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Martes, 1 de diciembre de 2009
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Con Tramatango, Milena Plebs volvió a bailar en la calle Corrientes

Bailar entre la academia y la milonga

Tras la disolución de Tangox2, la compañía que compartía con su ex pareja Miguel Angel Zotto, la bailarina hizo un trabajo “de bajo perfil”, con más actuaciones en el exterior que aquí. Y asegura que la pasión actual por el 2X4 no es una moda.

Por Alina Mazzaferro
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A Plebs le interesa renovar el baile del tango, pero también disfruta de la tradición.

Hacía mucho tiempo que Milena Plebs se había alejado de los grandes escenarios de la calle Corrientes. Ella fue la famosa compañera de Miguel Angel Zotto y junto a la compañía Tangox2 giró por el mundo entero sin descanso, del mismo modo en que sabe hacerlo en la pista. Luego de once años de haberse separado de Zotto, quien fue su pareja coreográfica y en la vida, Plebs regresó a las tablas con un nuevo espectáculo, creado, dirigido, producido y bailado por ella, bajo el asesoramiento artístico de Alejandro Cervera: Tramatango, que puede verse en el Teatro Presidente Alvear (Corrientes 1659), de jueves a sábados a las 21.30 y los domingos a las 20.30. Se trata de un retorno a los escenarios pero también a sus orígenes artísticos –la danza contemporánea– y al Complejo Teatral de Buenos Aires, con el que Plebs dice haber estado siempre vinculada. Ella formó parte del antiguo Grupo de Danza Contemporánea del Teatro San Martín que dirigía Ana María Stekelman, hace treinta años.

Cuando la bailarina se sienta en un bar de Palermo, hace un repaso veloz de su pasado –sus inicios en la danza clásica y contemporánea, la primera vez que vio bailar tango a Stekelman y Zotto, la primera compañía tanguera de la que formó parte, Tango Argentino, de Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, que reavivó la pasión por el género–, pero en seguida deja en claro que en los últimos años, desde que abandonó Tangox2, el grupo que ella misma había fundado junto a Zotto, tomó un camino nuevo. “De perfil bajo, quizá”, dice. “Trabajé más en el exterior que aquí, di clases, workshops, participé de festivales. En el mundo hay furor por el tango, no porque la gente vea espectáculos de tango, sino principalmente porque se baila tango argentino.” Plebs se dedicó a sus alumnos (entre ellos estuvo Robert Duvall), intentó conformar una nueva pareja de baile y de esa experiencia resultó el documental Milena baila el tango... con Ezequiel Farfaro, que dirigió Rodrigo Peiretti en 2005. Y finalmente decidió volver a protagonizar un show, de esos con siete parejas de baile en escena y gran despliegue, y entonces ideó Tramatango.

“Es un espectáculo que recorre tres paisajes distintos y en el que se muestran tres diferentes estilos de baile”, explica la coreógrafa. La primera parte lleva el nombre de “Sintonías” y en ella Plebs se ocupó de fusionar el género con la danza contemporánea. “Allí intento reflexionar acerca de cómo nos vinculamos hombres y mujeres en el mundo actual; mientras tanto, una pareja de milongueros mayores juega de contrapunto, mostrando ese amor del pasado, arquetípico y romántico”, cuenta. Luego habrá un homenaje a Osvaldo Pugliese y el baile de salón: “Para nosotros, los bailarines, es muy difícil bailar el estilo Pugliese, porque fue un gran compositor y director de orquesta que hacía unos arreglos muy personales. Mucha gente que va a bailar tango no sale a la pista cuando suena Pugliese porque cree que no está preparada. Sus arreglos ofrecen muchos matices diferentes y hay que tener dominio de la expresión para acompañar esa música maravillosa”. Así, “Pugliese Yumba” es el momento para que la milonga se traslade al escenario y los bailarines demuestran cómo se baila un grande a lo grande.

A modo de cierre, Plebs imaginó un tercer paisaje poco convencional: un espacio tribal, con percusión, “una sonoridad primitiva y un ritual de pasaje de una joven a su adultez, en el que ella se hace mujer y descubre a un hombre que le despertará la pasión”. Y, finalmente, tres danzas con espíritu alegre y festivo que ponen fin a esta fiesta del 2x4. Pero “Tango Congo” no es simplemente un capricho coreográfico sino una intuición histórica. “Buceo en el origen afro del tango, a partir de una idea que tengo hace tiempo: hay más de afro en el tango de lo que se suele reconocer”, explica Plebs. “Lo que dicen los historiadores es que primero apareció la milonga y después el tango; hay un parentesco musical y coreográfico en el estilo de baile, los dos se bailan abrazados, hay ciertos pasos comunes, aunque varía el ritmo. El de la milonga es parejo y tiene un espíritu más festivo, mientras que el tango es más dramático. Lo cierto es que a principios del 1800, cuando se empezó a gestar la milonga, había un treinta por ciento de población negra en Argentina. Eso es lo que me dio la pauta para pensar que en el origen de la milonga, y entonces también en el tango, podría había habido otra cosa.”

–¿Esta contemporaneidad entre la milonga y el candombe habría permitido influencias mutuas?

–Sí, hay compositores de tango que son afrodescendientes. Creo que las expresiones populares estaban mezcladas; escuchando composiciones de tango de arregladores que trabajaron mucho con las síncopas y con ritmos intrincados que son típicos de los ritmos africanos, empecé a encontrar coincidencias. Pero no quiero demostrar ninguna teoría, no es mi idea contradecir a los historiadores. Fue una idea que funcionó como punto de inspiración, me permitió crear algo nuevo.

Lo cierto es que Plebs baila el tango pero también reflexiona sobre él. Confiesa tener un pie en lo tradicional –“estudié con milongueros y conozco realmente la tradición del tango”, dice–, pero también se anima a experimentar, a buscar formas nuevas, que sean propias, personales, y a la vez actuales, innovadoras. Ella cree que haber estudiado y trabajado con Ana Itelman, Ana María Stekelman, Renate Schottelius, Mauricio Wainrot y Alejandro Cervera –estandartes de la danza contemporánea local, pioneros de lo que en los comienzos se llamó danza moderna– le ha permitido acumular “elementos para recrear el tango con nuevos recursos”. Sobre el escenario, no teme desestructurar al tango a partir de la introducción de otros lenguajes. Fuera de él es una milonguera más, de esas que se quedan gastando los zapatos hasta las cinco de la mañana.

–¿En la milonga percibe que el tango sigue siendo un lenguaje vivo?

–Sí. Lo que tiene de maravilloso el tango es que con cada hombre que bailás es un mundo distinto. Para las mujeres es fascinante, no nos aburrimos nunca. Además, más allá de las diferencias personales entre los bailarines, el tango evoluciona constantemente. Encuentro que existe un proceso cíclico: hay momentos en que aparecen corrientes en las que se instalan nuevas formas y, después, siempre hay un regreso al origen, a la tradición.

–Ya dijo que en el mundo el tango es un furor. Y en Argentina, ¿sigue intacta la pasión?

–En los últimos años, quizás un poco de rebote por lo que pasó en el exterior, hay muchas milongas, maestros, escuelas, gente que empieza a bailar. Creo que difícilmente esto sea una moda, porque bailar es una experiencia muy plena. Me parece que es una tendencia que ya está instalada y seguirá en crecimiento.

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