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Miércoles, 26 de marzo de 2008
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El regreso de Julián Weich y una apuesta al optimismo mediático

El cruzado contra la melancolía

El conductor de Todo es posible, programa que se estrena el lunes 7 en Radio Disney, reivindica los contenidos “para toda la familia” y se propone abordar una “actualidad que consista en lo que le pasa a la gente en este mismo momento”.

Por Emanuel Respighi
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Julián Weich pretende que escuchar su programa apague la sensación de malestar personal.

A los 41 años y con una extensa trayectoria en los medios, que lo ubicó como “el conductor televisivo para toda la familia”, Julián Weich tiene un sueño. Justo él, que durante años se encargó de cumplirles el sueño a cientos de argentinos a través de las cinco temporadas de Sorpresa y media y de Sorpresa 2002, en donde ofició de maestro de ceremonias. Ahora, la fantasía del conductor televisivo es que Todo es posible, el ciclo radial que desde el 7 de abril conducirá en Radio Disney (FM 94.3, de lunes a viernes de 9 a 12) vuelva a reunir alrededor de la radio a toda la familia, como en los lejanos tiempos en que la radio era más una experiencia colectiva que individual. Es una tarea compleja en un mundo movilizado por consumos culturales individuales. “Sé que es difícil, pero no imposible. Creo que la manera de generar esa experiencia colectiva es haciendo un programa distinto. Me sentiría reconfortado si la experiencia de la radio logra emular a la del cine”, admite en la entrevista con Página/12.

Sin modificar el perfil de niño angelado que cultivó durante años, desde El agujerito sin fin hasta X el resto de tu vida, el último programa que condujo en Telefé el año pasado, el conductor volverá a ponerse al frente de un programa en el que el entretenimiento y el optimismo serán los ejes para hacer que un colectivo –sea la familia, los compañeros de trabajo o un grupo de estudiantes– comparta sus sensaciones alrededor de Todo es posible. Allí, en la segunda mañana de la radio, donde en el éter la información caliente, el análisis y las entrevistas ocupan no sin voracidad el espacio radiofónico, Weich propondrá un programa acorde al espíritu del maravilloso mundo de Disney. “Todo es posible intentará divertir a la gente, con mucho protagonismo de los oyentes y juegos. Voy a poner la música que a la gente le gusta escuchar y cantar. Será un programa para toda la familia, capaz de entretener a una mamá, un nene o un abuelo. Eso es lo que suelo hacer en TV y espero poder hacerlo en radio”, cuenta el conductor, que hasta este proyecto apenas si había tenido una experiencia anterior en radio en 1996, con Weich por radio al cuadrado en la vieja Energy.

La (anti)fórmula

Honesto consigo mismo y con el público que lo sigue desde que era el Telepibe de Canal 13, Weich nunca intentó mostrarse diferente a como suele trabajar en los medios. Consciente de que lo que le gusta y lo que puede hacer en la radio y la TV, el conductor no suele tomar caminos de riesgo alto. Y, en su opinión, la fórmula para recuperar la experiencia radiofónica colectiva es Todo es posible, un ciclo 100 por ciento de entretenimiento. “Para nosotros –aclara sin rodeos–, la actualidad es lo que le pasa a la gente en ese momento. Para enterarse de lo que pasa en la actualidad política, económica o social, están las otras radios. Para saber qué pasa en Argentina y en el mundo hay cientos de opciones; para saber qué le pasa a la gente, con nombre y apellido, hay una sola: Radio Disney. Te puede gustar o no el programa, pero sí creo que va a ser diferente.”

–Suena casi como un pastor religioso o un ciclo de autoayuda...

–Intentaré contagiar el positivismo: yo sé que las cosas están más mal que bien y que los problemas de los argentinos son muchos, pero voy a ser cultor de que se puede salir de cualquier situación con trabajo y fuerza. Me seduce quebrarle a la gente la sensación de malestar, angustia o melancolía. Si puedo robarle una sonrisa un rato o provocarle un buen estado de ánimo a alguien, la tarea será cumplida. Esas son las cosas que me seducen a mí de la comunicación en general. Yo trabajo para Unicef y les hablo a miles de niños, pero con llegar a uno me doy por satisfecho.

–Para esa tarea encontró en Radio Disney a la emisora ideal para el perfil de conductor que usted construyó a lo largo de su carrera.

–Para mí, lo personal y lo profesional van de la mano. A mí no me gusta ni me interesa opinar sobre todo lo que pasa, y mucho menos sobre colegas, periodistas u otros programas. Soy muy respetuoso del lugar en el que se debe opinar. Las opiniones generan siempre líos y a mí los líos no me gustan. Yo concibo el lugar que me dan en los medios para comunicarme con la gente y darle a la gente lo que la gente quiere. Además, la gente no sintoniza Radio Disney para que yo baje línea, sino para divertirse y entretenerse. Necesito trabajar en lugares en los que me sienta cómodo. Estar cómodo para trabajar es una condición que no transo. Tanto a nivel personal como artístico, si no estoy cómodo, no rindo.

