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Sábado, 20 de enero de 2007
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ENTREVISTA A HECTOR PRESA, SIMBOLO DEL TEATRO PARA NIÑOS DESDE LOS AÑOS ’70

“Quiero encasillarme en lo infantil”

Dirige cuatro obras en cartel en el Museo Larreta, proyecta una gira por Europa y mantiene un teatro, con el mismo ímpetu con el que debutó en La Galera Encantada. “Mi trabajo es emocionar”, dice.

Por SEBASTIAN ACKERMAN
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Héctor Presa es un promotor de la puesta de obras de teatro en los museos.

Héctor Presa hace camino al andar en eso de los espectáculos para chicos. Comenzó con la agrupación La Galera Encantada, a fines de la década del ’70, y recorrió un largo camino hasta tener cuatro obras en cartel (Historias con caricias, Blancanieves y los 8 enanitos, Rezetas, un musical en la cocina y el payaso de Oz, todas en el Museo Larreta), el plan de una gira por Francia y España para febrero y un teatro propio que en marzo cumple 10 años. Presa hizo de su vida un entretenimiento infantil. “Mi trabajo es para los chicos, no con los chicos –aclara–. Planteamos un teatro que busca llegar al espectador en general a través del humor, pero sin que esto signifique dejar de lado la posibilidad de que el chico se conmueva. Creo que estas dos áreas son las fundamentales en nuestro trabajo: emocionar y divertir. Y la fusión de esto es bastante compleja, porque a veces, cuando hay algunas cosas presentes desde el humor, la emoción queda más lejos, y yo trato siempre de rescatarla, de traerla”, explica en diálogo con Página/12.

Lejos del oportunismo veraniego que hace redituables a los chicos fuera de las aulas y con tiempo libre, Presa afirma que el teatro infantil es una rama del arte escénico que “siempre me interesó mucho. Yo me conecto muy bien con la lectura de los chicos, con la forma en que ven las cosas”, visión que –dice– le permite “la aventura de poder recrear cosas y avanzar. Recrear los clásicos es algo que me gusta mucho porque en general intento destruirlos y que queden otras cosas. Los clásicos me parecen absolutamente valiosos en algunas cosas que traen, tienen estructuras de conflicto muy fuertes. Pero son tan grandes las posibilidades que ofrecen, que uno los puede encarar por distintos lados e inventar nuevas historias adentro de las mismas historias”.

–¿Cambiaron las problemáticas de los chicos a través de los años?

–Variaron algunas cosas que tienen que ver con el acercamiento de los chicos a los medios de comunicación y la computadora, pero las problemáticas siguen siendo las mismas. Las problemáticas del hombre siguen siendo las mismas: el amor, la angustia, el dolor, las pérdidas, la salud, el compañerismo, el juego, las imposibilidades, la discriminación. Los grandes temas de la problemática del hombre son pequeños grandes temas dentro de las de los chicos. Cualquier clásico de la literatura plantea en su raíz un problema que tranquilamente puede ser abordado para chicos. Habrá que elegir una forma distinta de tratamiento, pero nada más. Para mí, no hay ni debe haber diferencias. Yo no creo que haya temas tabúes; lo que sí creo es que hay formas de relatos que son particulares para cada una de las edades.

Y cuenta que está armando una obra, para presentarse en Teatro por la Identidad 2007, sobre la apropiación de bebés durante la última dictadura pero para chicos. Una versión inversa de El círculo de tiza caucasiano, de Bertolt Brecht, con clowns, lo que permite “jugar con algunas cosas”. Luego explica por qué se puede trabajar con este tema: “Hay un punto clave en el pibe como espectador, que es que en el espectáculo para chicos, a diferencia de algunas obras para adultos, es conveniente dejar abiertas puertas en función de plantear posibilidades de solución, ya que dejar cerrados todos los caminos genera angustia en el chico. Tiene que haber espacios donde pueda reconocer la problemática, abordarla, pero también ver vías de escape, más allá de que después él elija por dónde. Dentro de la psicología de un chico, que está formándose, no está mal que reconozca los problemas en los que está inmerso y vislumbre alguna posibilidad de solución. El chico debe encontrar una posibilidad de elección”, sostiene.

–¿Qué cambió en el teatro infantil con las nuevas tecnologías?

–Creo que en algunos casos modificó algunas cosas de la dinámica del relato. Se transformó en un público más videoclip. De todas maneras, yo digo que seguimos haciendo la diferencia con el teatro, porque sigue planteando la posibilidad del asombro, del vínculo, de la emoción. Y en el videoclip es raro que haya emoción. Y estamos más comprometidos todavía en una época como ésta, en que tenemos que bajar la velocidad, y eso hace que uno tenga que esforzarse para meter a los chicos en la obra.

Con 30 años de trayectoria como autor y un sólido trabajo junto a la musicalización de Angel Mahler (“Somos una pareja pre-Drácula: trabajamos juntos desde el ’83”, satiriza) y las coreografías de Mecha Fernández, Presa opina que en la Argentina “hay mucho teatro para chicos. En esa proporción, la comparación cantidad/calidad da pérdida. Pero si vos sacás de esa lista los oportunistas, queda una franja de gente en donde la calidad se nivela hacia arriba. Sí estamos con carencias claras en cuanto a la presencia de guionistas; no hay autores de teatro para chicos. Y es curioso, porque con la proliferación de espectáculos para chicos que hay, se supone que un autor podría colocar su obra con cierta facilidad”, concluye. A punto de iniciar una gira por Francia y España, donde darán alrededor de 30 funciones, luego de recorrer España, Canadá y Japón, analiza: “Los públicos no varían mucho. La verdad es que los chicos son chicos en todas partes. Hemos estado en Japón haciendo Pido gancho en castellano y se entretenían con lo que les llegaba. La intención de transmitir emociones, de lo vivo del teatro, es lo fundamental”. Entonces, ¿cuál es la diferencia? “Allá está puesta la cosa más en la producción –enfatiza Presa–. Hay un sentido de la producción distinto, más grande, más espectacular y más vacío. Me gustaron más cosas que vi acá. A nivel dispositivo, a nivel técnico, las cosas de afuera son superiores. Y lo técnico muchas veces te tapa los huecos. Después te ponés a pensar ¿qué vi? Y no tenés una buena respuesta. Pero qué lindo que estaba.”

–¿No tenés miedo de quedar encasillado como autor infantil?

–Yo quiero quedar encasillado en lo infantil. Creo que me va a costar mucho que se me reconozca haciendo obras para adultos, que estoy haciendo, pero con lo que he hecho hasta ahora me fue muy bien y lo disfruto mucho.

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