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Lunes, 5 de octubre de 2015
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Hernán Piquín habla de Let it be, su espectáculo con canciones de The Beatles

Danzar sobre los sonidos de Liverpool

El bailarín se animó al desafío de poner el cuerpo a 29 canciones del cuarteto inglés. “Quise contar una historia de amor que fuera contemporánea a la banda, y que cada canción tuviera que ver con cada momento de la pareja”, señala.

Por Candela Gomes Diez
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“Me gusta emocionar a la gente y contar una historia que pudo haber sido vivida por todos”, dice Piquín.

Lejos de las vanidades propias del artista que sabe destacarse en su arte, Hernán Piquín ha desafiado las convenciones de la danza clásica y ha barrido, al mismo tiempo, con los prejuicios propios del género. Entre lo masivo y lo popular, su nombre y su baile adquirieron una gran repercusión en los últimos años. Luego de haber bailado en grandes escenarios del mundo junto a Julio Bocca, y con una trayectoria ascendente desde que empezó sus estudios en el Teatro Colón con diez años, Piquín llegó a la pantalla grande en 2008 de la mano de Leonardo Favio, quien lo eligió para ser el protagonista de Aniceto, a la vez que conoció el éxito de masas con su participación en ShowMatch, que no obstante le valió algunas críticas. Indiferente a las polémicas, Piquín arriesgó y ganó, y hoy lo confirma en el Astros con Let it be. Una historia de amor. Con coreografías de Georgina Tirotta y arreglos musicales de Gerardo Gardelín, y acompañado por once bailarines, Piquín es protagonista de una relación imposible relatada a través de clásicos de The Beatles. “Here comes the sun”, “Get back”, “Hey Jude”, “Something”, “Yesterday” e “Imagine” son algunos de los veintinueve temas, elegidos para musicalizar una historia que podría evocar, con matices, al drama shakespereano de Romeo y Julieta.

La elección de tributar a The Beatles marca una continuidad en la actuación del bailarín clásico, quien en 2012 realizó Freddie, un homenaje a Freddie Mercury, el icónico cantante de Queen. Al respecto, el artista asegura: “Este año queríamos contar una historia como había sido la de Freddie, y no sabíamos cuál iba a ser el personaje. Algunas de las opciones eran Sinatra, Sandro o Piazzolla. Y estábamos de gira, cuando un día mi productor y representante, Marcelo Gallardo, me propuso hacer algo con The Beatles, y me encantó. Ahí surgió el interrogante de cómo contar su historia, ya que los integrantes son cuatro. Pensé en contar una historia de amor que fuera contemporánea a la banda, y que cada canción elegida tuviera que ver con cada momento de la pareja. Así empezamos a elegir los temas y trabajamos durante siete meses. Es una historia donde hay encuentros y desencuentros, y si bien tiene un componente dramático bastante fuerte, la obra revela que el amor siempre triunfa”.

El musical exhibe la particularidad de ser un relato bailado que prescinde del texto y el canto, y donde el único lenguaje es el de los cuerpos que simulan situaciones y expresan emotividad valiéndose de la gestualidad y el movimiento. “Queríamos hacer este espectáculo, porque lo que me gusta es poder emocionar a la gente, y contar una historia que pudo haber sido vivida por todos”, sostiene el bailarín, quien dirige la obra desde que sale a escena sorpresivamente para darle la bienvenida al público y pedirle que apague sus celulares, hasta el saludo final acompañado por una selfie que retrata al elenco con los espectadores, y que más tarde se difundirá en las redes sociales.

Let it be significa, además, el presente de un largo derrotero que comenzó cuando Piquín descubrió su vocación a muy temprana edad. Tenía cuatro años cuando veía Noches de gala, un programa televisivo que transmitía funciones del Teatro Colón por la pantalla de ATC, y supo que quería bailar. “Ya a esa edad, quería ser primer bailarín del Teatro Colón”, asegura, al tiempo que relata otras anécdotas de su infancia vinculadas a su incursión en el mundo de la danza. Aquellos eran también los tiempos en que pedía a sus padres que le compraran las zapatillas Flecha. “Eran las únicas con las que me podía parar en puntas de pie”, recuerda.

