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Sábado, 4 de abril de 2015
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Ingenio, un espectáculo de circo atípico

Contar mucho desde el despojo

Por Karina Micheletto
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El viejo dueño de un circo se encierra en su taller para tratar de lograr su obra maestra, con la cual conjurar todos sus deseos, poner en movimiento todo lo que imaginó. Para eso cuenta con verdaderos modelos humanos a los cuales pretende dar forma, aunque no siempre resulta la forma planeada. Desde este planteo argumental, Ingenio propone una poética puesta que tiene tanto de circense como de teatral, con algunos toques de humor, en la que se lucen en las actuaciones y destrezas Iván Larroque, Iván Ripari y Luciana Guerra subidos al trapecio, y Santiago Esviza con el palo chino. “Lo que vemos es a un creador tratando de darse a entender”, define Fernando Rosen, creador y director del espectáculo, el corazón de la historia.

“Ingenio es un espectáculo de circo atípico: aquí no hay payasos torpes ni malabaristas virtuosos, no hay locuaces presentadores, ni tambores rimbombantes, mas sí hay un singular anfitrión”, advierte la presentación del espectáculo. Y esto es rigurosamente cierto, aunque hay que decir que a los intérpretes no les falta virtuosismo ni dejan de causar asombro lo que hacen con sus cuerpos. Es que en la estética de la Compañía Movimiento Armario, de la que parte esta propuesta, no hay golpes de efecto ni búsqueda de impacto, no es el despliegue ni lo rimbombante lo que ocupa el centro de la escena. De lo que se trata, más bien, es de un continuo transcurrir circense y teatral, donde las destrezas se entrelazan en función de una historia, en un clima marcado por una estética que está dada también por la puesta, que sigue la misma línea: contar mucho, desde el despojo.

“Kartun dice que el que hace teatro es un luchador de sumo, que tiene que agarrar al espectador para decir las cosas que quiere decir. Y a mí el circo me ayuda a ser ese luchador, funciona como amarre. El asombro y el hipnotismo que generan las destrezas me dan la posibilidad de decir muchas cosas. Y el movimiento me permite desplegar toda una cantidad de metáforas a las que no podría llegar con la palabra”, asegura Rosen, citando a uno de sus referentes, con quien tomó cursos de dramaturgia. Esta idea define también el carácter del espectáculo y de la compañía que creó hace ocho años junto a Larroque. Y aquí el público que es atrapado por esa toma de sumo es tanto de grandes como de chicos. Como Falsa escuadra, la exitosa obra iniciática de la Compañía Movimiento Armario, como Tocame y no me mires y como la reciente Derechos e izquierdos, con dirección de Rosen, Ingenio es una obra de circo y teatro sin fronteras de edades. En este caso, por su propuesta narrativa –también por el horario en que se propone, las 21– excluye a los chicos más pequeños.

También sin grandes despliegues pero con mucho para contar, la puesta en escena se destaca en la obra, marcando el clima ya desde sus tonos ocres, con bombitas de luz y elementos de circo poblando el espacio aéreo. “Para la puesta tomamos la referencia del arte povera y del griego Jannis Kounellis, que formó parte de esta corriente de los ‘60, que se caracterizaba por usar materiales rústicos, hierro, yute, maderas, cartón. De ahí salió la estética y el montaje, con los mecanismos para hacer entrar y salir cosas de escena. Esto está muy presente desde lo estético y narrativo, es como un intérprete más”, asegura el director.

Ingenio abre la puerta del taller de un artesano que trabaja con el movimiento, seguro de que todo puede crearse desde cero. Con ese movimiento como guía, logra transmitir la misma confianza al espectador. Y así habilita el privilegio de asistir a un momento único de gestación.

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