Cansarse rápido

–En el medio se lo conoce como alguien que es de evaluar muy bien los proyectos. De hecho, ha estado mucho tiempo sin aire buscando un proyecto que lo convenciera. ¿Cómo hace para tomarse su tiempo en un medio que todo lo fagocita y exige tener al aire todo el tiempo a figuras como usted?

–Es muy difícil ser así. Te trae muchas complicaciones. No puedo hacer algo que no me gusta. Lo he hecho ya y la pasé muy mal. Y con el tiempo es peor, porque uno se pone más viejo y más mañoso. Si no sé qué pintar, prefiero no pintar. Si no estoy cómodo, no rindo, no soy yo. Siempre busco la comodidad, aun cuando la comodidad es muy incómoda.

–¿Cómo es eso?

–Es incómoda porque se eleva la exigencia: hasta que encuentro el traje que me va bien, me probé 800. Tengo que estar convencido de lo que hago. Si no siento que el programa es el mejor en su rubro, que el equipo es el más capacitado y que yo soy el mejor conductor para el ciclo, no puedo trabajar cómodamente. Es como el matrimonio: uno no puede fingirlo.

–Y una vez que se siente cómodo, ¿es de cansarse de los programas más rápidamente que la gente?

–Sí. En realidad, suelo cansarme de los programas antes que la gente, pero adrede. Mis programas no fueron eternos nunca, aun cuando muchas veces desde los canales querían que continuara. Yo soy el primero en darme cuenta cuando se me agota lo que le doy a la gente. Sorpresa y media es el mejor ejemplo. Todo el mundo me decía que tenía programa para diez años porque los sueños de la gente son inagotables. Y, sí, son inagotables, pero yo me aburro de presentar todos los domingos un reencuentro de una abuela con su nieta después de años. Y si me aburro estoy incómodo. Y si no estoy cómodo, no puedo trabajar.

Comodidad radiofónica

Cuando se le pregunta si está de regreso en el ruedo mediático, Weich cavila con su cabeza y se apura en aclarar que “estoy volviendo a los medios: si hay algo que no me interesa en lo más mínimo es ser mediático en el sentido más banal de la palabra”. Incluso, el conductor que parece vivir en formol, pero que traspasó los cuarenta señala que no tenía en sus planes hacer TV e involucrarse en la férrea competencia actual de los canales líderes. No quería lidiar con eso, dice. Por eso agradece que se le haya cruzado esta propuesta radiofónica en su camino.

–Hacía rato que no me entusiasmaba tanto empezar algo nuevo. A los 41 años comenzar algo me genera todo tipo de interrogantes y sensaciones, diferentes a las que surgen a los 20. En la TV ya empecé muchas veces; estaba acostumbrado. Y radio nunca empecé. La radio me genera la adrenalina y los nervios que uno siente al empezar algo nuevo. Tengo que ensayar, practicar, pensar qué puedo aportar nuevo a un medio que desconozco. Siento los nervios de lo desconocido.

–¿Necesitaba este cambio, entonces?

–Yo necesitaba algo nuevo. Sea por cuestiones profesionales o personales, o de ambas, lo nuevo me resulta encantador. La radio me sedujo como ninguna otra cosa. Ahora quería hacer radio: necesitaba cambiar de oficio. Si bien el trabajo es el mismo, la manera es diferente. Me seduce lo novedoso y que sea un proyecto con cierto nivel de exigencia en cuanto a la calidad. No así al resultado, porque la radio se maneja diferente a la TV. Y mucho más Radio Disney, que al ser una emisora diferente a las demás no tiene competencia en el dial en forma directa. Esta radio no está pendiente de lo que hacen los otros ni entra en la locura por el share. Trabajar en estas condiciones es inmejorable para alguien que confía mucho en los proyectos.

–¿O sea que no lo sedujo tanto hacer radio como el proyecto de Radio Disney en sí?

–Desde hacía un tiempo que me venían llamando de varias radios. Es casual que en esta época de mi vida en la que me interesaba tomar otros rumbos, varias emisoras se interesaran en mí. Pero no me seducían los proyectos. No quería hacer lo mismo que hacen todos. Hay muy buenos locutores y conductores, que tienen instalados sus programas desde hace años. En cambio, en Radio Disney no voy a hacer más de lo mismo: no voy a hablar de las noticias que salen en el diario, opinar y entrevistar a los protagonistas. De alguna forma, el estilo y comunicación de Radio Disney concuerda con lo que me gusta hacer: trabajar para la familia, con un lenguaje y un ritmo distendidos, con mucha comunicación con la gente y con música elegida por los oyentes. Hay un montón de condimentos que probablemente en otras radios no me hubieran permitido hacer. No tenía ganas de meterme en la competencia radial. Irme de la competencia de la tele para involucrarme en la de la radio no tenía sentido, ni tampoco quería. Este proyecto me genera una competencia interna, compito conmigo mismo, a ver si la simpatía que tengo en la tele la puedo trasladar a la radio.

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