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Sábado, 17 de septiembre de 2011
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¿Por qué chicos y grandes aman a Luis Pescetti?

Un fenómeno

Por Karina Micheletto
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Tengo mal comportamiento. Sábados y domingos de septiembre, a las 17. Teatro Metropolitan, Corrientes 1343.

“Tengo mal comportamiento”, declara Luis María Pescetti, y los niños lo aman. Lo que ocurre con este cantautor y escritor es un fenómeno –permítase el “sustantivo calificativo”– que corre por fuera de los carriles de multiplicación que propicia la tele. Los niños y las niñas lo aman, ya fue dicho, y también las mamás, los papás y demás adultos responsables, que se saben y cantan tooodas las canciones, contestan tooodas las preguntas, participan en tooodas las consignas, se prestan felices a terminar agarrados de los tobillos, y de los hombros y de las orejas, en una suerte de trenza humana tan perjudicial para la ciática... Y tan deshonrosa para lo que queda a la vista, sobresaliendo del jean entre tanta contorsión.

Pescetti trabajó en televisión y en radio en México y la Argentina, pero eso no es (no solamente) los que hace tan buscados sus libros y sus discos, y también los espectáculos de humor y canciones en los que predominan temas infantiles y familiares, pero que –queda claro al ver el espectáculo que es en sí misma la platea– son para todas las edades. Sin ir más lejos, durante todos los sábados y domingos de septiembre, Pescetti está llenando el Metropolitan, un teatro de la calle Corrientes, casi sin publicidad y con entradas que van entre los 60 y los 100 pesos. Su espectáculo Tengo mal comportamiento ya viene de cumplir temporadas en 2009 y 2010, también a sala llena. La sección Chicos se lanzó al periodismo de investigación tras la pregunta del millón: ¿qué tiene Pescetti, che?

Pescetti les habla y les canta sin imposturas a personas de todas las edades, explora ese amplio universo que se presenta común, que es el que naturalmente comparten chicos y grandes, y que tanta pedagogía ha sabido ocultar. “¡Mamá, no quiero que hoy vayas al trabajo!”, “No quiero ir a dormir”, “Queremos comer comer”, “Soy invisible” son algunas de sus canciones. Y también “Vos me tocás todos los botones”, “Mirá las preguntas que te hacés, Catalina”. Y reflexiones a partir de que “Hay un gato negro en el tapial”, o de la situación de estar “Pendiente de vos”, marcadas por una tierna poética. En el show hay una pantalla gigante que muestra las letras de las canciones, guiando allí la atención e invitando a compartirlas. Hay un segmento de chistes “que seguro, ¡no se los saben!”, pero la risa es continua. Y si el radio de acción de las canciones y los libros de Pescetti es ese amplio segmento del consumo de “lo progre”, él se permite bromear con eso: “¡Los chicos de la escuelita participativa de Palermo, ahora no participen más!”.

Lo acompañan Martín Telechanski en guitarra, Diego Pojomovsky en bajo, Gabriel Spiller en batería. El resto lo hacen sus canciones, con las que chicos y grandes pueden identificarse, reírse y saberse acompañados.

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