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Sábado, 6 de abril de 2013
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EL ANTICUARIO MAGICO, POR LA COMPAÑIA CIRCO DELFINES

Humanidad fuera de la pantalla

Por María Luz Carmona
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Para la compañía de teatro Circo Delfines, integrada por los actores Guillermo Aguilar y Andrea Maina, siempre estuvo presente la necesidad humana de encontrarse, comunicarse, mirarse a los ojos y así lograr la conexión entre las personas. Por eso, llevaron esos valores, “a veces dejados de lado por la urgencia de la ciudad y el avance de las tecnologías”, a su obra El anticuario mágico. Se trata de una puesta de teatro, circo y magia para la familia que cuenta una historia de encuentros y desencuentros, con un final feliz. La obra se presentará todos los sábados de abril, a las 17, en el Espacio Cultura Adán Buenosayres (Asamblea 1200). Con el objetivo de que la mayor cantidad de público pueda acceder al teatro, las funciones serán a la gorra.

El mensaje tan básico y a la vez profundo de revalorizar el encuentro y el contacto directo se hace evidente en la historia que se narra, donde dos personajes desconocidos logran una relación de amistad. “El anticuario mágico habla de volver a encontrarnos, y entonces los personajes terminan invitándose al teatro. Quisimos resaltar la sensibilidad humana, porque queremos que no se pierda”, resume en la entrevista con Página/12 el actor Guillermo Aguilar, quien asegura que la propuesta es para grandes y chicos por la diversidad de elementos que combina. “La obra tiene habilidades de circo, para que sea más atractivo como vehículo de comunicación. Intentamos que, de esa manera, sea más interesante el mensaje que estamos dando”, agrega el artista, que se formó con maestros del Circo de Moscú y de la escuela de circo de Kiev, Ucrania.

“La necesidad de hablar de estas temáticas surge cuando vemos que hay poca comunicación entre las personas. Y creo que el avance tecnológico potencia eso. A veces la gente está mirando más al teléfono que a las personas”, enfatiza el artista. Por eso, la historia trata sobre el encuentro entre un viejo gruñón, dueño de un local de antigüedades que un día recibe la visita de una joven muy curiosa, que le revoluciona la vida. El hombre, un poco malhumorado, no tiene más remedio que mostrarle los objetos y contarle sus orígenes. El personaje se entusiasma con esa inesperada visita, comienza a contar historias y de esa manera generan una relación amistosa. A lo largo de la obra se ponen en juego distintas habilidades del circo, como los malabares y el equilibrio, y algunos trucos de magia que hacen atractiva la obra. Se trata de una puesta divertida y poética que propone un espacio de reflexión y entretenimiento para grandes y chicos.

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