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Domingo, 19 de junio de 2011
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SE PRESENTA HOY LA CENICIENTA, UN MAGICO MUSICAL INFANTIL

“Este es un clásico aggiornado”

Su directora, Carolina Alliani, y los actores Natalia Volonnino y Guido Zaffora coinciden en que la puesta respeta los lineamientos generales de esta legendaria historia para grandes y chicos. Pero destacan: “Más allá de que sea un infantil, salís del teatro pensando”.

Por Sebastián Ackerman
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La Cenicienta se puede ver hoy en El Cubo (Zelaya 3053). Luego habrá que esperar hasta julio.

El cuento de “La Cenicienta” tiene sus dos versiones más antiguas en las plumas de Charles Perrault y los hermanos Grimm, retomadas de las tradiciones orales de Francia y Alemania, pero seguramente el salto a la fama del personaje se debió a la película de Disney, a mediados del siglo pasado. Y ahora en La Cenicienta, un mágico musical infantil, su directora, Carolina Alliani, Natalia Volonnino (Cenicienta) y Guido Zaffora (Primer Ministro) coinciden en que su puesta en escena musical respeta bastante los lineamientos generales de esta historia para grandes y chicos. “Es el clásico aggiornado”, aseguran en la charla con Página/12, y prometen: “Se van a encontrar con la Cenicienta del cuento. Nadie está haciendo malabares ni subido a una tela. No hay nada de eso. Es la Cenicienta, musical”, destacan sobre la obra, que se presenta hoy a las 17, y desde el 16 de julio de martes a domingo a la misma hora en El Cubo (Zelaya 3053).

Con músicos en vivo, esta interpretación nacida en Rosario apuesta a la actualidad de la temática tratada por aquellas versiones del viejo continente, sin perder el aspecto mágico que también transmite esta historia de encuentros y desencuentros. “Uno puede verlo como el típico infantil del cuento de hadas y quedarse con eso –arranca Volonnino–, pero La Cenicienta habla de un tema no menor: el objeto de conflicto es su condición social”, analiza y detalla: un Príncipe la quiere convertir en princesa y la madrastra y las hermanas hacen todo por impedirlo. “Quieren que siga planchando, lavando, cocinando. No es un tema menor hoy en día, porque están saliendo a la luz temas que habían quedado en el olvido. Y los chicos es lo primero que se dan cuenta, son muy vivos”, señala. Zaffora agrega que el año pasado “se habló mucho de la igualdad, y con esta obra estamos tratando de que haya igualdad en todos los aspectos. Más allá de que sea un infantil, salís del teatro pensando”, se entusiasma.

Sobre las tablas hay buena química entre los actores, que por ser una producción independiente compartieron cada una de las etapas del proceso creativo. Zaffora compara con otros trabajos que tuvo, y dice que, aunque trabajó en producciones más grandes, “el día del estreno estaba feliz porque sentí que parí un hijo (risas). Y pensé que la autogestión me lleva a la felicidad. Porque cuando salgo del Teatro Opera, feliz con mi mochilita, no viví todo el proceso anterior. ¡En La Cenicienta caminamos por Once para encontrar lo que queríamos en cada detalle!”, recuerda. Volonnino amplía: “Una está acostumbrada a salir del teatro e irse a su casa, y de repente estaba lleno de chicos que querían sacarse una foto con Cenicienta... ¡No estaba preparada emocionalmente!”, bromea. Esos detalles que los hicieron recorrer diferentes locales de los barrios porteños tienen sus resultados: a los músicos en vivo se suman efectos visuales que hacen de algunas escenas, como la llegada de la carroza o el baile en el palacio, un producto de muy buena factura escénica.

Hacer un espectáculo para toda la familia es una decisión que se apoya en el placer de trabajar para “el público más exigente de todos”, vuelven a coincidir los tres, ya que los chicos “te ponen en evidencia. Si no le gusta, no le gusta”, sentencia Zaffora. “Los chicos tienen el sí o el no en los ojos. Tienen una ilusión distinta, y es muy lindo llegar a ellos, porque la respuesta es otra, de admiración sincera. El adulto te puede mentir. El nene nunca va a hacer eso”, afirma. Alliani asegura que no tratan a los chicos “como tontos, no hacemos todo aniñado. Les hablamos seriamente. Tenemos ese concepto de cómo tratar a los chicos, hablar sinceramente, como personas adultas. Y ellos lo entienden”, señala. Volonnino cuenta que después de la primera función, un amigo y la hija fueron a cenar a su casa, “y me seguía preguntando dónde estaba mi Príncipe. ¡Ahora también mi sobrina me pregunta si vivo con el Hada Madrina! La inocencia que tienen es increíble y bellísima”.

Cuando eran chicas, tanto Alliani como Volonnino soñaban con su “príncipe azul”. Hoy lo hacen, años después, arriba del escenario. ¿Cambió algo entre aquellas chicas y las mujeres que son hoy? “De grande uno reprime un montón de cosas”, observa quien interpreta a Cenicienta, y confiesa que hace poco, en una clase de teatro tuvo un ejercicio en el que tenía que hablar de cómo estaba en ese momento. “Empecé a hablar de que estaba haciendo esta obra... ¡y terminé en el suelo pidiendo tener un Hada Madrina que me traiga un Príncipe! Hay un lugar en el que siempre está la eterna niña soñadora llena de ilusiones”, explica. La directora agrega que de chica le encantaban los cuentos y que disfrutaba mucho disfrazándose con lo que tuviera a mano. “Entonces dirigir, actuar y producir hoy esta obra es una satisfacción muy grande, porque nos da placer. Somos muy generosos sobre el escenario, buscamos que el otro se luzca, lucirnos nosotros, pero básicamente queremos divertirnos”, concede.

Ninguno de los tres, en la charla con este diario, deja de mencionar la “actualidad” que tiene un texto nacido hace varios siglos. “Voy a decir algo que puede sonar fuerte: todo ser humano quiere ser Cenicienta”, irrumpe Zaffora. “Todos sueñan con encontrar el amor y ser felices para siempre”, y Alliani destaca la posibilidad de que tanto chicas como chicos se identifiquen con los personajes. “Todo lo que le pasa a Cenicienta puede pasarle a un hombre o a una mujer. Y buscar, luchar y conseguir lo que se busca pueden hacerlo también un hombre o una mujer”, rescata. Señala además que hoy el tema de la igualdad de género está mejor que hace algunos años. “Igual falta mucho, pero estamos por un buen camino. Creo que tanto las Cenicientas como los Cenicientos pueden sentirse identificados con la obra”, apuesta. Zaffora ya planifica: “Es un buen título para una obra: Ceniciento. Me gustó. La voy a hacer yo y mi contrafigura va a ser una Primera Ministra. ¡Para el 2012!”.

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