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Sábado, 3 de marzo de 2007
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LA COMPAÑIA EL NUDO

Los títeres como forma de contacto

En Un tigre en el gallinero, el grupo se plantea “crear nuevos espectadores”.

Por SEBASTIAN ACKERMAN
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Un tigre... es la segunda puesta de El Nudo.

Un cachorro de tigre viaja en un camión, pero por una maniobra brusca, su jaula cae y va a parar al gallinero de una granja. ¿Qué hace un tigre en un gallinero? En este caso, se pregunta quién es y qué hace allí; las gallinas, que podrían ser víctimas de su apetito, lo ayudan a encontrar su lugar en el mundo. “Tenemos necesidad de hablar de estos temas para los chicos”, dice Nelly Scarpito, directora e integrante de la Compañía El Nudo. “Planteamos el tema de qué le pasa a esa comunidad que recibe a uno distinto; qué me pasa cuando se me acerca alguien que no es igual a mí: miedo, curiosidad, desconfianza; muchas cosas hasta que empiezo a conocerlo y relacionarme con este nuevo personaje.” Esa es la historia de Un tigre en el gallinero, que se reestrena hoy y se presentará los fines de semana a las 15.30 en el C.C. de la Cooperación (Av. Corrientes 1543).

Claudia Villalba, titiritera del grupo, amplía: “El tigre trata de identificarse con los distintos animales de la granja, hasta que empieza a descubrir que no es igual a ellos pero de todas formas puede ser aceptado, y la comunidad a su vez intenta incorporarlo a su vida cotidiana hasta que se da cuenta de que tiene que ayudarlo a encontrar su lugar”. La obra se desarrolla en un espacio escénico de dos niveles de retablo, un arriba y abajo que permite un despliegue mayor de la acción, y un tercero –por fuera del escenario, con los titiriteros caminando– que permite al público ver en funcionamiento el artificio del teatro de títeres. Un tigre... tiene también su banda de sonido, temas en las que las voces son los propios personajes. “Las canciones no son recreativas; cuentan parte de la historia”, destaca Scarpito, y explica: “Es un punto importante en la puesta, porque hay una cultura de que la canción es un relajo entre una escena y otra. Y en esta obra la canción cuenta una parte de la historia, entonces necesitamos que la atención que ponen los espectadores en la acción la pongan también en lo que está diciendo la canción”, dice.

¿Hay temas para grandes y temas para chicos en el teatro? “Tiene que ver con la forma en que lo contás”, opina Scarpito. “Porque podés decirles que las personas se mueren, hay que buscar la forma de hacerlo, pero el tema es el mismo. Nosotros desde el primer día tuvimos claro que no había temas para grandes y temas para chicos, que la clave estaba en el tratamiento. A veces uno ve espectáculos para niños en los que los temas están tratados para adultos, y sentís que hay algo que está mal; o vas a ver una obra para adultos y te tratan como a un chico”, dice, y Villalba sostiene que “tener la libertad de poder hablar de cualquier tema y elegir cómo mostrarlo desde la puesta en escena es algo en que no queremos ceder”.

Un tigre en el gallinero es la segunda obra infantil del grupo. La primera fue Hay que esconder al elefante y también tenía como protagonista a un ser del reino animal. Al respecto, ambas dicen que la elección de trabajar con títeres de animales “responde a pensar qué recursos tengo yo para llegar mejor a un chico. Y cuando los personajes son animales captamos más rápidamente su atención, se identifican más fácilmente y así se enganchan con la historia”. Esa elección a veces parece difícil, ya que muchas veces son los muñecos los que se llevan los aplausos del público, sobre todo si es infantil. Pero también tiene sus satisfacciones. “Todos los titiriteros nos parecemos mucho a los músicos: para expresarnos necesitamos siempre un instrumento”, argumentan, aunque no es sólo eso: “También tenemos una gran necesidad de recrear nuestra infancia: estamos todo el tiempo jugando con objetos; y, por otro lado, debemos tener un egocentrismo bastante importante porque estamos inventando mundos y manejándolos, creando sus leyes”, lo que, aseguran, les permite una empatía instantánea con los chicos, porque “nosotros hacemos lo mismo que hacen los chicos: entramos y salimos del juego todo el tiempo. El chico no nos ve manejando los títeres, ve al títere vivo porque hacemos lo mismo que hace él: jugar”, dice Villalba.

Las integrantes de El Nudo sostienen que el teatro tiene una función social, un rol formador en los más pequeños. “Me parece fundamental crear nuevos espectadores”, alega Scarpito. “Si les va bien dentro de la sala, puede ser que en el futuro elijan ir al teatro. Y me parece fundamental que eso suceda. Nosotros tenemos público que va por primera vez al teatro, entonces esto es lo interesante de trabajar para chicos, que puedan empezar a disfrutar lo que es el ritual. Por eso trabajamos con los más chiquitos”, asegura. El Nudo fue invitado a fines del año pasado a participar en festivales de títeres en España. Y luego de dar funciones en Tolosa, Pamplona, Alicante y Madrid están convencidas, afirman, de que “los temas son universales, los chicos se copaban igual. No encontramos diferencias, y vinimos felices con eso. Tampoco encontré diferencias en la manera de contar, las diferencias se dan básicamente en las posibilidades de producción, con más plata principalmente. Y los problemas a nivel creativo son los mismos que uno puede tener acá”, concluyen.

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