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Sábado, 23 de abril de 2016
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VISITAN BUENOS AIERS LOS ILUSTRADORES BELGAS LIESBET SLEGERS Y GUIDO VAN GENECHTEN

Imaginación para los más pequeños

Por Karina Micheletto
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Slegers y Van Genechten se presentarán hoy en la Feria.

Una llegó a los libros para chicos desde el diseño gráfico. El otro, desde las artes plásticas. Ilustradores y autores belgas ambos, Liesbet Slegers y Guido van Genechten tienen cosas en común: son creadores de una gran cantidad de libros de gran suceso, publicados en diferentes traducciones. Y los dos, además, hacen libros que van dirigidos a ese particular segmento de público “lector” que es el de los más chicos entre los chicos: aquellos que aún no saben leer. Son dos de las figuras invitadas a la Feria del Libro, y allí hoy tendrán una participación especial. A las 18, estarán firmando ejemplares de sus libros en el stand de Edelvives (Pabellón Verde), y estas firmas dibujadas se reproducirán en una pantalla gigante. Antes, a las 15.30, Van Genechten dará un reportaje ilustrado en el Patio Infantil de la feria, con narraciones de Alejandra Alliende, quien también hará de traductora.

Slegers es la creadora de Nacho, un personaje que ya tiene 17 años de edad... pero que en los libros sigue teniendo siempre 2 o 3, igual que su amiga Laura. La saga de Nacho y Laura lleva ya muchos libros publicados, varios de ellos editados en la Argentina por Edelvives, donde los personajes atraviesan situaciones muy cotidianas, con el encanto de trazos firmes y simples y colores brillantes y plenos. El mundo de Van Genechten está habitado principalmente por animales, cachorros de todas las especies que protagonizan historias muy simples, siempre con una marca de ternura y humor, como en sus Mezclanimales, de los que salen extrañísimas nuevas especies con solo levantar una solapa, o en su serie de libros sobre la caca, que bien puede derivar en un concurso sobre el tema (El gran concurso de la caca) o en su más reciente proyecto, un libro que trae las músicas que dejan los animales en la pelela (reales, según asegura el autor). Página/12 dialogó con los ilustradores belgas sobre su modo de trabajo con este particular segmento lector: el de los más chicos entre los chicos.

–¿Por qué eligieron estos lectores?

G.v.G.: –Los chicos que tienen 6 o más, ya están más allá de mi imaginación. Simplemente, no puedo llegar a ellos: son una incógnita para mí. Mis historias no son perfectas, no tienen grandes aventuras, son historias simples. Son las historias que me salen y las que me permiten comunicarme con los muy chiquitos. Me resulta fácil con ellos, porque se trata de la poesía, del mirar por primera vez. Y yo trato de mirar el mundo de ese modo. Miro a Buenos aires por primera vez y me asombro de ese modo, todo es nuevo. Los adultos creemos que ya conocemos todo lo que hay en el mundo, y a veces dejamos de mirar de verdad.

L.S.: –Mi estilo tiene líneas sencillas, colores muy brillantes, yo creo que menos es menos es más. Eso hace que sea fácil comunicar ciertos temas que a veces son difíciles de tratar con los más chiquitos, como las emociones. Ellos se pueden identificar y reconocer rápidamente. Y para mí es muy disfrutable, yo me inspiro en el entorno en el que vivo (al igual que Van Genechten, vive en una zona rural, en su casa tiene un gran jardín, gallinas, dos cabras y dos chanchos, cuenta). Después me convertí en mamá y eso también me ayudó, aunque Nacho nació antes que mis hijos. Voy mucho a jardines de infantes, escuelas, bibliotecas. Y como no hay mucha literatura para niños tan chicos, al menos en Bélgica, esto se convirtió después en una especialización.

–¿De dónde salieron los libros sobre la caca? ¿Y por qué siempre animales?

G.v.G.: –Hay tantos libros sobre el tema de que los niños aprendan a ir al baño y a dejar los pañales, que se me presentó como un desafío encontrar la manera de decir algo nuevo. Trato de usar mucho el humor, y un pañal es algo que da risa, una pelela también. Y en cuanto a los animales, son buenos para construir personajes, porque traen consigo una personalidad. Esto no es algo nuevo, lo usaba Lafontaine en el siglo 18. Además, ¡no soy bueno dibujando figuras humanas!

–¿Tuvieron alguna devolución que recuerdan como especial?

L.S.: –Son muchas, de niños y adultos. Hace poco recibí un pedido de una organización que trabaja con niños discapacitados para hacer un libro que de alguna manera incluyera el tema de las discapacidades. Le comenté esta idea a mi editor, y así surgió Nacho y su nuevo amigo. Este nuevo amigo usa una silla de ruedas, pero eso no es lo central en la historia, sino la amistad que construyen. Le fui enviando los bosquejos a la mamá de un nene discapacitado. Sus devoluciuones fueron muy valiosas.

G.v.G.: –Una vez visité un jardín de infantes, les conté la historia de un payaso que había perdido su nariz en uno de sus shows, en un truco de malabarismo con pelotas. Los chicos estaban muy atentos, pero de repente todos se pararon, se fueron corriendo hasta la ventana: habían visto un gato. Me di vuelta y por un instante vi el gato de la misma forma en que lo estaban viendo los chicos, con el asombro de la primera vez. Entonces entendí que todas mis historias tenían que ser, como mínimo, tan buenas como ese gato.

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