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Domingo, 3 de agosto de 2014
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LA CENICIENTA Y EL CASCANUECES Y EL REY DE LOS RATONES CON LAS PRINCESAS ENCANTADAS

El mundo mágico de la danza clásica

Por Karina Micheletto
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La Cenicienta, de Liliana Belfiore. Hoy a las 18.30. Domingos 10 y 17 de agosto a las 16.30. Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín). Entradas: desde $ 80 hasta $ 120.

Las vacaciones ya van terminando (ya era hora, resoplan los papis y las mamis; ufa, contestan los chicos y las chicas), la sección Chicos va volviendo a su ritmo habitual de salida semanal y en materia de espectáculos para los ídem, quedan algunas postales particulares. Las que ofrecieron los espectáculos de danza clásica para chicos, por ejemplo. Dos de ellos despertaron un contagioso entusiasmo, con funciones agotadas, niñitas que escapaban de sus butacas para descalzarse e ir a bailar por los pasillos, pequeñas multitudes agolpadas para llevarse un autógrafo de El Gato con Botas. La Cenicienta, de Liliana Belfiore, que puede verse hoy y continúa dos domingos más en el Centro Cultural Borges (ver aparte) y El Cascanueces y El Rey de los Ratones con las Princesas Encantadas, que ya tuvo su última función, pero cuya gran convocatoria reclama próximas presentaciones, mostraron cuán cerca pueden estar la danza y la música clásicas de los chicos y de su entusiasmo. Y que los grandes que opinan que se trata de “algo aburrido”, están diciendo una pavada atómica.

En la versión de La Cenicienta de Belfiore, interpretada por jóvenes primeras figuras y el cuerpo de baile del Instituto Superior de Danza y Ballet Michel Borovsky, la danza, en fragmentos del ballet homónimo de Sergei Prokofiev, la actuación y las canciones que introducen partes del relato, recrean la versión de los hermanos Grimm de 1812. El argumento gira, como todos los niños de corazón ya saben, en torno de los sufrimientos de la pobre Cenicienta a manos de su muy malvada madrastra y sus muy egoístas hermanastras. Y están el hada madrina, el príncipe, el amor soñado, el perdón redentor del final. Para la adaptación, cuenta la régisseur y coreógrafa, se tuvo muy en cuenta la necesidad de acortar los tiempos respecto del ballet original (la obra no dura más de una hora), y además se agregó letra a la música original, para que en determinados momentos del relato, en forma de diálogos-canciones, se haga más explícito el argumento de la escena.

“Mi objetivo principal es acercar a los niños, en primer lugar, y a sus familias, el arte y la cultura a través de los ballets más significativos de la historia de la danza”, define Belfiore su trabajo de años. ¿Y por dónde pasa el encanto del ballet para los más chicos? “El niño se siente transportado hacia ese mundo mágico y clásico que tiene cada obra”, ha observado la coreógrafa. “Esto es posible gracias a la maravillosa música, al colorido de los vestuarios, la escenografía, la expresividad y profesionalismo de este ballet.” “La expresividad de la danza clásica llega a cada niño de manera contundente –advierte–. La danza es el lenguaje del alma y el niño es un receptor privilegiado para este mundo mágico y fantástico.” El despliegue del vestuario escenográfico que transforma a los bailarines en ratones, caballos y gatitos, por ejemplo, es parte de la magia de esta puesta.

En el Konex, mientras tanto, El Cascanueces y El Rey de los Ratones con las Princesas Encantadas reunió multitudes en el barrio del Abasto, en la cuarta temporada del ciclo Vamos al Ballet, que ya convocó cerca de 40.000 espectadores. En esta nueva versión del Ballet Metropolitano de Buenos Aires, con idea y adaptación argumental de Juan Lavanga y dirección y coreografía de Leonardo Reale, se siguen sumando personajes al ballet de Tchaikovsky. El punto de partida es el de aquella historia de Navidad, cuando Clarita recibe de regalo un cascanueces. ¿Será que esa noche se quedó dormida y soñó, o que de verdad el cascanueces cobró vida y ocurrió todo aquello en el mundo de la fantasía, enfrentando al Rey de los Ratones, atravesando el Reino de las Nieves, llegando al País de las Golosinas? Probablemente haya sido todo un sueño, aunque... Clarita todavía tiene en su mano la paleta de todos los sabores que le regaló el Hada Confite.

En esta versión, como en las anteriores, se agregan a la historia todas las princesas encantadas (Cenicienta con sus hermanastras, Blancanieves y los siete enanitos, la princesa china) y el Gato con Botas –que enseguida se mete al público en el bolsillo– pero además se suman personajes como el peludo Rey de los Osos Polares y, junto al séquito de ratoncitos del malvado Rey de los Ratones, aparecen dos muñequitas muy Monster High. Lo que continúa es la tradición de que los chicos vayan a saludar y a pedir autógrafos a sus personajes favoritos, con un lugar en blanco reservado en el programa para eso. Y así como en La Cenicienta la adaptación incluye relatos en off para una mejor comprensión de la historia, aquí es un mago el que repasa el argumento, mientras asombra con sus trucos y sus palomas. No hago magia –advierte este presentador, Juan Miraz–. Aquí todo es mágico, es el mundo de la fantasía. En cada entrada del ballet, ese mundo cobra cuerpo. Y eso, los chicos, lo entienden muy bien.

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