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Viernes, 30 de marzo de 2012
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HISTORIAS CANTANTES Y SONANTES Y CUENTOS ANIMADOS

Los cuentos también se pueden ver

Historias cantantes y sonantes. Domingos a las 16.30. Espacio No Avestruz, Humboldt 1857. Entradas: $40; estudiantes y jubilados: $35. Sugerido a partir de 5 años y para todo público.

Los cuentos se cuentan, se escuchan, se leen, se comparten, se imaginan... y también se ponen en escena, y se van a ver. Dos obras en cartel en Buenos Aires llevan cuentos al teatro, potenciando su magia al cruzarlos con otras artes. Es el caso de Cuentos animados, que ya va por su segunda temporada en el Centro Cultural de la Cooperación, e Historias cantantes y sonantes, que estrena una sala más grande en el barrio de Palermo. La primera suma los recursos del clown y una original puesta de animación digital, con dibujos creados en vivo a partir de lo que pasa en escena. En el otro caso, bellos textos de autores latinoamericanos son contados y también actuados y cantados, en una poética puesta integral. Además del arte cuenta cuentos como punto de partida, ambas propuestas comparten un logro en su concepción: invitan a chicos y a grandes a sendos viajes de aventuras, que atrapan sin necesidad de agitar con palmas, saltos y gritos al micrófono.

En Historias cantantes y sonantes se invita a “un concierto de cuentos”, y eso es, ni más ni menos, lo que se ve y se escucha en este singular espectáculo. Se lucen una cuentacuentos (Diana Tarnofky), tres cantantes (Rosi Flaiban, Malena De Vita, Flor Mayorga), un percusionista (Diego Fidely), y detrás de escena Maia Mónaco, a cargo de la puesta, la dirección y los arreglos. El ensamble recorre extraños seres habitantes de los sueños, bulliciosos festejos de pueblo, estaciones de tren, un jardín repleto de animales después de la tormenta, un rey aterrador, una batalla al galope, un castillo de aire. En la sala hay un stand de exposición y venta de los libros de los que fueron tomadas las historias, verdaderos objetos de arte en sí mismos, en su mayoría de Editorial Calibroscopio. Los libros también están en escena y esta presencia, explican los creadores, “prolonga la sensible intención del espectáculo de generar interés en la lectura, placer por el contacto con el libro, y es también una manera más de agradecimiento a sus autores e ilustradores”. Entre esos cuentos que se cuentan están orgullosos de haber incluido dos de María Teresa Andruetto, reciente ganadora del prestigioso Premio Hans Christian Andersen.

Cuentos animados, la obra de Marcela Rapallo, instala un clima tan divertido como onírico, guiado por cuentos de Elsa Bornemann, Javier Villafañe y María Elena Walsh. Los cuenta la clown Daniela Fiorentino, encantadora y atenta a las devoluciones de los chicos. Mientras tanto, en una pantalla, los relatos van siendo dibujados y desdibujados con un lápiz óptico e imágenes prediseñadas, un sorprendente arte que despliega en tiempo real Marcela Rapallo, también autora de la obra. No es en los recursos tecnológicos, en las posibilidades de la pantalla, donde está puesto el foco, sino en la belleza de esos dibujos de trazo rápido, que también van narrando, a su modo, las historias que la clown saca del cuaderno de dibujos de su infancia. Aquí también hay seres raros: animales que hablan, letras que bailan, fantasmas y bosques encantados. Nada que no quepa en un cuaderno de dibujos o en la imaginación de un chico.

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