“Me bastó dar un paso dentro de la muralla, para verla en toda su grandeza a la luz malva de las seis de la tarde, y no pude reprimir el sentimiento de haber vuelto a nacer.†La ciudad colombiana de Cartagena de Indias ha tenido, para la obra de Gabriel GarcÃa Márquez, una importancia capital; pero esa frase del autor también trasluce una pasión que está más allá del combustible literario, del mero escenario, de lo simplemente contextual. Y eso incluso cuando el autor haya decidido hacer una elipsis del nombre de la ciudad o bautizarla con otros tÃtulos en sus obras. Desde ayer, Cartagena y GarcÃa Márquez están aún más conectados gracias a una iniciativa turÃstica tan oportunista como colorida: la ruta turÃstica sobre el doble mundo (literario y real) de Gabo, inaugurada ayer y corolada por aquella frase.
La Cartagena de GarcÃa Márquez. Historias reales e imaginarias es el nombre de este paseo literal y literario por casas, parques, escondites, jardines y soportales presentes en sus obras. Aquellos donde sobrevivieron a reparo los amores difÃciles del Florentino Ariza y la Fermina Daza de El amor en los tiempos del cólera, pero también el convento en el que la niña Sierva MarÃa pasa sus ratos en Del amor y otros demonios. O el hogar de su padre, el marqués de Casalduero. O varios otros lugares centrales no sólo en la obra sino también en la vida del autor ganador del Premio Nobel.
La de Gabo y Cartagena “es la historia de un enamoramiento que ha durado muchas décadasâ€, destacó el director de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, Jaime Abello. Además de un homenaje al autor y la ciudad, admitió, esta ruta es también “un vehÃculo formidable de difusión culturalâ€. La inauguración ocurrirá mañana, aunque con un público reservado: los periodistas de todo el mundo que están en Cartagena con motivo del Hay Festival.
Una vez abierta, la comunidad mundial podrá entregarse a un recorrido de unas cuatro horas facilitado por un mapa y una audioguÃa en español y en inglés, una suerte de paquete turÃstico que el propio viajero puede administrar. La Cartagena de GarcÃa Márquez tiene 35 estaciones, con lugares fundamentales para comprender ciertos momentos de su obra, como Aracataca, el portal de los mercaderes y los románticos buques de vapor, y otros bautizados más crÃpticamente, como un guiño a sus seguidores más incansables: sitios agrupados bajo los tópicos “Los tiempos del cóleraâ€, “Cartas de amor y otras cosasâ€, “Como una condena al fuego eterno†o “Andar de venadaâ€.
Básicamente, la relación de GarcÃa Márquez con Cartagena se desarrolló entre los ’80 y ’90, con una serie de constantes visitas allÃ, aunque a la primera semilla haya que buscarla en su huida del “bogotazo†en 1948, cuando recaló allà para poder seguir estudiando Derecho. Más de 60 años debieron pasar, aunque más que el tiempo también haya podido llegarse a esto por la iluminación comercial o la oportunidad oficial de usar a Gabo para devolverle a la ciudad todo lo que ella le dio.
De todos modos, no se trata de algo radicalmente nuevo: desde comienzos de este siglo, el hermano de Gabo, Jaime GarcÃa Márquez, acompañó a los estudiantes y los periodistas que llegaron a Cartagena a recorrer esos mismos lugares, desde su puesto directivo en la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. En la presentación del recorrido, realizada ayer en esa ciudad colombiana, Jaime incluso reveló que la Unesco le encargó un artÃculo sobre “la Cartagena de Gabo†a cambio de unos bastante escuetos 300 dólares; y que él mismo subcontrató a su mujer y a su hija.
De aquello a esto sólo habÃa un par de pasos faltantes, pero ahora aquella investigación terminó convertida en una ruta turÃstica que hace el intento de lograr una nueva relación ciudad-autor como las de Dickens-Londres, Balzac-ParÃs o DalÃ-Barcelona. “Esta iniciativa nos dará la magia de traer más turistasâ€, concluyó el viceministro de Turismo, Oscar Rueda GarcÃa, durante la inauguración. Y eso por si su arquitectura, sus playas, su clima y su propia historia por fuera de las ficciones de GarcÃa Márquez no fueran lo suficientemente atractivas por sà mismas: la gran laguna conocida como la Ciénaga de la Virgen, con su particular mezcla de agua dulce y salada; el Muelle de la BahÃa de las Animas, tan adorado por el propio Gabo y antiguo espacio del Mercado Central; o la Plaza de los Coches, el Palacio de la Inquisición y el Portal de los Dulces, que tras su atractivo nombre oculta su condición de espacio para la trata de esclavos durante demasiados años.
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