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Miércoles, 9 de mayo de 2007
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EL CENTRO ABRIO SU TEMPORADA 2007

Las propuestas del Rojas, un baile apto para todo público

Andrea Cervera y Pablo Rotemberg presentan Cinco canciones y Bajo la luna de Egipto, todos los sábados en la sala Batato Barea.

Por Alina Mazzaferro
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Cinco canciones, de Cervera: el azar en movimiento.

Hace un poco más de un mes que el Centro Cultural Ricardo Rojas cuenta con un nuevo director, José Miguel Onaindia, quien en una reciente conferencia de prensa presentó la programación para 2007 y 2008, junto con los fundamentos de esta nueva etapa que comienza bajo su gestión. Los primeros objetivos son auspiciosos: devolverle a esta institución dependiente de la Universidad de Buenos Aires su carácter de laboratorio de talentos y tendencias, referente de la efervescencia artística, social y política, apostando al riesgo y la experimentación, aunque con mayor profesionalismo, en vistas a colocarse en el centro de la escena cultural argentina. Siguiendo estas premisas se puso en marcha el segundo programa de danza contemporánea del año, compuesto por dos propuestas disímiles de coreógrafos jóvenes, pero de significativa trayectoria: Andrea Cervera y Pablo Rotemberg presentan Cinco canciones y Bajo la luna de Egipto, respectivamente, todos los sábados de mayo y junio a las 20.30 en la sala Batato Barea (Corrientes 2038).

Cervera y Rotemberg se conocen desde la escuela, cuando ambos cursaban en divisiones paralelas en el colegio Manuel Dorrego de Morón. Aún no sabían que el camino que elegirían, el de la danza, volvería a cruzarlos repetidas veces, hasta reunirlos en un programa compartido en el Rojas muchísimos años después. “En parte, quizás, aceptamos la propuesta de Alejandro Cervera (el coordinador del área de danza del Rojas) de presentar un trabajo en este ciclo porque, sin darnos cuenta al comienzo, tenía que ver con la nostalgia, el encuentro y también con la diversión”, aseguran ellos en el programa de mano. También reconocen que les atrajo la invitación a “experimentar una idea, un proyecto, siempre con la posibilidad de la prueba y el error”, sin la presión de entregar un producto acabado y con la libertad de mostrar tan sólo el resultado de un proceso, una investigación sin un rumbo inicial prefijado.

Bajo este signo aleatorio nació Cinco canciones, pieza en la que tres intérpretes –Mariela Pujol, Laura Zapata y Lucía Fernández Mouján– dejan, en cada función, librado al azar de las cartas el orden en que se desarrollarán cada uno de los números coreográficos que componen la obra. Sobre la escena, un cuadro en movimiento: un día caluroso de verano; una terraza con una mesa, un tender de ropa, algunas plantas y una jaula con algún canario; un cielo azul y una ciudad descolorida (proyectada en una pantalla gigante como fondo), y el agotador ruido de motores y bocinas que apenas dejan oír el canto de algunos pájaros. Un día como cualquiera y, mientras tanto, ellas juegan a las cartas. Quien gane la partida tiene derecho a comenzar su solo; es entonces cuando la música se entromete y ellas comienzan a moverse, convirtiendo ese mundo conocido y cotidiano en un universo inverosímil, gobernado bajo los ritmos de Café Tacuba, Las Pelotas, Totó la Momposina y Lila Downs.

Bajo la luna de Egipto, por su parte, lleva el indiscutible sello de Rotemberg, quien demuestra, una vez más, que la danza no es necesariamente “seria” o para entendidos. Desopilantemente cómica, Bajo la luna... combina una estética oscura y tenebrosa propia de un film de James Whale, con relatos de desesperación amorosa y una pegadiza melodía de Tommy, de The Who. No sólo fue ésta la oportunidad para que se destacara el creador de El lobo, sino también las jóvenes intérpretes –Valeria Anton, Nidia Martínez Barbieri, Florencia Martínez (que baila dentro de una mortaja) y, especialmente, Vanina García–, quienes además colaboraron en el proceso de composición coreográfica junto con Laura Figueiras.

Cuando terminaron el quinto año en el Dorrego de Morón, ni Rotemberg ni Cervera se imaginaron que en 2007 compartirían un programa en el Rojas; menos aún que se convertirían en coreógrafos con cada vez más influencia en el mundo de la danza local. Sí lo imaginó Alejandro Cervera cuando los convocó para la nueva gestión del Rojas. Y el resultado es un par de obras amenas, divertidas y para todo tipo de público; sólo el comienzo de una programación renovada (ver aparte) que promete convertir al Rojas en un espacio de referencia.

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