos parece necesario crear una especie de catarsis que sirva para que exista un registro de lo que está sucediendo. Cromañón también nos ha tocado de cerca porque en esos espacios también nosotros desarrollamos nuestro trabajo.
Q. L.: –No queremos crear imágenes vacías, sino que el conjunto de la obra genere algo en el espectador. Piedad es performance, videoarte, música en vivo, interrelación entre actores y público, acciones aéreas... pero también es la historia de un mártir, que puede ser tanto Jesús como Santillán. Nosotros no creemos que este tipo de teatro está agotado: una vez que ya dominamos la técnica ahora estamos interesados en poner énfasis en el mensaje.
–¿Qué materiales suelen utilizar?
J. M.: –Esta vez trabajé ensamblando cubos de acero espejo. Nos gusta usar materiales nobles, nunca elementos escenográficos que representan otra cosa. Lo de Teatro de Operaciones se vincula con las acciones de armado y desarmado de los objetos escenográficos. También porque hay una transformación de la escena que todo el grupo realiza en cada función.
–¿Siempre plantean la interacción con el público?
Q. L.: –Queremos que el espectador participe de nuestro relato con imágenes, como si fuese un happening. Pero somos diferentes a La Fura.
J. M.: –Los dos hacemos productos artísticos creados en entornos culturales y políticos completamente diferentes. En los ’80, La Fura necesitaba avasallar a los espectadores, sacudirlos. Nosotros, en cambio, nos vemos sacudidos muy violentamente todos los días, en la calle.
Q. L.: –Queremos contar un relato, que el espectador elija si quiere participar o no, que se mueva libremente por el espacio. Y que pase de un clima festivo a digerir unas imágenes muy densas que tal vez lo llevan a pensar en su vida de todos los días.

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