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Sábado, 5 de octubre de 2013
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CECILIA BLANCO, DANIEL LÖWY Y ¿QUE ES ESTO?, UN LIBRO DIFERENTE SOBRE SEXUALIDAD

“El amor es el eje de nuestra vida”

Por Karina Micheletto
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¿Qué es esto? es el título de un libro doblemente atractivo y novedoso: primero, por lo “útil” que resulta para sumar respuestas de esas con que los padres, madres y demás adultos responsables suelen trabarse. Y también porque, más allá de ser un libro informativo o didáctico, no renuncia a su condición de material literario, bello, cuidado y divertido en sus textos y sus ilustraciones. “La sexualidad explicada para niños” es lo que proponen la escritora y periodista Cecilia Blanco y el ilustrador Daniel Löwy, introduciendo toda una novedad: no centrarse exclusivamente en el embarazo y el nacimiento de un bebé, como si fueran los únicos aspectos de la sexualidad que un niño puede entender y sobre los que pueden sentir curiosidad. Hablar, por ejemplo, de la diversidad sexual, y sobre todo del amor, más que de la genitalidad. A juzgar por la respuesta del público, era algo que se estaba esperando: a pocos meses de salir a la venta, el libro se agotó, y la editorial Uranito ya programa su tercera edición.

“El embarazo y el nacimiento son temas importantes, pero de ninguna manera los únicos. Hablar de las relaciones sexuales por placer, de homosexualidad, de género, de cómo cuidar el propio cuerpo y respetar el de los otros, son aspectos de la sexualidad cercanos a los niños. Ellos están inmersos en la misma sociedad que nosotros y, más que respuestas categóricas o silencios, necesitan dialogar sobre lo que ven y lo que les pasa”, define Cecilia Blanco en diálogo con Página/12. Uno de los grandes aciertos de ¿Qué es esto? es que habla fundamentalmente de amor, y Blanco buscó deliberadamente que sea así: “El amor es –o debería ser– el eje de nuestras vidas, lo que les da sentido a nuestros actos”, marca la autora. “Hablar solamente de los órganos y sus funciones, como en una clase de biología, no puede ser la respuesta para explicar algo tan profundo como la sexualidad. La genitalidad desprovista de sentimientos es, además, el mensaje que prevalece en los medios de comunicación, que transforma en objetos sexuales a hombres y mujeres. Creo indispensable que en los libros, las familias y las escuelas haya otro discurso”.

Otro aporte encantador, todo un guiño para los que cargan unas décadas, es el arte de tapa que recuerda a aquel ¿De dónde venimos?, del inglés Peter Mayle, con ilustraciones de Arthur Robins. “Se publicó en 1973, pero a la Argentina llegó diez años después. Fue un libro revolucionario para la época, no tanto por el tema, sino por la manera de abordarlo. El humor en los textos y en los dibujos mostraban, con encantador desparpajo, a un hombre y una mujer desnudos haciendo el amor ¡y encima eran gorditos!”, recuerda Blanco. El mismo fresco humor mantiene, con su estilo, Löwy en estas ilustraciones. Otra buena idea: Una serie de recuadritos titulados “¡Qué tontería!” derriban mitos y prejuicios, poniendo en ridículo una cantidad de afirmaciones “corrientes”. “Algunas son parte del folklore, como la cigüeña con sus repartos a domicilio o las manchas en la piel producto de los antojos. Pero otras encierran cuestiones mucho más medulares, como sostener que un varón es mejor que otro por tener un pene más grande, o que un homosexual puede ‘contagiar’ su orientación sexual a un niño”, describe Blanco.

–¿Qué tuvo en cuenta para abordar el capítulo de diversidad sexual?

–Partí de la base de mostrar la diversidad sexual como un hecho natural. El recurso que utilicé, y que Daniel interpretó maravillosamente con sus dibujos, fue el de un laberinto donde se ven mujeres y hombres enamorados. Sólo cuando el niño resuelva el laberinto sabrá quién está enamorado de quién. En ese juego se está mostrando la vida real con sus múltiples posibilidades afectivas –hombre con mujer, mujer con mujer, hombre con hombre–, todas en un pie de igualdad.

–Hay una ley de educación sexual integral sancionada en 2006. ¿Se aplica? ¿Cómo?

–Las leyes legitiman los cambios sociales. Pensar en dar educación sexual en las escuelas desde preescolar hubiese sido una idea descabellada en otra época. Estamos cambiando la cabeza, por suerte. No es un proceso simple, porque también hay mucha resistencia de sectores conservadores o religiosos para que esta ley no se aplique. De todas maneras, el paso ya está dado, y en la medida en que se pueda implementar la ley en todas las escuelas –aquí será decisivo que los padres lo acepten y se involucren– podremos formar una generación de chicos mejor preparados afectiva e intelectualmente en el tema sexual.

–¿Recuerda alguna respuesta ridícula que le hayan dado de chica sobre el tema, alguna “tontería”?

–Como en mi casa se hablaba poco y nada del tema, lo que recuerdo eran los terribles baches informativos. Por ejemplo, creía que los bebés salían por el ano. Luego, alguna compañerita me explicó que había otro agujero por donde salían los bebés, que era el mismo por donde se hacía pis. Casi llegando a la adolescencia me enteré de que eran tres los agujeros. Por eso en el libro les recomiendo a las nenas tomar un espejo y mirarse allá abajo, porque de otra manera, es imposible verse los genitales. ¡Los varones en eso nos llevan una ventaja evidente! (risas).

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