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Domingo, 12 de junio de 2011
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EL MOMUSI CUMPLE QUINCE AÑOS Y LO FESTEJA CANTANDO

Ese rito de los domingos

Daniel Viola, María Teresa Corral y Beba Raspo, fundadores del Movimiento de Música para Niños, hacen memoria y balance: de cuatro grupos a veinte y una sede en Córdoba, un crecimiento cimentado con la fidelidad de padres y chicos a una propuesta siempre valiosa.

Por Sebastián Ackerman
“Hay padres que vienen con sus hijos, no quieren perder el lazo que tienen con artistas que vieron de chicos.”
Imagen: Pablo Piovano.

La anécdota dice que en 1997, a pocos meses de la fundación del Momusi, se organizó el primer recital conjunto en el Teatro de la Ribera. Como era “la primera vez”, tenían dudas acerca de la convocatoria, y para asegurarse de que el teatro no estuviera vacío recorrieron el barrio, escuelas e iglesias para difundir la convocatoria. “Teníamos miedo de que solamente fueran cincuenta personas, en ese tea-

tro enorme... y a medida que se acercaba la hora, se fue llenando. Fue increíble. Mucha gente de toda la zona de La Boca, Avellaneda, no podía llevar a sus hijos a escuchar esa música”, recuerda Daniel Viola, uno de los fundadores del movimiento, junto a María Teresa Corral y Beba Raspo, también presentes en la entrevista. “¡Hablamos hasta con los curas para asegurarnos de que fuera gente!”, ríen. El grupo festeja ahora quince años ininterrumpidos de su ciclo Música en domingo, y de los cuatro grupos iniciales ya suman más de veinte y una sede en la ciudad de Córdoba, con conjuntos de la región.

Viola destaca que aquella “primera vez” fue el bautismo de fuego del Momusi, ya que se planteó “el desafío de compartir el escenario entre los músicos. Ahí se conformó un movimiento. Hasta ese momento era un ciclo hecho por varios”, diferencia. Esta continuidad que lograron hoy los encuentra con una doble oferta para los más bajitos: al ya tradicional de los domingos a las 11, este año en el Teatro 25 de Mayo (Triunvirato 4444, retirar las entradas una hora antes), sumaron una nueva oferta en La música a Caballito, que va los fines de semana a las 16 en el Teatro Garrik (Avellaneda 1369). Todo ello se sostiene, analizan, sobre el logro de “formar un público” que no es sólo el oyente ocasional sino también los padres que “vienen con sus hijos porque no quieren perder el lazo que tienen con los artistas que vieron ellos de chicos, y además quieren darle desde pequeños ese alimento sonoro a los chicos, esa mamadera musical”, grafica Corral.

Entre los grupos que hoy conforman el movimiento, se pueden encontrar los más diversos ritmos musicales, pero la intención es también presentar un “espectáculo integral”, que no se quede sólo en lo musical sino que, además, tenga un fuerte trabajo en la puesta en escena del show, ya que, señala Raspo, es “en la presentación, cómo a través del juego se les llega a los chicos para que su atención esté puesta en lo que van a escuchar”, explica y señala que la obra de cada grupo no es una simple variación del cancionero infantil: “Sino que además del cancionero infantil, que puede existir, incluye todo tipo de música: folklórica, clásica, popular o lo que fuere. Todo lo que considere de valor que puede ser hecho en una producción que pueda llegar fácilmente a los chicos, no porque sea simple, sino que sea captable por los chicos”, rescata, y Corral es tajante: sostiene que no hay que confundir, “y que el público no se confunda: una cosa es lo simple y otra cosa es lo tonto”, define.

Esa variedad es la que se ofrece desde 1999 los domingos a la mañana en lo que ellos llaman “la misa de las 11”. Y ese carácter ritual que tomó la convocatoria, que se sostiene “religiosamente” desde hace doce años, es lo que más los entusiasma a la hora de reflexionar sobre la relación de los más bajitos con la música. “Ofrecemos a los chicos un mensaje musical distinto en cada grupo. Esto es importante en esta era globalizada, en la que le llega al público más de lo mismo. Cada domingo es diferente y eso enriquece la experiencia musical de los chicos”, compara Corral, y Raspo destaca que el de Momusi “es un lugar donde se ponen en contacto con la música en vivo. Una de las ideas por la cual nos reunimos era para generar un espacio al cual pudieran acudir los padres con sus hijos para encontrar una producción especial para los chicos. La experiencia estética que realizan en ese encuentro es única, porque aparecen todos los géneros musicales. La persona que puede optar, elige después de conocer una variedad; si no, no es una elección”, remarca.

En la platea se ven muchos padres con sus hijos, disfrutando a la par, compartiendo el gusto por el disfrute de los chicos pero también por lo que sucede sobre el escenario. ¿Qué vincula a estas tres diferentes posturas, unidas por un espectáculo? “Hay una pregunta flotando que es si existe el universo de la infancia y cuán diferente es al del adulto”, reflexiona Viola. “Y uno apuesta a que existe ese universo de la infancia y que el adulto trata de no perderlo, de no perder el universo poético”, porque, argumenta, si el adulto “mantiene vivo su niño, entra en un mundo de poesía, de asombro, de veneración. Y ése es el mundo que uno rescata”. Raspo (fundadora del grupo Sonsonando) confiesa que “la emoción que se comparte entre el público y los músicos es muy grande”. Esa vivencia, tal vez la primera de ese estilo para el chico, “es significativa, y aunque no fuera más que eso –que no es poco– ya es un aporte para un ser humano. Contar con un espacio donde puede pasarla bien y conectarse con la música es valioso por sí mismo”, valora.

La fundación del Momusi respondió, dicen al unísono, a un vacío en la oferta de productos de calidad artística para los chicos. “En ese momento había cuatro o cinco conjuntos que se dedicaban a la música para niños, todos músicos que trabajábamos en serio los doce meses del año, no solamente en las vacaciones de invierno”, detalla Corral. “Costaba mucho tener continuidad en el medio, y para lograr que eso se transformara en un movimiento cultural y musical hicimos lo obvio: entre muchos somos más fuertes”, dice, y Viola asegura que el proyecto fue orientado por “objetivos” que se plantearon: diferenciarse de “una impronta de la música como un producto más de un programa de televisión, pensado exclusivamente a partir de la televisión”, por lo que era difícil para los grupos “tocar en un teatro o tener un lugar en las bateas de las disquerías. Ahí empezamos a plantearnos generar otro mercado, no compitiendo con esos camiones porque íbamos a perder siempre, pero hoy vemos que creamos ese mercado”, se entusiasman.

* Toda la programación en www.momusi.org.ar.

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