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Lunes, 2 de junio de 2008
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Diversidad en la manera de encarar el baile de tango

Propuestas para reforzar el abrazo

Los espectáculos tangueros ocupan cada vez más escenarios de Buenos Aires. Y no todos están sujetos a los requerimientos turísticos. Un recorrido por apuestas artísticas muy distintas entre sí, que alimentan la tendencia.

Por Carlos Bevilacqua
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Febo Asoma, creación de Mónica Fracchia.

Lejos del molde for export, hace al menos una década que el tango danza viene ofreciendo espectáculos creativos, de esos que implican cierta búsqueda y que, sin estar vedados a la apreciación del turista, son atractivos también para los argentinos. Como parte de esa tendencia, por estos días coinciden en la cartelera porteña cinco obras de diversa índole, pero todas valiosas.

Una de las ideas más originales de los últimos tiempos es Febo Asoma, la creación de Mónica Fracchia que recorre estereotipos tangueros y folklóricos con una mirada infantil. Un grupo de 12 dúctiles bailarines interpretan personajes oníricos y otros inquietantemente verosímiles al compás de un exquisito trío de guitarra, percusión y saxo. Las imágenes están estructuradas en torno de un grupo de escolares de guardapolvo blanco que cada tanto aparecen tarareando melodías de lo más variadas pero todas familiares para quienes pasen los 30. Tanto el tango como el folklore adquieren formas muy libres y por momentos ceden terreno a la amplitud de la danza contemporánea. Toda la experimentación queda legitimada por una ejecución impecable, llena de energía, con intérpretes que hacen gala de coordinación grupal y musicalidad. Casi sin escenografía, con un vestuario relativamente sencillo y una módica puesta de luces, la de Fracchia es una obra de fuerte impacto emotivo, sin apelar a golpes bajos ni desdeñar notas de humor. Una propuesta bien diferente de lo habitual que seguirá en escena los miércoles de junio en El Cubo, Zelaya 3053.

Quien quiera disfrutar de un espectáculo clásico puede darse una panzada de buen baile con Miguel Angel Zotto es Buenos Aires, el show con el que este ya mítico bailarín festeja el 20º aniversario de su compañía Tango x 2. Como en anteriores ocasiones, Zotto ofrece un fascinante despliegue de artistas, vestuario, iluminación y escenografías, entre las que abundan elaboradas proyecciones. Organizada en dos grandes actos, la obra consta de una veintena de cuadros en los que las 7 parejas hacen gala de técnica, coordinación y musicalidad. Se mueven rodeadas de algunos entornos significativos en la historia del género: el puerto, el prostíbulo, el bar, la calle Corrientes y las academias de baile, entre otros. Zotto brilla como director y coreógrafo pero también como protagonista, cuando divide el movimiento en sus unidades mínimas o cuando baila una milonga con un pie siempre en el vacío, al borde del escenario. Más allá de algunas pretensiones dramáticas y de homenajes a músicos paradigmáticos como Troilo y De Caro, el fuerte de la puesta está en la belleza del baile que, con la espectacularidad propia del caso, mantiene ese sabor a tango de salón típico de los trabajos de Zotto. A tono con las circunstancias, un sexteto dirigido por “Pocho” Palmer aporta la música en vivo con arreglos de Andrés Linetzky y la voz de Claudio Garcés. Cerrando una extensa gira internacional, esta obra podrá verse desde mañana hasta el próximo domingo en el Teatro Astral (Corrientes 1639) con dos días a precios populares. Consejo final: evitar las plateas (reformadas para la puesta de Cabaret), desde donde la visibilidad de los pies de los bailarines deja mucho que desear.

Por otro lado, una serie de cuatro obras cortas del coreógrafo Leonardo Cuello vienen presentándose desde mediados de abril bajo el nombre de Quintaesencia. Hace casi cuatro años que Cuello viene elaborándolas, como haciendo honor a los significados del título (esencia última o extracto de algo y, en un sentido figurativo, lo más puro e intenso). En la práctica, expone imágenes de gran intensidad a partir de movimientos fusionados con la danza contemporánea pero que mantienen un claro sabor a tango. Genera así atmósferas diversas en “Diamante”, “Melancólico”, “Urbano” y “Spiritual”, títulos de cada uno de los capítulos. Todos son interpretados con solidez por Germán Filipelli y Rocío Leguizamón, Gustavo Vargas y Paola Camacho, Ayelén Sánchez y Walter Suquía, Milagros Rolandelli y Lisandro Eberle, y Ollantay Rojas y Estela Ortiz. Ellos se mueven al compás de una exquisita banda sonora armada sobre la base de grabaciones de Astor Piazzolla, Color Tango y el Sexteto Mayor, más composiciones originales de Sergio Vainikoff. Una propuesta bien enfocada en el baile que se presentará hasta el próximo domingo, en el Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín).

Ya para un presupuesto mayor, el nuevo show de Madero Tango es una opción que incluye una sofisticada cena o un trago en la barra como posibles acompañantes del arte a degustar. Luego de la exitosa experiencia con Mora Godoy, este año el coreógrafo Gustavo Zajac convocó a Hugo Patyn (ex Forever Tango y creador de Tango and Fire) y a Laura Hidalgo (famosa por sus participaciones en Bailando por un sueño) para encabezar un cuerpo de 14 bailarines en Bien argentino. El espectáculo, que cubre casi dos horas ininterrumpidas, es un soberbio musical tanguero que se permite condimentos de folklore, flamenco, algún ritmo caribeño y toques de comedia musical. Zajac dispuso variados recursos: popurris, fusiones, notas de humor, danza aérea y hasta golpes al corazón con videos y caracterizaciones de personajes históricos argentinos. Si bien un sexteto aporta la música desde un palco en varios pasajes, son los veteranos Raúl Lavié y Valeria Lynch quienes más se lucen como intérpretes, tanto por voz como por carisma. El show está en escena todos los días (pero con el elenco titular completo de miércoles a domingos) en la esquina de Alicia Moreau de Justo y Brasil.

Por último, merece una cálida bienvenida la primera gran apuesta del grupo Tanguerío, integrado por egresados del taller de tango del Colegio Nacional de Buenos Aires. Producto del trabajo que hace un par de décadas viene realizando allí Mauricio Seifert (primero con Alba Ferretti, ahora con Lysandra Ozino Caligaris), Sandanza plantea una temática muy original para shows de baile: cómo impacta la llegada de los jóvenes de hoy en el tango y cómo el tango los transforma a ellos. Al margen de algunas asimetrías, las 8 jóvenes parejas armaron una obra generosa en coreografías, recursos teatrales, escenografías, proyecciones de video y vestuario (del que participó Hilda Curletto, vestuarista de Tango argentino). Este logrado experimento subió a escena en el Teatro Empire, Hipólito Yrigoyen 1934.

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