Con ese deseo precoz como motor, llegó a integrar el Ballet Estable del Colón, y más tarde se convirtió en el primer bailarín del Ballet Argentino de Julio Bocca, con el que realizó giras por Europa, Asia, Africa y América. “El ballet siempre fue elitista. De hecho, esto sigue siendo así en países como Rusia. Pero acá en la Argentina, en cambio, Julio Bocca se encargó de llevar el ballet a las provincias. He bailado con él muchos años, y hemos viajado por el interior del país y hemos estado en lugares que ni sabíamos que existían. Julio masificó el ballet, y a eso se sumó la popularidad que le dio el programa de Marcelo Tinelli”, argumenta.

Piquín fue el primer bailarín clásico de trayectoria que participó del concurso de baile televisivo y eso generó críticas negativas de quienes entendían que la danza clásica era lo suficientemente sofisticada como para mostrarse en un show masivo. Pero, fiel a su estilo desprejuiciado, no reniega de su decisión. “El programa me llevó a la casa de aquellos que no podían ir a un teatro porque no se les daba la oportunidad, no tenían el dinero o no les interesaba. Está buenísimo haber podido llevar a un programa tan popular el ballet, al que la gente ve como algo elitista, para gente entendida. El ballet, por el contrario, es para cualquiera que se emocione viéndolo, como con toda expresión artística”, asegura.

Para ese entonces, Piquín tenía ganado un lugar entre los privilegiados, más allá de la masividad. Leonardo Favio lo supo y lo convocó en 2008 para protagonizar Aniceto, una reversión en clave de ballet de su película Este es el romance del Aniceto y la Francisca, protagonizada por Federico Luppi en 1967. “Había terminado un ensayo con Julio Bocca en el estudio. Me fui a mi casa, me bañé y me tiré en el sillón a leer, cuando sonó el teléfono. ‘Soy Leonardo Favio’, me dijo”, cuenta el bailarín como quien revela un recuerdo preciado, vívido en su memoria. No pudo dar crédito a lo que había escuchado: “Dale, dejate de joder, ¿quién sos?”. Del otro lado del teléfono quien hablaba era efectivamente Favio, que lo había visto bailar y quería reunirse con él. “Mil disculpas. No estoy acostumbrado a que me suene el teléfono y me digan ‘soy Leonardo Favio’”, se excusó el bailarín. “En ese momento, supe que estaba a dos cuadras de su casa, entonces me vestí y fui, y me contó el proyecto que tenía, pero nunca me dijo lo que estaba buscando”, continúa. “Sólo me pidió que fuera al otro día con el pelo engominado y una camisa blanca. Al otro día me estaba esperando con una cámara, un monitor y un velador que me iluminaba la cara. Miraba el monitor, y me miraba a mí, hasta que dijo: ‘Listo, no tengo que ver más nada. Bienvenido: sos el Aniceto’. Y así fue como empezamos a hacer la película. Fueron cuarenta y cinco días de rodaje y fue mágico. Fue su última película, y cuando falleció estábamos por empezar a ensayar El mantel de hule, que iba a protagonizar junto con Graciela Borges, pero el proyecto quedó en el tintero. Graciela tiene muchas ganas de hacerla. Vamos a ver qué pasa. Trabajar con Favio fue hermoso”. Hernán Piquín no puede pedir más, o sí, pero no lo hace, porque dice que no buscó nada de lo que logró: “Lo único que hice fue insistir para que mis viejos me mandaran a bailar, pero hoy no voy detrás de nada. Dejo que la vida me sorprenda”.

* Let it be. Una historia de amor se presenta en el Teatro Astros (Corrientes 750), con funciones los jueves y viernes a las 21, los sábados a las 22 y los domingos a las 20.30.

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