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Domingo, 26 de julio de 2015
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VISION DIURNA, NOTABLE MUESTRA DE LA ILUSTRADORA ISOL

Un universo singularísimo

Por Karina Micheletto
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Visión diurna. El arte de Isol se presenta en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551), de martes a domingos, de 12 a 20. Hasta el 9 de agosto, con entrada gratuita.

Son varios los reconocimientos que Isol ha recibido por su trabajo como ilustradora y autora, desde el prestigioso premio sueco Astrid Lindgren, o la nominación al también prestigioso Hans Christian Andersen, hasta la traducción de su obra a los idiomas más lejanos. El último reconocimiento le llega ahora en forma de una “megamuestra” a la que llamó Visión diurna, un recorrido por su trabajo en retrospectiva y también hacia el futuro, ya que abarca material aún inédito. La muestra, de entrada gratuita en el Centro Cultural General San Martín, tiene la particularidad de invitar a los visitantes –de todas las edades, al igual que sus lectores– a participar de diferentes maneras, dibujando, armando personajes o entrando a un “cuarto oscuro” en el que sus dibujos se revelan luego de ser iluminados con una linterna (una idea genial, que llevó al libro en su “Recetario de sueños” Nocturno). Así, Visión diurna resulta toda una experiencia guiada por el singularísimo universo de Isol.

Al ingresar a la Sala F del San Martín se abre una suerte de ventana diferente al resto del contexto, que transporta al visitante a otro lugar: el del universo de Isol, que siempre se va de la línea, que tiene trazos firmes y a la vez volados, tan inquietante y tierno a la vez. Lo primero que aparece, junto a las traducciones de libros como Petit el monstruo, Cosas que pasan, Tener un patito es útil o Vida de perros a idiomas como francés, italiano, chino, turco, japonés, estonio, noruego, son –¡buenísima y básica idea!– esos mismos y otros libros a mano, a disposición para que el visitante se siente a leerlos. Hay una pared de metal para armar los personajes de esos libros con imanes, un Abecedario que es parte de lo que vendrá –al igual que Menino, que se muestra aquí antes de su edición–, un “Mar de los deseos” para armar colectivamente, carritos de madera con algunos personajes, espacios con huecos para la foto, completando el personaje con la cara de cada uno. Y hay también una retrospectiva con originales, que da cuenta del modo en que la ilustradora fue construyendo sus obras, desde los primeros trazos y papelitos pegados. Desde una pantalla, también se puede ver parte de la obra de Isol animada (los Números, con poemas de Jorge Luján, que llevó a micros el canal Pakapaka, la inédita y hermosa serie de Petit, el monstruo, entre otros). La propuesta se completa con talleres de dibujo, lecturas y charlas, recomendados para niños de entre 6 a 10 años, que la artista está dando junto a la muestra. Quedan dos de esos talleres: hoy y el próximo martes a las 16 (la capacidad es limitada y las entradas se retiran hasta media hora antes del comienzo del taller).

“La sala era enorme, ¡así que puse todo lo que se me ocurrió!”, advierte en la presentación de la muestra Isol, quien luego de esta producción y del concierto que dio ayer con su grupo Sima (en su faceta de cantante y compositora) está pensando en “guardarse un poco” para vivir con tranquilidad su segundo embarazo. “En general, trabajo con un formato chico, y cuando vi la enormidad de la sala dije: ¡¿qué hacemos acá?!”, cuenta, divertida, en diálogo con Página/12. “La gente del San Martín quería apostar a que, en vacaciones, planteara algo más participativo. Llevé algunas ideas que ya hice en otras muestras, porque a mí me gusta mucho eso de proponer jugar, a todos, no solo a los niños. De hecho, lo de armar personajes con imanes salió de la muestra Vidente natural, que hice en Mar Dulce, una galería “para adultos”; la casita de Nocturno también la había hecho, en Italia, para todo público. Es un impulso que me sale de manera natural, supongo que porque tengo ese rasgo de lo narrativo y lo lúdico siempre sumado a la ilustración, me sale buscar ese contacto con el juego”, explica.

–Una muestra de este tipo es de algún modo un reconocimiento. ¿Cómo lo vive?

–Lo siento como una valoración que está buenísima, también porque pusieron mucha producción, me siguieron en todo lo que se me iba ocurriendo. Se entusiasmaron junto conmigo, y eso es algo que agradezco. Lo pensamos juntos y trabajamos mucho juntos. Como dibujé y escribí sobre la pared cada referencia, para darle ese estilo más descontracturado y artístico, estuve hasta la medianoche para terminar. Lo más difícil quizás fue encontrar el modo de “llenar” con un sentido esa sala, con todo ese espacio. No está rellenado con cualquier cosa, no es hacer algo grande porque sí, todo tiene su propia contundencia. Eso me pone contenta, ver que ese recorrido tiene una coherencia y también tiene cosas diferentes.

–Es también una manera de ver, allí reunido, todo su trabajo, desde que comenzó hasta lo próximo a editar. ¿Qué encontró en ese sentido?

–Lo que veo ahí es que fui explorando diferente instancias con la ilustración, desde cosas más conceptuales, que tienen que ver con haber estado en una galería, que es otro formato, a cosas más abarcativas: hay un libro entero como El menino. También una amiga me decía que viendo los originales, todos juntos, se daba cuenta cómo en cada libro había hecho cosas diferentes. Siempre dentro del mismo estilo, fui buscando diferentes técnicas, fui investigando. Me gustó poder verme a mí misma en ese recorrido.

–¿Y en ese recorrido encuentra algo más importante o que la enorgullezca especialmente?

–No comparo mucho entre las obras. Sí estoy muy contenta de poder mostrar lo que va a venir, lo que estoy esperando que se edite pero ya quiero compartir. Después hay cosas que quiero solucionar: que haya más libros míos, por ejemplo, porque por todo el tema de aduana hoy muchos son inconseguibles. Mi primer libro, Vida de perros, salió en el ’97, pero yo venía trabajando desde antes, en prensa. Hace veinte años que estoy trabajando como ilustradora y lo que siento hoy es mucha posibilidad: si no hago más cosas es porque no tengo más tiempo. Poder decir eso está buenísimo.

–Por lo general, el trabajo del ilustrador es bastante solitario y en una muestra como esta aparece el encuentro con el público. ¿Cuáles son las devoluciones?

–La conexión con la gente es lo más; los chicos, los papás... Encuentro que hay algo que compartimos. Me encanta que la gente disfrute con lo mismo que yo disfruto. Porque, en definitiva, estoy mostrando lo que a mí me gusta y cuando encuentro que hay otro con el que puedo compartir un gusto, un estilo, un cierto tipo de humor, me siento más en comunidad. Hay mucha participación, dibujan un montón, en los mensajes que dejan hay algunas cosas que me parten el alma.

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