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Sábado, 8 de octubre de 2016
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HUGO FIGUERAS ACTUA EN LA USINA DEL ARTE

Canciones marcadas por el humor

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La prensa amarilla, con la que hay que tener cuidado, porque anda apretando gente. La perra Violeta, que como es medio peligrosa quedó atada en el fondo, porque en el fondo es buena. Un viaje espacial guiado por el chico de la Luna, petiso y fiero. La Comadre Comadreja, que siempre se queja (y que, se advierte, está un poco en todos). Personajes y situaciones como estos son los protagonistas de las canciones de Hugo Figueras, músico y compositor de larga y destacada trayectoria. Hoy llegarán (las canciones y su autor) de La Plata a la Usina del Arte, en el barrio de La Boca (Caffarena 1), para presentarse dentro del ciclo La Mar en Coche, que ha marcado durante el año una presencia sostenida de buenos espectáculos de música para chicos. Será desde las 15 y, como siempre en este ciclo, con entrada gratuita.

Hay más personajes en las canciones de Hugo Figueras: el hipopótamo Simón, que canta muy grave porque siempre tiene hipo. El elefante tartamudo, que recorre todas las notas musicales. Dominga la jirafa, que se va para arriba en la escala porque le fascinan las alturas. El pato tero. La vaca zarpada. La familia Parra, que más que un árbol genealógico tiene una enredadera, como tantas familias ensambladas. El tremendo Mono Polio, que cuenta en inglés “y sigue contando, acumulando, amarrocando, amontonando… es un gorila enorme que no para de crecer”. Son canciones que juegan con los temas y también con las formas musicales, siempre bien marcadas por el humor.

Figueras es oriundo de Realicó, La Pampa, y en 1990 se fue a La Plata a seguir la carrera de composición en la Facultad de Bellas Artes, donde estudió también dirección de orquesta. Ocurrió, por casualidad y por necesidad, cuenta, que comenzó a trabajar en un jardín maternal, el del Ministerio de Obras Públicas, donde hoy sigue dando clases de música. Sin darse cuenta, entró en ese mundo de los chicos y fue enganchándose con hacer canciones para ellos, canciones que ellos y sus familias disfrutaban. Y así en 2001 hizo su primer disco, Un vagón de canciones. “Pero sin la idea de venderlo, era para regalárselo a los chicos. Para solventar los gastos del regalo, empecé a venderlo a la familia, a los amigos. Y empezaron a pedirme más. Apareció Gobi Music (un sello especializado en música para chicos) y me ofreció editarlo más profesionalmente. Y después los chicos querían escuchar las canciones en vivo, pero yo solamente las cantaba en el jardín, así que hicimos un show. Todo se fue dando así... y acá estamos”, cuenta el músico en diálogo con Página/12.

En ese recorrido que empezó de casualidad y que luego fue toda una especialización, Figueras hizo los discos Con todas las letras, Hugo Figueras y La Banda del Vagón (grabado en vivo en el Coliseo Podestá de La Plata, al cumplir diez años con la banda), y el más reciente Sin fin. También dos hermosas ediciones: Música para jugar con un bebé y Música para acunar a un bebé, en los que suenan obras de cámara originales para eso que anuncian los títulos (todos fueron editados por Gobi Music). Y además música para series de dibujos animados, para obras de teatro, para orquestas y coros. En esta amplia actividad musical, actualmente es docente en la carrera de Música Popular de la facultad en la que se formó, arreglador del Programa Orquesta Escuela de la provincia de Buenos Aires, director invitado del conjunto vocal de cámara de la Municipalidad de Quilmes, con el que da conciertos didácticos, director del coro Voces del Camino, y dicta talleres para chicos en Itinerante Espacio de Arte. “Me gusta meter la nariz en varios lados, en sonoridades distintas”, dice sobre tantos proyectos, y advierte también que lo único que le falta es trabajar con adolescentes. “Es una edad que desconozco y sería todo un desafío llegar a ellos”, concluye.

Aunque a veces se presenta con La Banda del Vagón, en el formato que mostrará en la Usina del Arte Figueras exhibe como todo un hombre orquesta: toca su colorida e inseparable guitarra, también banjo, acordeón, cuatro venezolano, canta, baila e invita a jugar. En este punto, su experiencia docente es bien aprovechada para hacer participar a los chicos hasta volverlos una parte importante del espectáculo. “Me gusta ese juego y me gusta mucho improvisar con los chicos, así salen muchas cosas que no estaban preparadas. Ellos van marcando cierto rumbo en el vivo”, dice. En este formato lo acompaña Martín Garayzabal, asistente técnico y músico, capaz de hacer despegar a todo un teatro en “La nave espacial” o de lograr que aparezca un cuarteto de cuerdas “en conexión wi fi”. “Canciones para 0 a 100 años”, dice Figueras que hace, y dice también que le interesa “que las canciones tengan más de una lectura posible. Que los chicos y los grandes canten y se rían, tal vez por diferentes cosas o tal vez por lo mismo, pero que todos se sientan apelados”.

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